Los murciélagos de líneas blancas (Saccopteryx bilineata) son comunes en las selvas de América Central y del Sur. Estos quirópteros insectívoros lucen dos rayas claras que discurren más o menos en zigzag a lo largo del dorso, de ahí lo de bilineata. En cuanto al género, el nombre Saccopteryx hace referencia a sus sacos alares: en cada una de las alas, en la parte superior del antebrazo (en el denominado propatagio, que es la membrana elástica que va desde el hombro hasta el primer dedo), los machos cuentan con un pequeño saco –ellas también, pero mucho menos desarrollado– donde fabrican una fragancia que las hembras encuentran de lo más excitante. ¿Le interesa la fórmula? Tome nota de los ingredientes: unas cuantas gotas de orina y otras tantas de saliva, combinadas con secreciones genitales y de la glándula gular, y a triunfar.
Con sus sacos bien cargados, los machos se acercan a las hembras del harén, que, apiñadas en las paredes de cavidades de distinto tipo, observan atentas sus aproximaciones en vuelo rasante durante las cuales se ciernen, agitan las alas y esparcen su perfume ante la concurrencia femenina hasta que alguna, embriagada de amor, se muestre dispuesta al apareamiento. Aunque la época de reproducción se limita a unas pocas semanas entre noviembre y diciembre, los machos preparan concienzudamente esa sugestiva mezcla aromática cada día. Y es que, según explica el experto en murciélagos Christian Voigt, investigador en el departamento de Ecología Evolutiva del Instituto Leibniz de Investigación para Zoológicos y Fauna Salvaje, en Alemania, «los despliegues olfativos no solo están asociados al cortejo, sino que también codifican la individualidad y les sirven para marcar el territorio». Un perfume multiefecto total.
Este artículo pertenece al número de Abril de 2023 de la revista National Geographic