Imposible no emocionarse con la extraordinaria gesta que está protagonizando la selección de Marruecos en el Mundial de Qatar: un solo gol encajado en cinco partidos, verdugo de España y Portugal… y la primera selección africana de la historia que alcanza la ronda de semifinales.
En un entorno futbolístico donde se instalan debates y discursos cansinos sobre la posesión del balón, el estilo, el tiki-taca, los bloques altos, bajos y medios, por fin impera y brilla la realidad de los hechos: no hay mejor táctica ni mejor equipo que aquel que ejecuta a la perfección lo que mejor sabe hacer. Sin disimulos. Soñar es gratis y a ver quién es el guapo que dice ahora que Marruecos va a morir en la orilla de las semifinales. Pase lo que pase, es seguro que, como mínimo, disputará el encuentro por el tercer y cuarto puerto. Felicidades.
Y qué diferente está siendo el adiós de los dos grandes futbolistas de las últimas décadas: Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Ambos han llegado a su quinto Mundial de forma muy diferente. El argentino, siendo el líder no solo de un equipo, también cargando sobre sus hombros el anhelo de todo un país. Pletórico, en forma, ambicioso, comprometido…
El portugués, por su parte, instalado en el escándalo, despedido del Manchester United, convertido en una sombra de lo que fue y suplente en Qatar, donde ha escrito el epitafio final de su gran carrera deportiva. Lástima que, una vez más, Cristiano Ronaldo no supiera perder. Si en la victoria siempre ha sido altivo y egocéntrico, hoy demostró que en la derrota también camina por un sendero diferente. Fue el único jugador de Portugal que se marchó al vestuario nada más certificarse la eliminación. No saludó a un solo rival, no se quedó con el resto de compañeros en el césped a pasar el duelo con su afición. Y sí, se fue llorando, es verdad, dolido, a la vez que demostrando su falta de respeto a todo lo que no sea él mismo. ¿Lloraba por él o por Portugal?
La decadencia de Cristiano Ronaldo contrasta con la luz propia que está desprendiendo Leo Messi. Si no media sanción o lesión, se irá de Qatar siendo el futbolista de la historia que más partidos habrá disputado, veintiséis. Y si marcara otro gol, será el futbolista argentino con más tantos en una cita mundialista. A diferencia de Cristiano, Messi no juega para él mismo, por eso cambiaría cualquiera de esos registros por levantar la Copa del Mundo el próximo domingo día 18.
Por todo lo que ha hecho y todo lo que es, Leo Messi merece cerrar su carrera deportiva con ese título que le falta.