España se llevó un susto de muerte. Pero ya está en los octavos de final. Aunque a algunos eso no les importa. Y han aprovechado la derrota ante Japón para demostrar, una vez más, su animadversión hacia Luis Enrique. “Menos stremear y más trabajar”, decía un popular periodista televisivo. Solo es un pequeño ejemplo de las críticas que recibió el seleccionador tras el mal partido ante los nipones. El enfrentamiento entre ciertos medios de comunicación madrileños/madridistas y el técnico asturiano ha marcado la fase de grupos de la Copa del Mundo.
Las descalificaciones contra el entrenador han sido constantes. Algunas, incluso, ruines. Todo porque Luis Enrique siempre ha querido ser independiente y jamás se ha plegado a los intereses particulares de cierto tipo de prensa. Aquellos que se envuelven con la bandera de España para atacar seleccionador son los mismos que celebran los goles de Cristiano Ronaldo con Portugal. Su único objetivo es desestabilizar al técnico aunque sea a costa de mentir y manipular.
Ese odio visceral hacia Luis Enrique tiene su génesis en su pasado barcelonista. El asturiano presume de ello al mismo tiempo que reniega de su paso por el Madrid. Y eso resulta insoportable para todos aquellos que no entienden una selección española que no sea madridista. Tienen una memoria muy corta. Porque si España conquistó el título en Sudáfrica’2010 fue, precisamente, porque cambió la casposa ‘furia’ por el modelo futbolístico del Barça. Y Del Bosque (quien, por cierto, es muy madridista aunque algunos lo tildaron en su momento de traidor) se apoyó en los mejores jugadores del Barça de la época para ganar el único Mundial que España tiene en su palmarés.
Lo mismo quiere hacer Luis Enrique. Pero al asturiano no le perdonan que no acepte el compadreo de esos medios de comunicación que solo quieren mangonear la selección. El técnico cuenta con el apoyo inquebrantable del presidente de la Federación, Luis Rubiales. Y, por supuesto, de sus futbolistas, que respetan y defiende a su líder. España jugó mal ante Japón, sí. Pero se clasificó. Y encima consiguió evitar a Brasil y Argentina en el hipotético camino hacia la final. No quiero ni imaginarme los ataques que habría recibido Luis Enrique si la selección hubiera quedado eliminada. Como le ha sucedido a Alemania. O a Bélgica. O a Uruguay. Los enemigos del técnico ya están esperando a ver qué pasa ante Marruecos.