Jordi Alba fue el último recurso ofensivo al que apeló Xavi Hernández para intentar desequilibrar el ordenado entramado defensivo del Girona. El de Terrassa deparó un papel distinto al de L’Hospitalet con un rol que no le es desconocido, ya que jugó de extremo en su etapa de formación hasta que se consolidó como lateral en el Valencia, ya como profesional.
El entrenador del Barça siempre ha destacado que Jordi Alba es el futbolista de la plantilla que mejor último pase tiene. Eso es lo que buscó cuando le dio la alternativa en sustitución de Raphinha. Y el veterano lateral le dio la razón. Nada más pisar el césped hizo dos ruputuras consecutivas al espacio marca de la casa con dos centro de gol al primer toque que pusieron en muchas dificultades a la defensa del Girona.
Alba asaltó bien la espalda de Arnau, combinó bien con Alejandro Balde e incluso creó espacios centrando su posición, jugando en ese cuadrado en el centro del campo que Xavi propone para dejar el carril libre al lateral.
El concurso de Jordi Alba estuvo muy cerca de dar sus frutos, especialmente con un pase de la muerte para el remate a puerta vacía de Ferran Torres que David López interceptó de manera providencial.
La sustitución no gustó a Raphina, pero la realidad es que con piernas frescas y con esa sabiduría en el juego que le ha dado los muchos años de experiencia, la entrada de Jordi Alba reactivó el juego de ataque del Barça. No en vano, las ocasiones más claras del conjunto blaugrana llegaron en la recta final.
Alba ha asumido su papel secundario y ayer saltó al terreno de juego con la voluntad de ayudar al equipo en una posición que ya no es la suya pero que explotó a la perfección.