La confesión de uno de los detenidos por el crimen del empresario de Manzanares: “Lo mató él, yo sólo le ayudé a esconderlo”

“Lo mató él, yo sólo lo ayudé a esconderlo”. Gaspar Rivera, uno de los dos detenidos en Manzanares (Ciudad Real) por el homicidio del empresario Juan Miguel Isla, cuyo cuerpo fue hallado en un pozo el pasado martes, ha confesado su participación en el crimen, según ha podido saber CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.

El hombre, un jubilado de 74 años residente en Valdepeñas, amigo del primer arrestado, pidió declarar la tarde del miércoles ante la jueza del caso para aportar detalles sobre lo que ocurrió el pasado 22 de julio, cuando la víctima desapareció tras acudir a una reunión en la que tenía que cobrar 50.000 euros por la venta de una finca familiar. Tras escucharle, la instructora del caso lo envió a prisión.

En su declaración ante la magistrada del juzgado número 2 de Manzanares, Rivera acusa a su amigo, Antonio Caba, de matar a Isla tras citarse con él en la finca que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil registró el jueves. Añadió que, tras el crimen, el presunto asesino le pidió ayuda para trasladar el cadáver hasta otro terreno, propiedad de Caba, donde lo tiraron a un pozo. Luego, según su relato, Rivera se subió al coche de la víctima, un Renault Clio, y lo condujo hasta un descampado de Albacete, donde los investigadores lo encontraron en enero.

Una finca de medio millón

El abogado de los hijos de la víctima, Javier Campos del Burgo, aclara que “habrá que esperar a que se levante el secreto de las actuaciones para conocer los detalles” de la confesión de uno de los implicados. El letrado añade que los dos hijos de Isla están “destrozados” después de que les hayan confirmado que el cuerpo hallado en la finca de Caba es el de su padre: “Ahora están a la espera de que les entreguen su cadáver para poder enterrarlo”.

Cuando el empresario se esfumó, Antonio Caba lo estaba ayudando con la venta de un terreno valorado en más de medio millón de euros. La Guardia Civil cree que algo se torció entre ellos el día en que la víctima debía cobrar parte de ese dinero, que los investigadores no han recuperado en los registros realizados hasta el momento. El grado de implicación de Rivera, un hombre sin recursos económicos que solía actuar como una especie de recadero, de hombre para todo, de Caba, en sus negocios, está por definir.

Seguidor de la División Azul

El otro detenido por el crimen, Antonio Caba, se ha acogido hasta el momento a su derecho a no declarar. Su abogado, Rodrigo García, trasladó a los medios de comunicación lo que Caba le había contado: “yo no soy el autor material” del asesinato. En sus redes sociales, Caba deja entrever que es aficionado a las armas (tiene permiso legal) y seguidor de la División Azul, las tropas españolas enviadas para apoyar al ejército nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El nombre de Caba aparece también vinculado a la desaparición de otro hombre, del que nada se sabe desde el 19 de julio de 2019. Se trata de Jesús María González Borrajo, un empresario de 55 años cuyo rastro se perdió después de que vendiera dos Mercedes de alta gama a un conocido por unos 28.000 euros. En esa transacción, de acuerdo con las fuentes consultadas por este medio, hizo también de intermediario Caba, el mismo hombre que tres años después ayudaría a Juan Miguel Isla a vender la finca de su familia.

 

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