Los casos Haaland y Kvaratskhelia

El mercado futbolístico se ha disparado de tal manera, que aquellos equipos que no tengan la suerte, o la desgracia, de estar dopados por la cartera caprichosa del jeque de turno que hoy parece infinita y mañana puede cerrarse porque el millonario de marras se ha cansado del juguete, tienen que hacer milagros para competir en la jungla de los fichajes.

El Barça no tiene jeque ni millonetis, ni puñetera falta que le hace, tiene a cien mil socios y una dimensión económica suficiente, pero que debe cuidar sin hacer aspavientos ni lanzarse a aventuras arriesgadas. Por hacerlo en los últimos años se encuentra en la situación económica más grave de su historia, algo que afortunadamente será reversible, pero que necesitará tiempo y prudencia.

Vamos, que ahora más que nunca debe captar, controlar y fichar a los jóvenes valores que en el mundo surjan anticipándose a los reyes del petrodólar. Como han hecho con Pedri y Araujo, por ejemplo. Pero como no han hecho con Haaland, Kvaratskhelia y otros.

En el momento justo

No digo que sea fácil ni que todos los futuros ‘cracks’ tengan que caer en las redes blaugrana, pero sí que tampoco deberían escaparse algunos como Haaland y Kvaratskhelia.

¿Cómo puede ser que sólo el Salzburgo reparara en el goleador noruego cuando jugaba en el Molde? Por ocho millones se lo llevó y por veinte lo traspasó al Dortmund. Dos ocasiones perdidas. Y luego está el caso Kvaratskhelia, al que seguro que no se les pasó inadvertido si vieron el Georgia-España de hace dos años. A mí me impresionó la clase de aquel delantero entonces desconocido.

Marcó el gol de su selección y fue una pesadilla para la defensa de la Roja. “Hay que ir a por él”, pensé. Fue el Nápoles, pagó once millones y ahora vale 85 y es la sensación de las Ligas europeas. Lo mismo vale para Lautaro Martínez, que pudo venir por dos millones cuando tenía 19 años… Es el momento justo en el que hay ficharles con la seguridad de que a estos precios nunca se perderá dinero. Pónganse las pilas señores espías, scouters y responsables del negocio. No queda otra.

 

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