Durante la primera mitad del siglo XX, el nazismo desarrolló varias hipótesis sobre la raza. De hecho, los nazis pretendieron medir científicamente la raza humana y establecer una jerarquía en la cual la “raza maestra” era el tronco más puro de la raza aria. En la parte inferior de esta jerarquía se situarían las razas parásitas, es decir, aquellas de origen no ario, o como ellos las denominaban ‘Untermenschen‘ (subhumanos), que se percibían como impuras y peligrosas para la sociedad.
Para medir, clasificar y jerarquizar la pureza de los individuos, los nazis se valieron de distintas disciplinas antropológicas practicadas extensamente durante el siglo XIX, como la craneometría, que estudia las diferentes medidas que puede tener un cráneo. También la frenología y fisiognomía, según las cuales se podía predecir el carácter, los rasgos de personalidad o las tendencias criminales de una persona en base a las medidas de sus facciones. Aunque todas ellas se han demostrado pseudociencias, los nazis adoptaron estas disciplinas para justificar la segregación racial y promover su propia interpretación de la eugenesia.