La memoria de Annie Ernaux como reflejo colectivo

La lectura de Los años (Les années), uno de los libros más importantes de Annie Ernaux, flamante premio Nobel de Literatura, me resultó de mucho interés, más allá de su valor literario, porque pude cotejar la memoria de hechos personales y sociales colectivos franceses, registrados por ella, con la memoria “personal, colectiva y epistolar” de la misma época en la Argentina e Italia. Somos casi coetáneos: ella nació en 1940; yo, en 1941. Las coincidencias son numerosas. Baste un ejemplo.

Ernaux pertenecía a una familia muy humilde de provincia, la France profonde, semejante en muchos aspectos a la familia italiana de mi padre. La descripción de la casa donde la escritora pasó su niñez tiene cierta semejanza con la de mis tíos, Elvio y Gina, que vivían en la pequeña ciudad de Filottrano, provincia de Ancona. La de estos, a diferencia de la de Ernaux, era un departamento mucho más antiguo; ambas viviendas tenían un rasgo definitorio de clase y período: el retrete estaba afuera, en un rellano de escalera, y de él se servían los integrantes de otras familias.

En 1950, la guerra aún parecía cercana. La evocación del terror nazi, del hambre, de la ejecución de rehenes, surgían en las sobremesas de los Ernaux, La Iglesia seguía siendo muy fuerte e influía mucho en las costumbres y en los prejuicios, especialmente en todo lo relacionado con la sexualidad y el papel de la mujer, según cuenta la escritora. El catolicismo en retirada debía luchar contra el comunismo y los intelectuales ateos o agnósticos como Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir.

La educación primaria y secundaria de Ernaux fue privada y se desarrolló en instituciones católicas frecuentadas por alumnas de un nivel social y económico superior al suyo. En ese sentido, era una desclasada. A medida que su formación avanzaba, se alejaba más del habla y del modo de pensar de su hogar. Su ingreso en la Universidad de Rouen fue un salto definitivo. Ernaux utiliza en sus libros una expresión materna para describir y ubicar moralmente ese proceso: “morir de ambición”. La cultura convirtió a Ernaux en una profesional de la palabra y la alejó de sus orígenes populares; ese desarrollo intelectual la insertó en la burguesía e hizo de ella una traidora, una tránsfuga social, según sus palabras. En cuanto a su escritura y a su estilo, por más despojados, austeros y sencillos que sean, están sostenidos por estratos culturales nobles y populares.

Annie Ernaux escribe para “salvar” la memoria colectiva de la sociedad que atraviesa al individuo. La idea de “salvación” es un rastro de su educación católica. Los lectores de Proust no pueden dejar de pensar en las semejanzas y diferencias del tiempo “salvado” y el tiempo recuperado. Ernaux, recién llegada en el mundo de la burguesía, está en desventaja porque es una mujer, pero escapa de cualquier clasificación por su “triunfo”, basado en gran parte en su “frágil” condición femenina, devenida tema de sus libros.

La primera parte de Los años, la de la niñez, la adolescencia, y la primera juventud, digamos, hasta 1968, es la más rica desde el punto de vista literario, y humano. Se la lee con placer. Es la que está más cerca del origen, de las raíces. La Segunda Guerra, la Ocupación, la Liberación, la posguerra, la Reconstrucción, el social welfare, el sida, el islamismo, el terrorismo, son los pilares históricos y cronológicos, las menciones que sostienen su narración, fundada en la “verdad sensible”. Esa enumeración de hechos le permite a Ernaux diferenciar su “yo impersonal” (mezcla de “yo”, “nosotros”, “uno” y “se”) del yo catártico o psicológico. ¡Tercera persona, cuántas novedades fallidas se conjugaron a tu amparo!

La narración de Los años, después de 1968, se convierte en un texto casi sociológico, en una de esas crónicas periodísticas de revistas que analizan, evocan o hacen el balance de una década o un siglo que termina tres días después de la venta en quioscos. El ritmo de revolución tecnológica alcanza y supera la velocidad de un trabalenguas. Ése es el encanto temerario e inestable de los juegos malabares al modo de Ernaux.

 

Generated by Feedzy