El placer de recibirlos nuevamente en este espacio para compartir con ustedes, queridos lectores, un interesante informe de un reconocido banco suizo llamado: “El síndrome del arquero”.
Este pretencioso informe relaciona la habilidad de un arquero para atajar penales con una buena administración del dinero.
Para analizar la optimización de la toma de decisiones de los arqueros, se examinó la probabilidad que tiene un guardavalla en detener un penal.
Se utilizó un estudio muy serio publicado por un grupo israelí (MPRA) que, tras analizar miles de ejecuciones de tiros penales en diferentes ligas de futbol, en distintas épocas y en diversas categorías en distintos países, descubre que el arquero se lanzaba ya sea hacia la izquierda o hacia la derecha casi en el 94% de las ocasiones; por lo tanto, solo en el 6% de los casos simplemente se quedaba quieto en el medio, esperando que el balón fuera recto.
Las estadísticas obtenidas por la empresa israelí muestran que la distribución de los tiros penales fue la siguiente: 39,2% se dirigieron a la derecha; 32,2%, a la izquierda, y, finalmente, 28,7% fue pateado al centro. El informe sostiene que un arquero tiene casi las mismas probabilidades de éxito permaneciendo en el medio de su arco, sin hacer nada, que si se lanza hacia la derecha o hacia la izquierda.
Sin embargo, solo en el 6% de los casos se queda en el centro sin moverse, cuando aproximadamente un tercio de las ejecuciones van ahí.
Ocurre lo mismo en los mercados financieros, porque son muchas las veces que gana más dinero aquel que no se mueve demasiado. Se pierde más cambiando de inversiones todo el tiempo que dejando madurar una idea y esperando a que rinda sus frutos.
Quizás con la política económica de un país también pasa lo mismo. Aquellos que cambian las reglas del juego todo el tiempo se quedan sin reglas y sin quien, finalmente, las respete. Y los activos permanecen devaluados por falta de inversores.
Generalmente, los países desarrollados mantienen sus reglas claras y estables, que, aunque no sean tan buenas ni tan justas, por el simple hecho de que sean estables y permanentes generan más confianza en los partícipes de ese sistema que, en consecuencia, se animan a invertir a un largo plazo.
Por el contrario, el cambio permanente en las reglas del juego obliga al inversor a convertirse en especulador y a necesitar hacerse amigo de quien tiene el poder de modificar esas condiciones.
La inacción no siempre es un defecto. De hecho, la historia nos enseña que, a menudo, es apropiado quedarse quieto cuando se avecina la tormenta. Se ha observado que una de las peores crisis sanitarias y económicas de la historia no afectó de forma duradera la tendencia de consumo global y solo se necesitaron menos de nueve meses para recuperar los niveles previos de crecimiento económico global.
Así como existe el “síndrome del arquero” también existe el “síndrome de Solomon”, también llamado síndrome del rebaño. Es una reacción habitual que se produce en el ámbito de la gestión financiera, en el cual uno no se guía por sus conocimientos, sino que termina actuando como lo hace la mayoría.
En la década del 50, el prestigioso psicólogo Solomon Asch hizo un experimento con el cual demostró que, frente a una cuestión sencilla, muchas personas prefieren dar una respuesta errónea, a sabiendas de que está mal, si perciben que la mayoría prefiere tomar otro camino, solo para sentirse integradas en ese grupo mayoritario.
Es como que si fuese menos grave el hecho de equivocarse si lo hace la mayoría, que los beneficios obtenidos si se acierta solo. El efecto rebaño desalienta la innovación y el riesgo.
No arriesgar (y no cambiar)
Contradiciendo al “síndrome del arquero”, el efecto rebaño demuestra que fracasa una sociedad que no se arriesga al cambio por el miedo que provoca perder lo poco que se tiene.
El que vive en un lugar que se inunda o resulta inseguro no se muda de ahí, porque nadie le compra la propiedad, puesto que el lugar se inunda y resulta inseguro. Pero es lo único que tiene. Al no mudarse, queda como rehén de esa decisión y se queda sin la posibilidad de intentar una mejora, condenándose a vivir en un lugar que se inunda y es inseguro.
Por eso, existen casos en los cuales no es bueno cambiar todo el tiempo, pero tampoco es bueno quedarse mucho tiempo quieto.
Equilibramos entonces con el tercer síndrome, que es el de la “manipulación de las estadísticas” para demostrar lo que uno quiere demostrar. Es por eso que me divierten ciertos consuelos económicos que les detallo a continuación ya que, cuando las estadísticas no son confiables, poco sirve debatir sobre ellas.
El filósofo Homero Simpson dijo en una ocasión: “Oh Kent, la gente se inventa estadísticas con tal de demostrar cualquier cosa, y eso solo lo sabe el 14% de la gente.”
La probabilidad de que suba una acción es del 50%, pero la probabilidad de que suba después de que vos vendiste es de un 98,3%.
La probabilidad de que un control policial te detenga justo cuando te venció la verificación vehicular es del 92,75%.
Al 72,8% de las personas que tienen entre 30 y 50 años les importa más el flujo diario de dinero que acumular ahorros. Si querés movilizarlos hay que decirles que el lunes van a devaluar; automáticamente van a pensar en la desvalorización de los cheques que tienen en la calle, y seguro empiezan a comprar cualquier mercadería a precios más caros, que quizás nunca logren vender, pagando con esos cheques voladores.
Siempre recuerden que la gente tiene una necesidad incondicional de comprar bienes que son escasos.
Al 83,5% de las personas que tienen más de 60 años les preocupa más los ahorros que el flujo. Si los querés movilizar hay que decirles que el lunes van por las cajas de seguridad o por un corralito. Automáticamente, todos corren de banco en banco como jóvenes de 20 años.
El 99,98% de las personas que tienen entre 50 y 60, todo les preocupa y sufren por todo, por las dudas. No los molestes, que ya se molestan solos.
Si hace mucho que no ves a un amigo y le recomiendas comprar un activo financiero, existe un 80% de probabilidad de que ese activo baje de precio. Pero, eso sí, hay un 99% de probabilidad de que después te encuentres con ese amigo todos los días.
Por último, querido lector, gracias por haber llegado a esta altura leyendo esta nota. Teniendo en cuenta que eso lo logra solo el 0,787% de los lectores, voy a regalarle tres consejos financieros que, quienes lo cumplieron, mejoraron su gestión económica en un 93%.
1. Antes de emprender un negocio, fíjese de no necesitar favores pagos de un tercero para hacerlo. Porque ese tercer, en caso de existir, será con el tiempo más relevante que usted y, por ende, es él el que hará el mejor negocio.
2. Antes de emprender un negocio trate de no afectar a nadie, de que su lucro no sea la ruina de otro. La vida es una calesita y usted nunca sabrá de qué lado va a estar.
3. Antes de tomar deuda para stockearse en mercaderías, tenga en cuenta que la mercadería que usted vende tiene que rotar más rápido que el plazo de las deudas contraídas. Siempre el plazo de emisión de un cheque suyo tiene que ser más largo que el plazo de cobranza de las ventas; de lo contrario, lo van a fundir los intereses.
Igualmente, cuando uno brinda consejos interesantes nunca los va a escuchar ni a leer nadie, hasta que ese consejo sea un grosero error y ahí sí, seguramente, ese día todos van a leer la nota que publicaste y nunca lo van a olvidar.