Tras la pandemia, la Comissaria General de Investigació Criminal (CGIC) de los Mossos d’Esquadra, guiada por la percepción de que la conflictividad entre personas jóvenes residentes en Cataluña había aumentado, se propuso analizarla. Recogió las denuncias y sanciones administrativas en las que hubiera implicados jóvenes y observó que, en efecto, se habían incrementado. No era un estudio ambicioso, remarcan fuentes oficiales, sino un recuento destinado a generar inteligencia fruto de esta nueva inquietud.
Solo este otoño, tres sucesos en los que se sacó una navaja acabaron en homicidio. El fin de semana de Halloween fallecieron dos chicos de 18 años, de nacionalidad marroquí y con antecedentes: uno en Salou y otro en el Paral.lel de Barcelona. En la Mercè, otro joven de 20 años fue apuñalado en la plaza de España. No existen datos, al margen de las investigaciones de uso interno como la anterior, que permitan confirmar si hay o no más violencia entre la juventud catalana, pero sí existe una percepción.
“A comerse el mundo”
Un mando de la Guardia Urbana, consultado sobre si la población juvenil es más violenta que antes de la pandemia, afirma que tras el encierro parece haber determinados colectivos que salen “a comerse el mundo”, un ‘carpe diem’ mal entendido según este policía porque deja entrever que no creen en el sistema, ni en el futuro, ni les importan demasiado las consecuencias de sus actos. Ese perfil de joven, en ambientes de ocio nocturno, suele llevar navaja encima y es el que más preocupa a los cuerpos policiales.
“La gente corriente no lleva un cuchillo encima cuando sale de fiesta. Pueden ser más insolentes con los policías que antes de la pandemia pero no esconde un arma blanca en el pantalón. Los que sí llevan navajas son los jóvenes que se meten en problemas”, remarca este policía municipal, en una alusión más o menos explícita a la polémica expresión ‘cultura de la navaja’, que verbalizó hace pocas semanas el responsable de seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle.
Más presión
Sea como sea, en los últimos tiempos la presión policial sobre la población joven es más elevada. Se preparan más dispositivos y se llevan a cabo más registros, sobre todo para comprobar si llevan encima armas blancas. “En consecuencia, no sabemos si estamos decomisando más navajas porque ahora buscamos más que antes o porque ahora hay más en la calle“, aclara otro mando de la policía catalana. Otros, en sentido contrario, razonan que si actualmente llevan a cabo estos controles es porque han detectado que sí ha habido un incremento.
Tampoco debe olvidarse que el aumento de conflictividad no atañe únicamente a la franja más joven de la población, sino que es algo generalizado tras las sacudidas sociales que implicaron el virus y las restricciones para evitar su propagación, subrayan las fuentes consultadas por El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica.
Delitos contra las personas
Las denuncias por delitos contra las personas –que incluyen hechos tan dispares como las agresiones sexuales, amenazas o lesiones–, por ejemplo, han aumentado, tanto en Barcelona como en el resto de Catalunya. Los hurtos y robos violentos, por el contrario, han descendido en comparación con el 2019, un año de actividad económica similar al 2022. Es un cambio de tendencia delictiva. Las denuncias por violencia sexual, en concreto, han crecido en un 25% y particularmente lo han hecho las que se han presentado contra agresores que eran menores de edad. “Los ciudadanos nos llaman más ahora que antes, hay más crispación en la calle, no es algo exclusivo de los jóvenes”, explica un comisario de los Mossos.
Cuchillos ilegales
Salir de casa con un cuchillo como el que puede contener una navaja suiza no está prohibido en España si la hoja mide menos de 11 centímetros. Sí lo está, por el contrario, si supera esa dimensión o es un arma blanca de fácil ocultación, diseñada para pasar desapercibida. En los controles que llevan a cabo los policías, tanto los Mossos en entornos de ocio nocturno de ciudades como Sabadell o como la Guardia Urbana en Barcelona, cada vez aparecen más de estas armas en bolsillos de jóvenes. “Nos dicen que vayamos con cuidado cuando tenemos que identificar y cachear porque en según qué perfiles es cada vez más frecuente que encima encuentres una navaja”, añade un agente que trababa en el distrito de Ciutat Vella.
El jefe de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez, en declaraciones recientes a RAC1, reconoció que “es un fenómeno que preocupa”. “Desde principios de año, el cuerpo municipal ha hecho más de 1.700 intervenciones de objetos contundentes y armas.
Requisamientos en botellones
Los policías, tanto urbanos como mossos, se quedan con todas las que no cumplen la normativa pero también con las que, cumpliéndola, son halladas durante un registro que se efectúa en un botellón, junto a una discoteca o un concierto. En este segundo caso, los policías las requisan temporalmente y los dueños pueden recogerlas yendo al día siguiente a la comisaría más cercana.
El objetivo que comparten todos los policías no es otro que desarmar a cuantos más jóvenes les resulte posible en entornos de ocio nocturno, en los que las peleas que siempre se han producido pueden acabar siendo mortales si intervienen cuchillos. Para ello la policía catalana trabaja en pautar formas de proceder que aúnen la gestión del fenómeno que llevan a cabo las distintas comisarías del territorio.