“No es solo la victoria de Lula, es la de todo el pueblo brasileño”, dice Herval Nogueira Junior, quien recorrió más de 1.300 km en bicicleta para asistir a la toma de posesión del líder izquierdista el domingo en Brasilia.
Con el casco de ciclista todavía en la cabeza, este jubilado de 60 años causó sensación en el campamento de activistas de izquierda, instalado en un enorme hangar cerca de un gran parque, en el centro de la capital brasileña.
Decenas de miles de personas se esperan el domingo para un día de ceremonias oficiales y actos festivos, con motivo de la asunción de Luiz Inacio Lula da Silva.
Llegan desde hace varios días de todo el país, trayendo tiendas de campaña decoradas con la cara de Lula o la estrella del logo del Partido de los Trabajadores (PT), responsable de la organización del campamento, que albergará a unas 18.000 personas.
Nogueira Junior partió en bicicleta el 21 de diciembre desde Aracruz, en el estado de Espirito Santo (sureste).
Recorrió alrededor de 130 km diarios, durmiendo en hostales baratos, excepto el octavo día, en que tuvo que montar su tienda de campaña al borde de la carretera.
“Puede parecer una locura, pero quería desafiarme a mí mismo. Tengo prótesis en ambas rodillas y comencé a andar en bicicleta para fortalecer los músculos de las piernas”, dijo a la AFP este brasileño que se dañó el cartílago mientras trabajaba en un puerto.
La pareja de profesores Raquel Rocha y Marcos Angelus también hicieron un largo viaje para llegar a Brasilia: partieron el 26 de diciembre en automóvil desde Joao Pessoa, en el estado de Paraiba (noreste) y fueron los primeros en llegar al campamento el jueves.
Los organizadores no esperaban las primeras llegadas, la mayoría de ellas en autobús, hasta el viernes, pero aun así pudieron armar su carpa. “Podríamos haber venido en bus, pero preferimos ir de aventura, parar en el camino”, dijo Angelus, de 38 años.
“Espero que sea una celebración del amor, de la paz, para que podamos vivir este momento histórico sin violencia”, dijo su compañera Raquel, una joven rubia de 34 años.
– Ambiente festivo –
Amanda Vannucci, de Sao Gonçalo, un suburbio de Rio de Janeiro, también está preocupada por la seguridad después de que el sábado pasado se encontrara una bomba en un camión de transporte de combustible cerca del aeropuerto de Brasilia.
Su presunto responsable, un seguidor del presidente saliente Jair Bolsonaro, dijo tras ser detenido que su objetivo era “causar caos”, provocar la intervención de las Fuerzas Armadas y evitar así la asunción de Lula.
“Tomamos nuestras precauciones, siempre caminamos en grupo. Tengo un poco de miedo, pero estoy feliz: llevo 18 años en el PT y me atrae la idea de ver a Lula, extornero mecánico como mi padre, de vuelta en la presidencia”, explica esta mestiza de 30 años.
La mayoría de las personas acogidas en el campamento debían registrarse previamente. A su llegada, se identifican en el mostrador de recepción, para luego ser revisadas minuciosamente con detectores de metales en la entrada.
Pero dentro, el ambiente es festivo.
Un grupo de jóvenes del estado de Minas Gerais (sureste) entona canciones de rock brasileño, acompañados por una guitarra.
Leonam Costa, un ingeniero de 27 años, viajó 24 horas en autobús desde Toledo, en Paraná (sur), pero es de Pará, uno de los estados amazónicos más afectados por la deforestación.
“Espero que con Lula todo cambie, que conservemos mejor la naturaleza”, dice este joven negro que viste un tradicional sombrero de paja decorado con tiras fluorescentes a los lados.
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