La crítica de Monegal: Desfile de cucarachas en una pizzería

Arranca Chicote su octava temporada de ‘Pesadilla en la cocina’ (La Sexta) y el primer lugar que ha visitado es un restaurante-pizzería en Viladecans. Naturalmente es un lugar caótico, y con mucha mugre, si no Chicote no iría.

El dueño, que va a su bola y es muy gritón e irascible, se presenta a las dos del mediodía; o sea, hace suyo aquel lema que dice: “Si un negocio no da para levantarse a las doce, no es negocio”. Pero lo tremendo es que este restaurante no recauda un duro, porque la poca clientela que pueda ir se marcha despavorida cuando comienza el festival del lanzamiento de platos. ¡Ah! Televisivamente hablando, proyectar el ‘duralex’ y la cerámica contra las paredes, contra el suelo o contra ellos mismos, es muy efectivo. Es un recurso escenográfico que sale baratito –en Amazon venden vajillas completas, de 19 piezas, por 26 euros– y en casa disfrutamos y nos entretienen mucho. El momento en que Chicote pasa el dedo por la campana extractora, o por la plancha, y nos muestra la porquería, también es un clásico muy celebrado por la audiencia. O cuando abrió el arcón congelador de esta pizzería y casi se desploma del golpe de hedor que desprendía. Todo esto son recursos escénicos, imprescindibles, para que el espectáculo funcione.

Pero se ha producido en este restaurante de Viladecans un instante novedoso, muy interesante desde el punto de vista de la entomología, cuando unos comensales encontraron cucarachas circulando por encima de su mesa. ¡Ah! Fue un momento peliagudo. Uno de los empleados dijo entonces, con mucho aplomo y serenidad: “Chicote, aquí el problema es que las cucarachas se ven”. Efectivamente, ese era el asunto. De cucarachas hay miles hasta en los restaurantes más finos. El problema de la pizzería de Viladecans es que sus cucarachas, en lugar de vivir en lo oscuro, salen a pasear, tranquilamente, a plena luz del día. Es una rareza de primera magnitud.

Puestos a sospechar, podríamos creer que estas cucarachas alegres y diurnas forman parte del ‘atrezzo’ del programa para darle un toque más chungo. Pero he revisado, en la red, opiniones de antiguos clientes y hay una de 2019 que dice: “El ‘risotto funghi’ venía con gusano. Vivo”. Hombre, aquí lo que debería haber hecho Chicote es organizar turnos de salida para todos estos animalitos de compañía. Si aparecen todos de golpe, asustan.

 

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