Para quienes crecieron en los años 80 y soñaron en algún momento de ese tiempo con revelar al mundo un talento artístico oculto o digno de ser mostrado, Irene Cara siempre fue el ejemplo a seguir. La actriz neoyorquina de origen portorriqueño murió en la noche de este viernes en su hogar de New Port Richey, Florida, a los 63 años, por causas que todavía se desconocen. La noticia la dio a conocer su publicista Judith Moose, en nombre de la familia de la artista, a través de las redes sociales.
Cara fue el primer gran modelo en la pantalla de esa multitud de jóvenes inquietas y soñadoras dispuestas a expresarse y transmitir desde la energía del canto y el baile la vocación del aprendizaje y una gran disposición para recibir lecciones de vida. Su mejor personaje en el cine, la inolvidable Coco Hernández, inauguró desde la película Fama (un éxito colosal en todo el mundo) toda una larga corriente de obras y producciones cuyo eje es la búsqueda de nuevos y desconocidos talentos musicales, multiplicada en los últimos años a través de las competencias televisivas en clave de reality shows documentales.
Cara (cuyo nombre real era Irene Escalera) llegó a ese primer peldaño consagratorio de su carrera artística cuando tenía 21 años. Desde allí diversificó su carrera dando muestras en todas las expresiones y géneros que abordó de un extraordinario talento. Fue actriz, cantante, compositora y productora, y logró cuatro años después de aquella aparición en Fama su primer y único Oscar por el tema musical que interpretó y compuso junto a Giorgio Moroder para la película Flashdance (1984), el clásico y pegadizo “What a Feeling”, uno de los grandes hitos musicales de esa década.
Irene Cara en los años 80, su momento de mayor éxito
El recorrido artístico de Cara en su vida real fue muy parecido al de tantas otras personas anónimas que luego de verla en Fama encontraron en ella un ejemplo a seguir. Había nacido el 19 de marzo de 1959 en el Bronx neoyorquino y desde los tres años, alentada por su madre, empezó a participar en concursos y competencias que le fueron abriendo puertas, de a poco, en shows televisivos y producciones musicales de Broadway, tanto en español como en inglés.
El mundo artístico de Cara, sobre todo en sus comienzos, siempre fue bilingüe. Todo lo que vivía en su hogar predisponía y anticipaba ese futuro, porque su padre, Gaspar Escalera, era músico. Había emigrado desde Puerto Rico a Nueva York en los años 50 y era saxofonista de algunas de las bandas pioneras de la escena musical latina (mambo, salsa y otros ritmos) en Manhattan. Los dos hermanos de Cara también incursionaron en el arte: un cantante de ópera y una pianista.
Grabó su primer álbum con canciones en español cuando tenía 8 años y un disco con canciones navideñas en inglés poco después. Se convirtió más tarde en la artista más joven en participar de un tributo a Duke Ellington en el Madison Square Garden. Allí cantó junto a Stevie Wonder, Roberta Flack y Sammy Davis Jr.
Antes de llegar a Fama, Cara tuvo papeles secundarios que llamaron la atención en miniseries y telefilms de mucha repercusión a fines de los años 70, como la segunda parte de Raíces y The Jim Jones Story, inspirada en la tragedia de Guyana. James Earl Jones, que protagonizó ambas producciones, se convirtió en uno de sus mentores.
A los 14 años protagonizó el musical Sparkle, a las órdenes del director Joel Schumacher, con una aparición muy elogiada. Pero su consagración, por supuesto, llegó en 1980 gracias a Fama, otro largometraje de temática musical en este caso dirigido por Alan Parker. Cara, a través de Coco Hernandez, fue la gran figura de ese grupo de estudiantes que buscaba un lugar en una exigente escuela neoyorquina de formación artística siguiendo el sueño de triunfo como cantantes y bailarines. Con esa película también se acercó por primera vez al Oscar, ya que dos de los temas que siempre se identificaron con ella, “Fama” y “Out Here on My Own”, recibieron sendas nominaciones al Oscar. Era la primera vez en la historia de los premios de la Academia que una misma película incluyó dos de sus canciones entre las cinco nominadas a mejor tema original. Las dos llevaban la voz de Cara.
Volvió a cantar más tarde, pero dentro de otra temática, en Ciudad ardiente, un policial con toques de comedia protagonizado por Clint Eastwood y Burt Reynolds en el que se dio el gusto de cantar un par de clásicos del jazz. Su carrera en el cine incluyó otras comedias y hasta alguna película ambientada en una cárcel de mujeres, pero nunca llegó a repetir aquél éxito inicial alcanzado gracias a Fama.
Se las ingenió igualmente para mantener un lugar de reconocimiento y actividad musical constante a través de presentaciones solistas o junto al grupo Hot Caramel. Volvió varias veces al musical y también apareció como jurado en competencias musicales de talentos a través de las cuales siempre recordaba los desafíos de aquellos primeros tiempos.
“Nadie elige su carrera cuando tiene cinco o seis años –confesó hace poco–. Nunca dije que quería ser parte del mundo del espectáculo e iba a trabajar duro para lograrlo. En realidad eso fue algo que me llegó desde afuera, alentado e impulsado por mis padres. Primero fueron ellos los que tuvieron ese sueño, y yo me encargué de hacerlo realidad. Pero estoy muy feliz con esta vida, es lo que quiero hacer”.