La decisión más esperada: La Dolfina seguirá un año más con la misma formación y Adolfo Cambiaso va por el 19° título en Palermo

La Dolfina sigue de festejo. La obtención del 15° título en el Campeonato Argentino Abierto fue muy especial para toda la organización, y sobremanera para la familia Cambiaso. Romper la marca de 39 años sin conquistas de padre-hijo, desde Horacio y Benjamín Araya en 1983 con Coronel Suárez II, era una tentación, pero nada como las sensaciones de ganar el torneo más importante del mundo en compañía de su hijo para Adolfito, el hombre de los sueños que parecen inalcanzables y que transforma en posibles con absoluta naturalidad.

“Ya está, no lo puedo creer. Soy muy feliz. No le puedo pedir más nada al polo”, había dicho Cambiaso, de 47 años, apenas consumada la consagración de este viernes en la cancha 1 de Palermo. Su 18° título en el certamen. Pocas cosas le importaban más que haber consumado un sueño que imaginó desde el día que nació el heredero, Poroto, allá por noviembre de 2005. “Soy muy feliz”, dijo. Se notó en cada frase, en cada gesto, en cada palabra que le dedicó a Poroto. Como ese abrazo interminable en el medio de la cancha, todavía arriba de los caballos.

El abrazo de Adolfito y Poroto Cambiaso con María Vázquez (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)

¿Qué significaba concretamente ese “no puedo pedirle más nada al polo”? La chance de que se retirara con toda la gloria. Con el sabor de la victoria en la piel. “Si gana, se va”, decían muchos allegados. “El cuerpo le hace sentir que se tiene que ir”, se escuchaba. “Físicamente no tiene problemas. Se preparó como nunca y está óptimo”, decían otros. Como nunca en los últimos años afloraban las dudas en el entorno y hasta en sus propios compañeros. Porque Adolfito sonreía a medias, no afirmaba ni negaba nada. “No tengo la más mínima idea de lo que voy a hacer”, era su frase por semanas. ¿Especulaciones? De toda clase. Pero certezas, ninguna.

Pasaron las primeras horas y la euforia no decreció. Hubo festejos, la noche misma en el salón de Remonta, dentro del Campo Argentino de Palermo. Siguieron los festejos el sábado, en La Dolfina, con fuegos artificiales y todo. Y el domingo volvió a encontrar a los campeones, los Cambiaso, Pelón Stirling y el MVP de la final Juan Martín Nero, nuevamente en Palermo. No para jugar un torneo, sino para disputar una práctica previamente organizada con la organización Scone, del australiano David Paradice, patrón del equipo con el que Cambiaso juega en Estados Unidos y en Inglaterra.

El festejo de Adolfito, imparable (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)

Allí mismo, en el lugar de las grandes victorias, de las grandes celebraciones, como esta última frente a La Natividad por 13-9 en la final, los jugadores de La Dolfina tuvieron un cónclave para ver qué hacían. Querían escucharse, saber cómo se sentía cada uno. Hablar de las cosas lindas que pasaron juntos y, sobre todo, conocer qué idea tenía Cambiaso. Si había de su parte deseos de continuar un año más. O si Poroto también aceleraba sus planes con los primos, Camilo y Bartolomé Castagnola (h.), rivales en la reciente definición, pero sobre todo familia y amigos. Se sabe del deseo de los tres de jugar juntos alguna vez.

Lo concreto es que La Dolfina continuará con esta formación en 2023. Al menos un año más. Quizá sea el último de Adolfito. Es probable. Pero la del viernes último no fue la última actuación de Cambiaso en la Triple Corona. Volveremos a verlo con la camiseta del equipo de Cañuelas en la próxima temporada, y buscando su título 19 en el máximo certamen. Sólo lo superan Juancarlitos Harriott (20) y Horacio Antonio Heguy (19). Como le dijo hace unos años un amigo, “vos no te podés retirar así nomás, tenés que irte como Roger. Que la gente vaya a verte, a despedirse, a aplaudirte por última vez”. Una apreciación valedera ciento por ciento.

¿Qué dijo Adolfito? “Seguimos un año más. Confirmado. Lo resolvimos recién, hace un rato. Vamos a jugar juntos en 2023 porque la relación dentro y fuera de la cancha es muy linda. Tenemos un juego para seguir siendo competitivos. Es una manera de jugar que nos acompaña dentro de la cancha, un juego muy natural, nada forzado, sumada a la buena relación entre nosotros de muchos años. Es muy probable que el año que viene lo disfrute más que éste. Me planteé más que nada disfrutarlo al año que viene y con estos compañeros. Y Pelón, Juanma y Poroto también tenían ganas de que jugara un año más con ellos. Están divertidos de seguir juntos. Más que nada, eso”.

Poroto Cambiaso marcando a su primo Jeta Castagnola en la final: ambos ganaron el premio Fair Play (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)

Mientras el alto handicap es un hervidero de trascendidos en estos días sobre eventuales cambios en algunos equipos, la noticia más relevante está confirmada: habrá un año más de La Dolfina, con padre e hijo, y los escuderos de lujo. Cracks que también siguen haciendo historia: Nero lleva 12 Abiertos de Palermo ganados y Pelón Stirling, 10. Ambos fueron determinantes en la reciente final y estandartes en la era más gloriosa del equpo entre 2011 y 2020, con Pablo Mac Donough en lugar de Poroto, que iba creciendo y guardando la ilusión de jugar alguna vez con esos monstruos que acompañaban a su papá. No sólo lo logró, sino que además se convirtió en campeón del Abierto a los 17. Un club destinado a hacer historia. Y afrontará su 24a temporada conducido por su eterno capitán. Adolfo Cambiaso, el hombre que asume desafíos y sigue rompiendo todas las marcas.

 

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