El solo hecho de imaginar a Facundo Pieres con la camiseta de La Natividad ya da un poco de escozor. Extrañeza que aumenta al visualizar mentalmente en el tablero un 9 al lado de su nombre. Que uno de los rivales sea Ellerstina directamente escapa de las posibilidades de cualquier pensamiento humano. El pase de Facu al equipo de los Castagnola es uno de los golpes más resonantes en la historia del polo argentino.
Si Adolfo Cambiaso le hizo “jaque mate” al polo cuando incorporó a Juan Martín Nero a fines de 2010 (Pepe Heguy dixit), este traspaso equivale a ganar un desafío de partidas simultáneas contra diez grandes maestros. Deportivamente, es probable que no tenga la misma incidencia que aquel del back trenquelauquense a La Dolfina, sobre todo por una cuestión etaria (Facundo tiene 36 años), aunque tranquilamente La Natividad puede llegar dominar el polo el próximo lustro. Pero la carga simbólica es mucho más pesada. Los hermanos Pieres y Ellerstina parecían indisociables; una identificación inquebrantable. Máxime la de Facundo, el jugador distinto. La estrella que peleó por el trono con Cambiaso y el único que por momentos llegó a rebasarlo. Hasta que el hambre de gloria fue más fuerte y esa ligazón filial de 20 años no soportó la presión y se rompió.
Con su contrafigura, Adolfo Cambiaso, con quien disputó la supremacía del polo durante más de 15 años; el crack de Cañuelas seguirá otra temporada, con 48 años, y Facundo Pieres, ya con 37, tendrá otra oportunidad de ganarle el Argentino Abierto.
“Todavía me duele haber tomado esta decisión”, dice Facundo Pieres en una larga y reflexiva charla para LA NACION. “Nos estaba costando disfrutar. Obviamente, nos afectó mucho haber perdido tantos años seguidos. Cada derrota se sentía como un fracaso. Eso lleva a replantearse cosas. Jugar en familia siempre fue nuestra prioridad. Estoy orgulloso de que haya sido así. Creo que nos va a venir bien separarnos un tiempo. Puede ser un año, dos, cuatro, diez… Por otro lado, estoy feliz por el nuevo proyecto”.
Facundo se saluda con su hermano menor, Nicolás, con quien compartió 12 años de Triple Corona, y junto a ellos está el mayor, Gonzalo, que pasó 20 temporadas con Facu; Nico y Gonza seguirán jugando por la Z. (Sergio Llamera/)
En 2023, Facundo jugará en La Natividad junto a Bartolomé (22 años) y Camilo Castagnola (20), las dos apariciones más fulgurantes de las últimas temporadas y campeones del Abierto Argentino de 2021, y Pablo Mac Donough (40), compañero de Facundo en sus inicios en el polo alto, con quien ganó dos veces Palermo y que luego se marchó a La Dolfina para hacer historia y lograr nueve trofeos más en una década. Un verdadero equipo de galácticos.
Un ataque de Facundo en un Ellerstina vs. La Natividad por el Abierto de Hurlingham; atrás, Camilo Castagnola, que será compañero en 2023, y Nicolás Pieres, futuro adversario. (Sergio Llamera/)
La charla se produjo entre el cimbronazo por la decisión, la euforia por la conquista de la selección argentina de fútbol en el Mundial de Qatar y el viaje de Facundo a Punta del Este para pasar las fiestas y unos días de vacaciones, como lo hace todos los años junto al resto de la familia Pieres. Esta vez, no obstante, brindarán por objetivos diferentes.
“Desde hacía rato no sufría tanto viendo un deporte, pero estoy feliz”, afirma en referencia a la conquista de Lionel Messi y compañía. “Me pone muy feliz por los jugadores. Soy amigote de Gio Lo Celso y conozco a casi todos. Tengo varios amigos en común, incluso a [Lionel] Scaloni a través de [Germán] «Poroto» Lux. Sé de todo lo que deben de haber pasado, lo que deben de haber sufrido, las sensaciones, la presión que tenían, las ganas de ganar. Lo que más me alegra es por ellos. Además, fueron todos chicos nuevos, un cuerpo técnico impresionante, con perfil bajo y un buen método de trabajo. Un ejemplo”.
Facu es amigo de varios jugadores del seleccionado de fútbol, como Giovani Lo Celso (izquierda), que quedó fuera del Mundial a último momento por una lesión pero acompañó al plantel en Qatar; Gio y Manuel Lanzini visitaron al polista en una semifinal del Abierto Británico, en julio.
–¿Cómo estás hoy, después de tomar una decisión tan trascendente?
–Fue un año de mucho cambio, muchísimo cambio. Por un lado, me pasó de todo. Primero estoy triste por haber tenido que tomar esta decisión. Veníamos viéndolo cada vez más cerca. Nos estaba costando, no tanto por no lograr resultados, sino disfrutar cada uno en la situación en que estábamos. Nos estaba costando eso. Terminó la temporada, nos juntamos los tres a hablar cada uno de cómo veía el futuro y terminamos tomando esta decisión. Todavía estoy dolido. Pasé una vida entera en Ellerstina, 20 años jugando al lado de Gonza, 13 con Nico… Me cuesta y me va a costar mucho. Por el otro lado, estoy feliz por la decisión que tomamos, por la posibilidad de jugar en La Natividad con los Castagnola y Pablo. Estoy contento y feliz por el nuevo proyecto.
–En Ellerstina siempre priorizaron jugar en familia por sobre los resultados. Por eso jugaron con su cuñado Mariano Aguerre, primero, y su primo Polito Pieres, después. ¿Qué pasó esta vez?
–Fue algo que nos venía costándonos estos últimos años. Nos estaba costando que llegaran los resultados y nos estaba costando disfrutar. Cuando jugás muchos años juntos deben pasar estas cosas, se hace más difícil. Siempre le buscamos la vuelta, siempre fue nuestra prioridad. Estoy orgulloso de que haya sido así; dimos todo. Pero algunas cosas tienen su ciclo. Sentimos que había llegado ese momento. Lo pensamos bien y lo sentimos así. Creo que nos va a venir bien separarnos un tiempo. Puede ser un año, dos, cuatro, diez… Puede pasar cualquier cosa. Pero necesitábamos parar un poco y pensar qué quería cada uno y cuál era la mejor forma de que cada uno pudiera disfrutar del polo. Siempre fue natural jugar juntos. No era un esfuerzo. Siempre la prioridad fue jugar entre los hermanos y va a seguir siendo ésa. A veces necesitás cosas distintas, motivarte de otra forma. Es lo que estamos tratando de hacer. Disfrutar, pasarla bien jugando al polo. Nada más que eso.
Facundo Pieres hace hincapié en la familia, en la que tiene gran protagonismo su mamá, Cecilia Rodríguez Piola, habitué en las temporadas del exterior acompañando a sus hijos. (Foto: Matias Callejo/)
–¿Cuánto pesó el hecho de que no se dieran los resultados en los últimos años?
–Por un lado, toda la vida elegimos y priorizamos jugar en familia, cuando el resto se armaba en función de formar el mejor equipo posible. Por otro lado, durante 10 años tuvimos enfrente probablemente al mejor equipo de la historia del polo. Y así y todo le ganamos varias finales de Tortugas y Hurlingham, incluso ganamos un Abierto y perdimos varias finales en suplementario. Obviamente nos afectó mucho perder tantos años seguidos. Pero el solo hecho de ganarle algunos campeonatos ya era muy meritorio. Para Ellerstina no ganar se sufría demasiado. Las derrotas se veían como un fracaso, cuando la realidad es que enfrente había un equipo impresionante, de cuatro jugadores perfectos, jugando cada uno en su puesto natural y con su mejor organización puesta acá, cada uno con un patrón de afuera que lo ayudaba. A nosotros, siendo tres, se nos hacía más difícil organizarnos y montarnos. Nosotros teníamos que dotar a toda la familia con la misma organización y compitiendo en los tres lugares del mundo [Argentina, Inglaterra y Estados Unidos]. De todas maneras, somos abiertos y compramos caballos de afuera, pero en un 80 o 90% jugamos con caballos de Ellerstina. Ninguna organización del mundo tiene esa capacidad. Damos un poco de ventaja. Por eso creo que es recontramil meritorio lo que conseguimos como organización. No logramos ganar más veces Palermo y eso lleva a replantearse muchas cosas y tener dudas. Nos habría encantado ganar más veces Palermo, sí. Y ahora eso nos llevó a tomar esta decisión. Ver como para qué está cada uno y ver qué sale. Me replanteé, evalué qué tenía más ganas de hacer e hice todo lo que estaba a mi alcance para estar en un equipo supercompetitivo. Al salir la posibilidad de jugar con los Castagnola, que son el presente y el futuro del polo, me entusiasmé y tomé la decisión.
Un gesto afectuoso con Isabel II, entendida en caballos y que solía entregar la Copa de la Reina, un trofeo en honor a ella.
–Hablabas de la presión que vivió el seleccionado argentino después de muchos años sin ganar. ¿Ustedes, los Pieres, sentían esa presión? En caso de que sí, ¿se la ponían ustedes o venía de afuera?
–Un poco de todo. Ellerstina siempre apuntó a ganar, ganar, ganar. Pero se encontró con una potencia y no fue tan fácil. Miro atrás y el hecho de haberle ganado algunos torneos me hace pensar que hicimos muy bien las cosas. La realidad es que nos tocó enfrentarnos con la más dura. Por ahí a la presión nos la generamos nosotros, Ellerstina como organización. Cada derrota se sentía como a un fracaso. Si la hubiésemos vivido de otra manera, las presiones se habrían alivianado.
–Mirando atrás, ¿pensás que deberían haber buscado a un back como cuarto integrante?
–Puede ser, pero puede que no, también. Hubo años en que Nico de 4 fue el mejor del equipo, y quizás del Abierto también. Jugando yo de 1 y Polito de 2 estuvimos en una final con posibilidades de ganar. Cuando yo jugué de 4 también tuvimos una buena temporada. Es difícil decir que si hubiésemos tenido un 4 nos habría ido mejor. Un año jugamos con Nachi Du Plessis de 4 [la final de 2014] y nos ganaron bien. Podría haber pasado cualquier cosa.
–Hablaste de la caballada. Siempre se dijo que Ellerstina era la mejor organización del mundo, pero ¿qué tan difícil es tener una misma organización para tres jugadores, y hasta darle algunos caballos a un cuarto? ¿Se quedaron atrás de otros equipos por eso?
–Siempre hay cosas por ir mejorando, pero no tengo dudas de que Ellerstina es la mejor organización del mundo. Todos los años nos juntamos y vemos qué se puede hacer para mejorar, cómo sacar mejores caballos, encontrar las genéticas. Cuantos más caballos buenos salgan, mejor. Como es una organización tan grande y vivimos de eso, hay una parte que es muy comercial. Por ahí se logra un nivel de caballos que tiene un equilibrio. En los últimos años nos ha costado tener supercracks que jugaran dos chukkers en Palermo. Le pasa al mundo entero del polo. Cuanto más lejos se está del purasangre se hace más difícil. Las grandes yeguas nacen cerca del purasangre. Todo el mundo encontró la manera fácil de llegar al 8 puntos, pero cuesta más encontrar uno que sea 10 puntos. Y después, cuando encontrás funcionamiento, cuando estás en ganador, el caballo funciona mejor. Si un equipo tiene funcionamiento y juega bien, un caballo de 8 puntos parece uno de 10. Una cosa lleva a la otra. Necesitás un poquito de todas las cosas. Como organización, Ellerstina es la mejor del mundo por afano. Estoy convencido.
–Siempre fueron reacios a la clonación, pero ahora están clonando.
–Hay algunos clones. Tampoco estoy tan metido, no estoy al tanto de todo. La idea es clonar caballos para reproducción. Recuperar esas líneas de sangre que tantos cracks nos dieron. Padrillos como Pícaro y Sportivo y madres importantes. Después se verá si juegan, pero el objetivo es no perder esas líneas de sangre.
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Facundo debutó en el Campeonato Argentino Abierto en 2003, con 17 años. Dos temporadas más tarde, después de acceder a su primera final, se convirtió en el jugador más joven de la historia en alcanzar los 10 goles de handicap, a los 19, marca que un año atrás quebró su nuevo compañero de equipo Camilo Castagnola (18), y que rebasó hace 23 días Poroto Cambiaso (17). A aquel cuarteto de 2005 lo completaban su hermano mayor y compañero de ruta de toda la vida, Gonzalo (con quien también ganó 11 de los 26 títulos grandes de campeón que acumula en Inglaterra y Estados Unidos), y sus primos Matías y Pablo Mac Donough.
Facundo y Gonzalo (h.) Pieres parecían inescindibles en el polo, al menos en la temporada argentina; veinte veces compartieron la Triple Corona y ganaron juntos 11 torneos grandes. (Gentileza Helen Cruden/)
En 2008, Juan Martín Nero reemplazó a Matías y llegaron los primeros festejos mayores: Palermo en 2008, Triple Corona en 2010. Pero la prioridad era la familia y el ingreso al año siguiente del hermano menor, Nicolás, desencadenó las salidas de Nero y Pablo Mac Donough nada menos que hacia el archirrival, La Dolfina. Ya con Mariano Aguerre como cuarto integrante, después de un año con Ignacio Heguy, los Pieres lograron Palermo en 2012, que se convirtió en su última conquista allí, y única de los tres hermanos juntos. Luego pasaron Polito Pieres (2015 a 2019) e Hilario Ulloa (2020-2022). En la Argentina, Facundo acumula 10 trofeos del Abierto de Tortugas, ocho de Hurlingham y tres de Palermo.
Facundo destaca haberle ganado varios campeonatos al “probablemente mejor equipo de la historia”, el La Dolfina de 2011 a 2020; uno de esos éxitos, el Abierto de Tortugas 2019, junto a Nicolás, Gonzalo y su primo Pablo Pieres.
Durante los primeros años, la némesis de Ellerstina era la formación de La Dolfina compuesta por Cambiaso, Lucas Monteverde, Aguerre y Bartolomé Castagnola. El back, que se encargaba de marcar a Facundo, es el ideólogo de La Natividad y el padre de dos de sus futuros compañeros. Aunque el director técnico en los últimos dos años fue Pepe Heguy, la incidencia de Lolo en el funcionamiento del equipo resultó determinante. ¿Seguirá siendo así? ¿Harán prácticas en Cañuelas o en General Rodríguez? ¿Cómo formarán? Al igual que Ellerstina, el equipo carece de un back natural. Tiene dos números 1 (Facundo y Camilo) y dos números 3 (Mac Donough y Bartolomé).
Facundo tiene experiencia de haber jugado en varias ocasiones como número 4 en Ellerstina, incluso en su primera experiencia con los hermanos Castagnola, en la X-Treme Polo League que ganaron al inicio de la temporada alta de 2019 (Polito Pieres era el cuarto integrante). Barto cumplió esa función en los últimos dos abiertos del Jockey Club, que ganó jugando por La Ensenada en 2021 y Scone en 2022.
En la X-Treme Polo League, de 2019, Facu compartió Ellerstina con Bartolomé (h., foto) y Camilo Castagnola, más Polito Pieres; aquella vez jugó como número 4, algo que tal vez se repita en La Natividad. (Ignacio Sanchez/)
“No terminamos de definir nada. Tenemos todo el año para ir viendo y pensando”, aclara Pieres. “Nos juntamos una vez a ver qué caballos había, qué podía usar cada uno, pero nada más. Después Pablo se fue enseguida a Estados Unidos, así que no volvimos a juntarnos. No definimos posiciones, no definimos coach… Nos falta bastante, pero hay tiempo”.
–¿Cómo se dio tu llegada a La Natividad?
–Cuando tomé la decisión de encarar un proyecto distinto y volver a motivarme estaban todos pendientes de lo que iba a pasar con los equipos. No se sabía nada. Y surgió esta posibilidad. Los interesaba armar algo conmigo. En un día nos juntamos, nos pusimos de acuerdo y dijimos «vamos para adelante». A los dos Castagnola los conozco de chiquitos. Sentí que es lo mejor que me podía pasar en lo individual y lo colectivo, que íbamos a pasarla bien y a ser un equipo competitivo. Después se sumó Pablo. Me recontra divierte y me motiva mucho jugar con él. Va a aportar experiencia, caballos y todo lo que es como jugador. La idea es sumar, juntarnos, organizarnos, ayudarnos con caballos… Ser lo más competitivos posible, pero pasándola bien.
–En Ellerstina siempre manejaron la caballada como una unidad que se repartían entre los tres hermanos. ¿Qué van a hacer ahora?
–La idea es ir dividiendo en lotes para cada uno. Siempre manejándonos como una organización en conjunto, los tres hermanos con papá. Ellerstina es una organización muy grande y difícil de manejar. Entonces, sectorizar y manejar cada uno su lote pueden venirnos bien.
Treinta años cumplió en 2022 Ellerstina, pero la temporada estuvo entre las más flojas para la Z y Facundo emigra a Cañuelas; no obstante, sigue compartiendo la cría con sus hermanos Gonza y Nicolás y con su padre, Gonzalo, y ahora “lotearán” la caballada. (Fabián Marelli/)
–¿Dijiste que también iban a pasar caballos a los Castagnola?
–Lo más importante es que el equipo está abierto a todo. Todos tienen cualidades distintas. Lo que más queremos Pablo y yo es que el equipo funcione, y si tenemos que pasarles alguna yegua a los chicos para sumar, lo haremos.
–¿Qué implica para vos reencontrarte con Pablo?
–Llevamos muchos años jugando en contra. No comparto una cancha con él desde 2010, ni acá ni en el exterior. Siempre estuvimos compitiendo. Me divierte, me entusiasma, me motiva. Este año mostró qué tipo de jugador es. En un equipo más chico [La Irenita, subcampeón en Hurlingham] y con menos presión, para ellos llegar a una final ya era muy bueno. Con jugadores muy buenos alrededor, Pablo hizo que el equipo funcionara. Pero viene jugando bien desde hace 20 años. También viene mejorando mucho sus caballos. Está mejor que hace dos años, que hace cinco, que hace diez. Eso también te mejora como jugador.
Pablo Mac Donough y Facundo Pieres son primos, compartieron ocho muy buenas temporadas en Ellerstina y lograron la Triple Corona en 2010, pero desde entonces siempre fueron adversarios, incluido el polo del exterior; ahora se reencontrarán en La Natividad. (Rodrigo Néspolo/)
–¿Cómo va a ser jugar con los Castagnola?
–También estoy recontramil entusiasmado. No veo la hora de compartir una cancha con ellos. Cuando jugamos la X-Treme salimos a la cancha de la nada, sin haber hecho ni una práctica juntos, y enseguida tuvimos esa sensación de conocernos rápidamente. Yo jugué de 4; Barto, de 3, y Jeta [Camilo], de 1. Pero tenían 17 y 15 años [18 y 16, en realidad]; ahora tienen mucha más experiencia, son otro tipo de jugadores. Me recontra divierte.
En 2019, Facundo Pieres y Bartolomé Castagnola (h.) obtuvieron la Copa Coronación representando a Argentina, junto a Alfonso Pieres (h.) y Juan Britos; en 2023 Facu y Barto formarán un temible equipo en la temporada alta de Buenos Aires. (@ESPNPolo/)
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La Natividad 2023 será un equipo de 40 goles en todos lados menos en los papeles, después de la sorpresiva baja que sufrió Facundo al final de la última temporada. En la que no entregó su mejor polo, es cierto. Tanto como que es un jugador de 10 goles, también. De hecho, había empezado el año ganando el Abierto de Estados Unidos y el Británico (dato: nadie ganó US Open, British Open y Argentino Abierto en un mismo año). Pero a veces los handicaps responden más a rendimientos colectivos que a la calidad individual, y este año Ellerstina nunca terminó de calibrarse.
Como jugador de Pilot, Facundo obtuvo este año por sexta vez el Abierto de Estados Unidos; luego conquistó el Abierto Británico y cerró un gran año en el extranjero, pero las cosas no funcionaron para él en Argentina. (@PoloAssociation/)
Después que se desmembrara el dream team de La Dolfina a fines de 2020 todo indicaba que Ellerstina tomaría la posta, sobre todo después de que en el primer año de Ulloa en el equipo ganara Tortugas y Hurlingham y estuviera muy cerca en la final Palermo (8-10, tras empezar 8-7 el último período). El año pasado, no obstante, después de obtener el primer certamen, Nicolás Pieres sufrió una dura lesión cervical y la Z quedó lejos. Este año comenzó con el subcampeonato en Tortugas, en un partido que tenía ganado y que La Natividad le dio vuelta en el último chukker, y luego la Z cerró 2022 con un saldo de cinco victorias en diez encuentros. Las otras derrotas fueron ante La Ensenada-Murus Sanctus en Hurlingham, Cría La Dolfina en Palermo y dos en el clásico, en los últimos dos certámenes.
“No sé si esperaba el 9. Sabía que podía llegar a pasar”, lamenta Facundo tras 17 años con 10 goles. “No voy a darle importancia. Sí me sorprende ver que tengo ese handicap. También quiere decir que para un grupo de gente no estaba jugando. Será eso, si le parecía. Tendré que hacer todo lo posible para jugar en el nivel que puedo llegar a tener. A mucha gente le ha pasado [que la bajaran], no es un tema sólo mío. Voy a usarlo para motivarme, para hacer mejor las cosas. No es lo que más me importa. Tener 9 o 10 no me cambia. La prioridad es ganar. Ganar y pasarla bien. Tener 10 es lindo, no voy a negarlo. Habrán tenido sus razones para tomar esta decisión. La respeto”.
–¿Te pareció una decisión justa?
–No soy quién para decirlo.
Es cierto que 2022 no fue un año destacado para Facundo Pieres en Buenos Aires, pero la jerarquía del crack es tal que sorprendió su baja a 9 goles de handicap, al cabo de 17 años. (LA NACION/Fabian Marelli/)
–Empezaste diciendo que te habían pasado muchas cosas este año. Entre ellas, atravesaste una separación. ¿Afectó tu rendimiento en la cancha?
–No. Lo único que podía llegar a afectarme era el hecho de viajar tantos meses por año y estar lejos de mis hijos. Pero sé que si puedo organizarme bien, todo puede acomodarse. Deportivamente no tiene nada que ver una cosa con la otra. Ni las cosas buenas ni las malas.
Renata y Zenón son las luces en la vida cotidiana de Facundo Pieres, que ahora debe organizarse para poder ver a sus hijos mientras se desempeña en otros países.
–¿Cómo va a ser tu temporada en el exterior?
–Me quebré una mano jugando la Copa de Oro en Ellerstina, pero llego bien de tiempo para jugar en Palm Beach. Me quebré el 6 de diciembre y tengo que estar un mes quieto; después habrá un tiempo de rehabilitación y el torneo empezará a mediados de febrero, así que estoy bien. Voy a volver a jugar por Pilot, con Mati Torres Zavaleta y Matías González. La organización de Curtis y Gonzalo de la Fuente, y casi también mía. Es un lugar en el que me siento muy cómodo, me hacen sentirme espectacularmente. Lo disfruto mucho más allá de la temporada.
–¿Y en Inglaterra?
–Voy a volver a jugar por Park Place con Andrey [Borodin], James Harper y Matt Perry. Me divierte, me motiva. Jugué con Matt Perry hace varios años, me encanta cómo juega y desde hacía mucho tenía ganas de jugar con James Harper. Estoy con ganas de competir ahí. Inglaterra siempre es difícil. Depende cómo se organiza cada uno. Tienen que pasar muchas cosas para ganar ahí.
En acción con la camiseta de Park Place, su conjunto en Inglaterra, que “siempre es difícil” y donde “tienen que pasar muchas cosas para ganar”.
–¿Cómo va a ser jugar contra Ellerstina? Por los calendarios, lo más probable es que en alguno de los tres torneos te toque como rival.
–No lo había pensado mucho hasta el otro día, cuando lo hice charlando con un amigo. Lo pensé un poco y de sólo imaginarlo… No va a ser para nada un partido que vaya a disfrutar. Por otro lado, iré preparándome de la mejor manera posible, concentrado. En definitiva, es parte del polo y somos todos jugadores profesionales. Hay que ver qué pasa con el sorteo. Si hay alguna posibilidad de que no nos toque enfrentarnos, espero que se dé. Y si tengo que jugar en contra, ojalá sea en una final.