Los parámetros que los especialistas usan para determinar si una persona es obesa son:
La determinación del índice de masa corporal (IMC)La medición de la cinturaLa determinación del porcentaje de grasa corporal.
Son medidas indirectas que tratan de ofrecer una información sobre la grasa corporal y su distribución regional.
Sin embargo, como admite el doctor Diego Bellido Guerrero, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol
“Muchas veces el valor de estas medidas no representa ni el porcentaje de grasa corporal total ni su distribución”.
Por eso, este especialista demanda que es necesario “un cambio de paradigma en la valoración del paciente con obesidad”.
Evaluar mediante una biopsia del tejido adiposo
Llegados a este punto, parece que evaluar exhaustivamente, mediante una biopsia, el tejido adiposo puede ser la clave para optimizar el manejo de la obesidad: una enfermedad que precisamente se caracteriza por un exceso de adiposidad.
Estos nuevos abordajes tratan también de hacer frente al problema que supone la existencia de diferentes tipos de “obesidades”, que hacen que personas con igual IMC o grasa corporal puedan tener un diferente riesgo cardiometabólico.
Porque como sentencia la doctora Clotilde Vázquez Martínez, jefe del Departamento Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz-Quirónsalud:
“No podemos seguir tratando igual a todos los que padecen una enfermedad tan compleja y heterogénea como es la obesidad”.
“Acercarnos a la medicina de precisión”
“Si el tejido enfermo es la grasa, ¿por qué no obtener una muestra, una biopsia, y estudiarla?”, se pregunta el doctor Albert Lecube, vicepresidente de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), quien pone el ejemplo del cáncer de mama.
En esta enfermedad oncológica, según comenta el especialista, “la biopsia permite diferenciar entre distintos tipos de tumores y tratamientos. Pues esa misma forma de pensar es la que debemos llevar a la obesidad: conocer las características histológicas de cada paciente y acercarnos a la medicina de precisión”.
Y es que, como afirma la doctora Amaia Rodríguez Murueta-Goyena, del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica Universidad de Navarra:
“El estudio de cambios genéticos, morfológicos y funcionales en una biopsia de tejido adiposo subcutáneo (TAS) constituye una herramienta útil para la medicina personalizada, ya que permite un mejor diagnóstico y manejo del paciente con sobrepeso u obesidad”, .
¿Cómo se hace y qué aporta?
La biopsia de tejido adiposo se obtiene durante el proceso quirúrgico y permite al equipo multidisciplinar encargado del manejo del paciente obtener una información muy detallada de los cambios genéticos y del grado de disfunción del tejido adiposo.
Todo ello podría ayudar a predecir la pérdida de peso y la mejora del metabolismo después de la cirugía.
Por supuesto, este tipo de intervención “deben realizarse siempre en el ámbito clínico y con consentimiento informado del paciente, siendo especialmente recomendables en obesidad grave”, aclara la doctora Rodríguez.
Con este tipo de intervención se puede además, “conocer el grado de disfunción del tejido adiposo e identificar a individuos con mayor riesgo cardiometabólico”.
Por último, y no menos importante, otra utilidad que se encuentra a la biopsia del TAS parte de la existencia de una asociación entre la obesidad y diversos tipos de cáncer (como el cáncer de mama en mujeres post-menopáusica, colorrectal o de próstata).
“El estudio del tejido adiposo que rodea a los tumores constituye una herramienta emergente para conocer los mecanismos moleculares implicados en el desarrollo y progresión de estos tipos de cáncer asociados a la obesidad”, asegura Rodríguez Murueta-Goyena.
La distribución de la grasa: otro factor clave
Hasta hace poco tiempo a la grasa solo se le reconocían funciones básicas, de almacén de energía o para la protección de órganos internos.
Pero ahora, se sabe que el tejido adiposo actúa como un órgano endocrino capaz de secretar hormonas, citoquinas, factores de crecimiento, sustancias vasoactivas que participan en la regulación de distintos procesos biológicos como la regulación del peso corporal, la formación de nuevos vasos sanguíneos, la reproducción o la inmunidad, entre otros.
Por ello, aparte de determinar su volumen, también es esencial evaluar e identificar bien la distribución de la grasa corporal. “Si es importante la cantidad de grave, no lo es menos saber su localización y el grado de actividad del tejido adiposo”, afirma el doctor Lecube.
Así, según donde se localice más la grasa, más probabilidades habrá de desarrollar distintas patologías asociadas a la obesidad.
Por ejemplo, la obesidad visceral, caracterizada por la acumulación de grasa en la región abdominal, se asocia con la presencia de un mayor número de alteraciones metabólicas y riesgo cardiovascular, cosa que no ocurre cuando el exceso de grasa está en la región glúteo-femoral.
Otro ejemplo es la obesidad sarcopénica, caracterizada por la pérdida de masa muscular (sarcopenia) que va acompañada por un exceso de grasa corporal (especialmente en la región visceral). Este tipo de obesidad es un factor de riesgo de fragilidad, declive funcional y mayor mortalidad, por lo que su adecuado diagnóstico es altamente recomendable.