Las hermanas Joana y Mireia Vilapuig, de 28 y 25 años, fueron hace una década estrellas infantiles gracias a ‘Polseres vermelles’. La famosa producción de TV-3 hizo que vivieran cosas poco comunes para su edad, algo que han querido plasmar en ‘Selftape’, una serie de Filmin en la que mezclan realidad y ficción y que escarba en temas como el éxito, el fracaso, los celos y la competitividad en una carrera tan complicada como la de actriz.
¿Cómo surgió la idea de la serie?
Joana Vilapuig: Después de ‘Polseres’ comenzaron a llegarnos ‘castings’ para los mismos personajes, así que se generaban comparaciones entre nosotras. Hubo un momento que pensamos: no pasa a menudo que dos hermanas vivan esto y que, aparte, estén compitiendo. Tampoco nos salía trabajo y estaba siendo bastante duro porque el sueño que habíamos proyectado no se cumplía.
Mireia Vilapuig: Cuando decidimos que queríamos hacer este proyecto lo primero que tuvimos que hacer fue hablar mucho entre nosotras y explicarnos qué había vivido cada una en ese pasado.
¿Fue difícil gestionar esa constante comparación entre ambas?
Joana: Ha sido ‘heavy’. Creo que ahora sé gestionar mucho mejor los celos o el compararme con cualquier persona porque lo he vivido con Mireia. Además nos parecemos mucho físicamente, venimos del mismo lugar, queríamos lo mismo…
Mireia: La profesión de actriz ya te pone en un contexto de compararte constantemente con las compañeras, tratándose además de una industria muy pequeña en la que todas nos conocemos. Pues eso nosotras nos lo llevábamos a casa y lo vivíamos con nuestra hermana. Siempre estaba la pregunta: ¿Y si te cogen a ti qué pasa? ¿Y si me cogen a mí? ¿Dónde está la línea entre la profesión y nuestra relación?
¿Cuánto hay de ficción y de realidad en la serie?
Joana: Hay mucha verdad y mucha ficción.
Mireia: Estará al 50%.
La trama de ‘Selftape’ ya plantea una situación tensa desde el principio, porque Mireia se queda con el papel que iba a ser para Joana.
Joana: Siempre teníamos en la cabeza que el personaje de Mireia tenía más éxito profesional pero estaba peor a nivel de relaciones. En cambio, a Joana le cuesta encontrar trabajo pero tiene una red de amistades mucho más grande.
Uno de los elementos distintivos de la serie son los vídeos que aparecen, de sus ‘castings’ y de escenas familiares, esos ‘selftapes’ que le dan título a la producción.
Joana: Son vídeos de archivo que están intercalados con la ficción para explicar un poco de dónde viene el ‘trauma’ de ellas dos.
Mireia: Un punto clave del proceso de creación fue cuando decidimos que queríamos utilizar las imágenes de archivo dentro de la serie. De alguna manera enfatiza la relación de las dos hermanas.
Joana: Y hace que la línea entre realidad y ficción esté todavía más desdibujada.
¿Fue complicado ser niñas actrices? ¿O fue más difícil crecer y asumir que el éxito puede ser efímero?
Joana: El después.
Mireia: Todo tiene sus pros y sus contras. Nosotras hemos vivido esa realidad, pero tenemos muchas compañeras que empezaron más tarde, que es lo lógico, y también les resultó duro entrar. Al comenzar tan joven como actriz te roban un poco la infancia, entiendes la profesión desde un lugar muy raro.
Joana: Y distorsiona tu perspectiva de futuro. Nuestra madre nos decía: Con 20 años no podéis pensar que habéis fracasado, os queda toda la vida por delante. Nosotras hemos vivido cosas bastante duras de miedos que me han hecho entender que la profesión no es el camino de rosas que yo pensaba cuando tenía 15 años.
Mireia: Esta profesión tiene una fachada muy bonita pero, por dentro, tienes muchos momentos de pasarlo mal.
“Nuestra madre nos decía: Con 20 años no podéis pensar que habéis fracasado”
‘Seltfape’ también aborda cómo haber sido niñas actrices en el pasado influye hasta en sus relaciones más íntimas en el presente.
Mireia: ‘Selftape’ no es una serie que hable explícitamente de sexo. Pero teníamos claro que queríamos hablar de forma personal de situaciones que hemos vivido. Fuimos unas adolescentes muy sexualizadas. Fue algo que tuvimos que digerir, hablarlo mucho entre nosotras y entender que hay momentos en la profesión, dentro de un rodaje, en los que te sientes incómoda y tienes que poner límites.
Joana: Hemos vivido escenas de sexo en rodajes en las que nos hemos sentido muy vulnerables o desnudas, aunque podíamos estar vestidas, así que nos queríamos sentir seguras y protegidas al hacer nuestra serie. Creo que en el rodaje tuvimos más escenas de desnudos que luego se han cortado en el montaje porque nos desnudamos tanto emocionalmente que tal vez era un poco abrumador. Queríamos autoprotegernos porque a veces no lo hemos estado y nos hemos dado cuenta de que al hacer una escena de sexo puedes acabar en una página porno.
¿Tenían claro que la serie debía apostar por combinar el catalán y el castellano? Aunque también aparezcan el inglés y el noruego de forma puntual.
Joana: Era importante que Mireia y yo, que hablamos en catalán, hiciéramos igual en la serie. En Filmin y Filmax [la productora] nos han dado absoluta libertad para crear en el idioma que quisiéramos. Es como en la vida, que con mi pareja hablo en inglés pero tengo amigos con los que hablo en castellano y con mi familia, en catalán.
Mireia: Queríamos ser lo más coherentes posible con nuestra vida y no ponernos una barrera lingüística. Hacerlo era absurdo y está más relacionado con la política que con lo que nosotras queríamos contar.
¿La serie ha sido terapéutica para ustedes?
Mireia: Absolutamente. Antes de hacerla no nos conocíamos tanto.