Todos los esfuerzos de los equipos de extinción, finalmente, lograron el objetivo fijado desde primera hora de la mañana. El fuego que desde el jueves está arrasando el interior de Castellón no consiguió superar el barranco de Maimona y afectar a las poblaciones próximas de Montán y Montanejos, al tiempo que se alejó la amenaza al parque natural de la Serra d’Espadà.
La mejora de las condiciones meteorológicas a partir de las 20 horas de ayer abre una ventana para asegurar el perímetro estabilizado en las últimas 48 horas en 40 kilómetros. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en una declaración desde el Puesto de Mando Avanzado de Barracas confirmaba que, pese a todo, se afrontaba la noche con cierto optimismo.
No obstante, durante su comparecencia ante los medios de comunicación, Puig reconoció que a primera hora de la tarde -como ya se preveía- el incendio tuvo un desarrollo muy desfavorable. «El momento más difícil ha sido de 16 horas y las 18 horas cuando dos puntos se han reactivado por la fuerza del viento que ha superado esa línea que desde el principio se había mantenido», lamentaba el jefe del Consell, que, pese a todo, descartó nuevas evacuaciones pese a la situación tan delicada. A primera hora de la tarde, desde Emergencias no se descartaba el desalojo de las localidades de Cirat y Torrechiva, que, finalmente, no fue necesario.
Tres carreteras cortadas
Los equipos de extinción aprovecharán, avanzó Puig, la ventana térmica que ofrece el descenso de las temperaturas y el aumento de la humedad de la noche para afianzar el perímetro y mantener a raya algunos puntos que aún se mantienen con llama. El balance al cierre de esta edición del incendio se mantenía en 3.800 hectáreas afectadas, un perímetro de 40 kilómetros, 1.500 evacuados y tres carreteras cortadas (CV-195, CV-20 y CV-207).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitará hoy las zonas afectadas por el fuego junto al president de la Generalitat, Ximo Puig, y la delegada del Ejecutivo central, Pilar Bernabé. Ya lo hizo en agosto al incendio de Bejís para declarar la zona catastrófica después de que las llamas arrasaran 19.000 hectáreas. Para él, este gran incendio en marzo, fuera de temporada, es una advertencia muy seria de la amenaza que supone el cambio climático para un país como España, según explicó tras finalizar la cumbre iberoamericana de Santo Domingo. El balance emitido por Emergencias a las 18 horas no hacía presagiar nada bueno y confirmaba que estaban siendo horas críticas con fuertes rachas de viento, que superaban los 50km/hora, y la humedad relativa por debajo del 20 %. Dos registros que suponían factores muy preocupantes para intentar frenar el avance de las llamas.
Los medios aéreos continuaban hasta última hora con descargas encadenadas para evitar un salto por materiales incandescentes que causen focos secundarios en el entorno de la CV-20, mientras las líneas de defensa se afanaban para que el fuego no afectara al parque Natural de la Serra d’Espadà.
«Son horas cruciales», dijo Bravo tras la reunión en el Puesto de Mando Avanzado a mediodía. La situación prácticamente no había cambiado en las horas anteriores, especialmente durante la noche, que fue, según explicó el servicio de Emergencias «muy estable». Eso contribuyó a que, por tercera noche seguida, el perímetro se contuviera en los 40 kilómetros y las 3.800 hectáreas quemadas. Sin embargo, la preocupación estaba en el viento y el termómetro, dos amenazas que iban a ir subiendo de intensidad conforme pasaran las horas, añadiendo trabas a las tareas de extinción.
La llegada del poniente y el descenso de la humedad —relativamente alta en las jornadas pasadas— hacían temer lo peor. De ahí que se sumaran otros tres medios aéreos por parte del Estado llegando a la veintena de aeronaves trabajando sobre las llamas. A primera hora de la mañana, el punto sobre el que se concentraron los ataques de los efectivos era en el flanco norte, en Los Cantos, en la frontera con Teruel, aunque pronto los esfuerzos se trasladaron hacia el que se convirtió en el área más conflictiva de la jornada: el barranco de Maimona.
Rachas superiores a los 50 km/h
Esta zona escarpada ha sido un motivo de preocupación constante. Es la vía de acceso hacia la Serra d’Espadà, amenazada a apenas unos kilómetros de distancia de las llamas, y la que conecta las localidades de Montán y Montanejos, evacuadas desde el pasado jueves.
Allí las fuertes rachas de viento de poniente por encima de los 50 kilómetros por hora, sumado al aumento de las temperaturas y la baja humedad, por debajo del 20 % frente al 60 % de 24 horas antes, provocaron una reproducción del fuego que obligó a los medios aéreos a intensificar las descargas. Estas tres condiciones son «muy desfavorables» para la extinción de este incendio de sexta generación, como se ha catalogado este incendio.
«Se va a trabajar para intentar evitar que el fuego avance hacia las poblaciones de Montán y Montanejos por la CV-195 y la CV-20», expresaba la consellera de Justicia —y responsable del área de Emergencias—. Era el punto crítico, en el que se centraban todas las miradas y que podía obligar a la evacuación de localidades de Cirat y Torrechiva si las llamas superaban el río Mijares. De hecho, como insistía Bravo, se establecieron «líneas de defensa» para evitar este avance pudiera propagarse hacia el parque natural de Espadà.
La cara opuesta estaba en el flanco norte, la parte aragonesa. Según explicó la consejera de Presidencia y Relaciones Institucionales, Mayte Pérez, las condiciones climatológicas en este área fueron «favorables» durante el domingo tras el «punto crítico» que se produjo en la mañana del sábado con el viento de componente sur. Esta mejoría permitió el realojo de los 250 vecinos evacuados de las localidades de Olba y San Agustín. En este sentido, los responsables del Gobierno aragonés remarcaron que el incendio en la provincia de Teruel, aunque se encontraba estabilizado, todavía seguía «vivo».