Estos lagartos consiguen un camuflaje perfecto gracias a las matemáticas

El camuflaje es una táctica de supervivencia esencial en la naturaleza. Cada animal posee un patrón único respecto al resto de individuos de su especie, pero ¿qué determina tales patrones? Un equipo multidisciplinar de la Universidad de Ginebra ha realizado un interesante estudio sobre la piel del lagarto ocelado (Timon lepidus) para demostrar, a través de un modelo teórico, cómo la coloración de cada escama se adapta para conseguir un patrón general que proporcione un camuflaje óptimo.

Los investigadores han aplicado una variación del modelo de Ising, utilizado en física estadística para analizar la magnetización espontánea de las partículas cuando se estudia el comportamiento de los materiales ferromagnéticos. Las escamas de los lagartos ocelados se comportan de forma similar: algunas son verdes y otras negras, pero su pigmentación se va formando durante la vida del animal y cada una puede cambiar de un color a otro.

La pigmentación de las escamas evoluciona para conseguir un patrón lo más irregular posible y así mejorar el camuflaje

Lo que los científicos han observado es, precisamente, que la pigmentación de cada escama – verde o negra – se determina en función de las de su entorno, mediante la interacción entre los cromatóforos (las células responsables de pigmentar la piel) de escamas colindantes: es decir, que cada escama “sabe” de qué color son sus vecinas y ajusta su propio color en función de ello, de modo similar a cómo las partículas se magnetizan en función de las adyacentes en el modelo de Ising. La piel del lagarto forma un sistema inteligente que evoluciona para conseguir, en conjunto, un patrón lo más irregular posible.

El objetivo de este mecanismo es evitar que aparezcan formas regulares en la piel, como lunares o rayas, que podrían hacer a estos animales más fáciles de identificar por sus presas o depredadores. Creando un patrón lo más irregular posible, el lagarto ocelado consigue un camuflaje óptimo. En el estudio publicado, los investigadores establecen que se puede precedir, mediante fórmulas matemáticas, cómo va a evolucionar la pigmentación de las escamas.

El equipo ha hecho otra observación interesante, y es que aunque ningún animal tiene el mismo patrón, el aspecto de todos ellos es similar. “Lo que importa no es la localización precisa de cada escama verde o negra, sino la apariencia general de los patrones finales”. Esto tiene una implicación importante, y es que da a todos los individuos oportunidades equivalentes de supervivencia; al menos, al margen de otras variables.

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