El 21 de febrero, hace ya mes y medio, Joan Laporta rompió su silencio sobre el caso Negreira, destapado seis días antes por la Cadena Ser. Ese día, en el Camp Nou, anunció dos cosas: una investigación externa y una rueda de prensa explicativa por su parte. La primera de esas iniciativas está en marcha. Se supone. De la segunda sigue sin haber noticias, pese que el caso ha avanzado hasta la aceptación a trámite por parte de un juzgado de Barcelona de la denuncia formulada por la Fiscalía.
Durante todas estas semanas, en las que se han ido conociendo múltiples detalles de la relación entre el Barça y Enríquez Negreira entre 2001 y 2018, Laporta ha alentado el victimismo y una supuesta conspiración en contra del club. Todo ello a partir de una sentencia que ha convertido en lema de su defensa ante la opinión pública: “El Barça nunca ha comprado árbitros”.
Hechos probados del caso Negreira
Ocurre, en efecto, que el hecho que él niega, que al comienzo parecía blanco y en botella, está perdiendo adeptos hasta en sus más acérrimos enemigos. Es evidente (porque está probado) que Negreira cobró dinero del Barça, que gran parte de los servicios que presuntamente prestaba a cambio (asesoramiento e informes arbitrales) carecen de respaldo documental y que el proveedor era en aquellos años vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros de la RFEF. Pero la tesis de que el dinero, o parte de él, acabara en el bolsillo de algunos árbitros para favorecer al Barça en el terreno de juego está perdiendo fuerza.
En primer lugar, porque, pese a la presión social a la que se ha visto sometido el colectivo, ni uno solo de las decenas de árbitros de Primera División en esas casi dos décadas ha sugerido que esa práctica pudiera existir. Ni poniendo su nombre y apellidos a una confesión ni haciéndolo de manera anónima. Hasta el momento, ni un solo periodista de los que siguen el caso (y son muchísimos) ha publicado una información que apunte hacia esa vía. Y no hay uno que no la haya buscado. Hacienda tampoco ha encontrado prueba alguna al respecto.
La denuncia de Estrada Fernández
Solo Xavier Estrada Fernández, catalán y, por tanto, nunca árbitro de un partido del Barça, ha roto la unidad del colectivo y ha sido, precisamente, para denunciar en el juzgado a Enríquez Negreira. Su figura y su rol en el caso sigue generando controversia. El CTA calla, él también y a su alrededor se alimentan las teorías de quién hay detrás de su movimiento, si es que hay alguien. Hay quien ve la mano del Barça detrás del colegiado ilerdense, pero es solo una conjetura. Como la que dice que quiere vengarse del CTA y de la RFEF porque sabía que no le renovarían su contrato para la próxima temporada. Entonces, no obstante, será concejal del ayuntamiento de Lleida por ERC si las elecciones de mayo no dicen lo contrario.
Tampoco encaja a los observadores directamente interesados en el caso que haya una gran trama de árbitros. En una Liga de 38 árbitros, aseguran, un club debería comprar a un gran número de árbitros para asegurarse un comportamiento meditadamente beneficioso para sus intereses. Y mantener esa ‘omertà’ durante tantísimos años roza lo imposible.
El rol de Negreira en el CTA
Y no puede obviarse que quienes participaron en esos años en el estamento arbitral resaltan que el rol de Negreira era residual, que ni participaba en la asignación de los colegiados ni decidía sobre ascensos y descensos, pues se limitaba únicamente a informar sobre ellos a los afectados. Y aunque esa versión genera dudas, sí resulta evidente que Negreira era una figura de segundo orden en el gobierno arbitral.
Entonces, ¿por qué el Barça, con cuatro presidentes distintos (Gaspart, Laporta, Rosell y Bartomeu) pagó al menos 7,2 millones de euros a Negreira? La tesis que más fuerza está cogiendo en los últimos días, a partir del análisis de la documentación que la Fiscalía puso a disposición del juzgado, es que el ex vicepresidente del CTA era un vehículo para que directivos del Barça cobraran, indirectamente de las arcas del propio club, sobresueldos en dinero negro. Directivos que, por estatutos, no pueden cobrar un salario de la entidad azulgrana.
La propia Agencia Tributaria, en el informe que trasladó a la Fiscalía (y esta, a su vez, a la jueza) ya reflejó que Negreira retiró en efectivo el 28% del dinero que recibió del Barça entre 2016 y 2018, el periodo inicialmente investigado. Una cantidad que se eleva a 557.871 euros en esos años y que Hacienda cree que pudo destinarse a terceras personas vinculadas al Barcelona, según informó El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica.
El papel de Josep Contreras
El rol del fallecido directivo Josep Contreras, intermediario y comisionista de los acuerdos entre el Barça y Negreira, refuerza esa teoría. Según esta tesis, esbozada por Hacienda en su informe, el dinero que salía de las arcas del Barça se repartiría entre él, el ex árbitro y, posiblemente, esas terceras personas vinculadas al club. Algunos de los principales detractores del Barça están convencidos de que así era.
A priori, esta posibilidad tiene dos puntos flacos. Un dirigente arbitral parece la persona menos indicada del mundo para ejercer de vehículo para cobrar un sueldo en ‘b’, pues a los delitos propios de esa práctica se puede sumar fácilmente el de corrupción deportiva, como está ocurriendo. Si el testaferro hubiera sido otro, ahora mismo el Barça no vería en riesgo su participación en la próxima Champions.
El cese del acuerdo con Negreira en 2018
Pero Negreira sí podría haber servido como coartada para justificar la cuantía de esos pagos internamente. “El Barça quería asegurarse de que no se tomaban decisiones en contra del club, que todo fuera neutral”, declaró él a Hacienda. Eso serviría también para explicar el segundo punto flaco de la teoría de los sobresueldos: la suspensión del acuerdo en 2018. Porque si Negreira ya no era vicepresidente del CTA (Rubiales le destituyó nada más llegar a la presidencia de la RFEF), pagarle para “que todo fuera neutral” dejaba de servir como coartada interna en el Barça.
La labor de la Guardia Civil, a quien la jueza ha encargado la investigación, es ahora encontrar pruebas y evidencias que permitan encajar el puzle para descubrir si, como defiende Laporta y también muchos de sus enemigos, “el Barça nunca ha comprado árbitros”. Y si alguno de los directivos de aquellos 17 años se acabó quedando parte del dinero que el Barça pagó a Negreira por razones de las que el club no ha querido hablar.
Quizá en una rueda de prensa. Un mes de estos.