Leo Messi no despierta del sueño

Ya está en semifinales, ya está un poco más cerca. La albiceleste transitó durante mucho tiempo entre el sueño plácido y glorioso del Mundial y la realidad de la vigilia, esa en la que todo se acaba. Argentina sigue durmiendo y entregada a los brazos de Morfeo gracias a D10S, Leo Messi, en quien están depositados todos los deseos de un país. El ’10’ no falla, resistente a todo, siempre decisivo, escribiendo, poco a poco, paso a paso, la página más bella jamás escrita en la historia del fútbol.

No necesitó entrar demasiado en juego, lo suyo es fútbol de alta cocina, un producto minuciosamente elaborado y una explosión de sabores en forma de asistencias milimétricas, pases verticales que destruyen líneas sin esfuerzo y una colección de detalles generosos con el espectador. El ‘show’ arrancó a los 35 minutos, cuando le llegó un balón en la esquina del área, inició su clásica diagonal y dibujó una asistencia imposible, inexistente, que solo un genio es capaz de ver y solo el más grande de ejecutar. Dejó, superando toda la línea defensiva de Holanda, solo a Nahuel Molina ante Noppert. No falló. De la nada, Leo Messi creó un gol

Cuatro minutos más tarde le llegó un balón desde la izquierda. De espaldas a la portería, caracoleó y acabó disparando, flojo, con la diestra. Un poco del ‘10’ fue suficiente para que Argentina se fuera al descanso con ventaja en el marcador. Un poco más cerca de las semifinales y, sin embargo, tan lejos aún. 

Su cuarto gol

La tensión fue en aumento en la segunda mitad y el duelo entre holandeses y argentinos se volvió épico. Leo siguió participando gota a gota, siempre decisivo. Fue él quien forzó una falta en la frontal de Van Dijk y Messi envió el balón a la parte superior de la red. Se marchó fuera por muy poco. Corría el minuto 61 y Argentina buscaba el segundo. Lo encontró desde los once metros. Dumfries derribó a Acuña y el ‘10’ de Argentina agarró el balón y lo situó en el punto de penalti. Noppert ni siquiera se movió. El capitán albiceleste sumó su cuarto gol en el Mundial y todo parecía preparado para la llegada del equipo de Scaloni a semifinales, donde esperaba desde hacía un rato Croacia. No había nada que celebrar porque Holanda se fue a la guerra y no le bajó la mirada a su rival ni siquiera en los momentos de mayor tensión. Ese pequeño país al que ahora llaman Países Bajos se agigantó y forzó la prórroga en el último suspiro. Literalmente.

Un beso a la red

El miedo a perder vació de ideas el fútbol de ambas selecciones, que entraron en una espiral de faltas, una tras otra, un festival al que Mateu Lahoz se unió como lo haría un niño en una fiesta de cumpleaños, tirándose en plancha y mostrando amarillas como si no hubiera mañana. Messi, algo cansado, forzó una falta en la esquina del área. La sirvió en corto en busca de la rosca al segundo palo. De Jong, su ex compañero, tapó lo suficiente para forzar el error. En el último minuto de la prórroga la volvió a probar desde la frontal. Demasiado mordido. Messi luchaba contra la historia, en su rostro se reflejaba el sufrimiento de todo un país. El Mundial, al todo o nada de los penaltis

Suyo fue el primero, después de fallar Van Dijk ante un enorme Dibu Martínez. Leo lanzó suave, centrado, un beso a la red mientras Noppert caía a su izquierda. Luego llegó el resto para completar la serie. Errores de Holanda, error de Enzo Fernández y el quinto definitivo de Lautaro. Sueña, Leo, sigue soñando, no nos dejes despertar, mantennos en ese estado de irrealidad deliciosa y placentera.

 

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