Estamos acostumbrados a ver los arcoíris como eso: un arco. Y, sin embargo, en realidad forman un círculo completo. Pero, para verlos como una circunferencia, no hay que estar a ras de suelo, sino a una cierta altura. En realidad, todos los arco iris son circulares, pero siempre los vemos desde el suelo. Eso supone que la mitad inferior nos queda oculta a la vista.
Por ejemplo, hace unos años, los trabajadores de la construcción del Centro Lakhta en San Petersburgo, en Rusia, grabaron un impresionante ejemplo de un arcoíris de círculo completo. Este rascacielos de 87 pisos tiene una altura de 462 metros, lo que lo convierte en el más alto de Europa y el decimosexto más alto del mundo. Este hecho lo convierte en una atalaya idónea para contemplar un arco iris entero.
La razón por la que hay que estar a una elevada altura para ver un arcoíris de círculo completo es porque es necesario que haya gotas de agua debajo del horizonte observable. Y eso sólo sucederá estando a una considerable altura del suelo.
El centro de un arcoíris está directamente opuesto a la posición del Sol en el cielo, por lo que se puede ver más arco iris a medida que el sol se acerca al horizonte. Por lo tanto, normalmente se verá el mayor porcentaje de un arco iris (50 por ciento) al amanecer o al atardecer.
Así funciona un arcoíris
Como explica Ángel Rodríguez desde el portal divulgativo cienciaes.com, “el arcoíris es un juego de la Naturaleza en el que intervienen tres jugadores distintos: los rayos de sol, las gotas de agua y nuestros propios ojos. Sí, nosotros somos una parte esencial y muy personal del juego, porque cada cual ve un arcoíris distinto, es más, para ser exactos, con cada uno de nuestros ojos vemos un arcoíris diferente. Lo que sucede es que, al estar tan cerca un ojo del otro, las diferencias son muy pequeñas y el cerebro superpone ambas imágenes en una sola”.
La explicación clásica nos recuerda que el arcoíris se forma porque los rayos del Sol inciden sobre la superficie de las gotas de lluvia, que son pequeñísimas esferas de agua transparentes, penetran en su interior y al hacerlo cambian de dirección y salen de ellas hacia atrás descompuestos en colores. Ésa es la razón por la que el Sol siempre está a nuestra espalda cuando miramos un arcoíris.
Mejor desde una aeronave
En cuanto a la observación de arco iris completos, de círculo entero, afirma: “Si nos elevamos en vuelo sobre la superficie terrestre, no muy alto para no superar a las nubes, la línea que une el Sol con nosotros y el centro del arcoíris puede quedar libre de obstáculos. Si en el ambiente existen en ese momento suficientes gotas de agua, la naturaleza nos premiará con un precioso arcoíris ¡de circunferencia completa!”.
Podríamos pensar que este mismo fenómeno sería visible desde lo alto de una montaña, pero no es así, puesto que la propia montaña impedirá el paso de los rayos de sol y su sombra evitará que el arcoíris se cierre del todo. Así pues, la opción es volar en un avión, en un helicóptero o cualquier otro artefacto volador en el que nos podamos embarcar. O bien subir a un rascacielos tan alto como el de San Petersburgo. En ese caso, nosotros y el vehículo en el que viajemos (o el edificio en el que estemos) proyectará la sombra en el centro de la circunferencia, una sombra que, si es pequeña comparada con el radio del arcoíris, no obstaculizará su formación.
Artículo de referencia: https://www.cienciaes.com/ciencianuestra/2015/04/19/circunferencia_iris/
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