Los últimos tiempos han sido prolijos en reproches del PSOE hacia Unidas Podemos. En el plano normativo, los socialistas han mostrar su distancia con los morados por la ley trans, han retrasado la aprobación en el Consejo de Ministros de la ley de familias, que viene del Ministerio de Derechos Sociales, dirigido por Ione Belarra, y han subrayado sus diferencias de enfoque con la ley del solo es sí es sí, cuya entrada en vigor está provocando la rebaja de penas de agresores sexuales. Pedro Sánchez tampoco consideró conveniente debatir con sus socios en el Gobierno de coalición los dos nombramientos para el Tribunal Constitucional. Tan solo las enmiendas presentadas para reformar el Código Penal parecen haberles unido un poco, aunque esta semana volverán los roces a costa de otras normas, como la de bienestar animal.
Todos ellos son choques de fondo. Sin embargo, no es esto lo que más preocupa a la dirección socialista. De una forma u otra, los conflictos en el seno del Ejecutivo durante esta convulsa legislatura han acabado resolviéndose. Lo que más inquieta al partido de Sánchez, con muchísima diferencia, es la pésima relación entre Podemos y Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y en principio candidata de todo el espectro a la izquierda del PSOE a escala estatal. Los socialistas, que ahora se ven obligados a negociar las leyes no con uno sino con dos socios, como si la coalición hubiera mutado en tripartito, no paran de especular sobre lo que acabará ocurriendo.
Ahora mismo la impresión general es que es muy probable que concurran por separado en las próximas elecciones generales, previstas para finales del año que viene. “Si no van juntos, adiós Moncloa”, señalan en la dirección socialista. Un cisma de este tipo, continúan, complicaría las opciones de Sánchez de ser investido de nuevo, porque habría muchísimos votos, tanto de Podemos como de Sumar, la plataforma de Díaz, que acabarían “en la basura”, al no ser suficientes para lograr escaños en las diferentes circunscripciones. Incluso si el presidente del Gobierno queda por delante de Alberto Núñez Feijóo, que empieza a dar síntomas de desinflarse en las encuestas, sus opciones quedarían muy tocadas.
Los recelos
“Yo no sé lo que va a pasar, porque aún queda mucho tiempo. Pero cuando escucho lo que el sector de Díaz dice de Podemos y lo que Podemos dice de Díaz concluyo que el acuerdo entre ellos resulta casi imposible”, señala otro alto cargo del PSOE. En el fondo, explica, gran parte de lo que ocurra tendrá que ver con Pablo Iglesias, que según esta versión es quien continúa moviendo los hilos de Podemos. El exvicepresidente lleva tiempo dando rienda suelta a sus críticas a Díaz, a quien designó candidata, sin ni siquiera haberlo consultado previamente con ella, a través de un vídeo en el que también anunció su salida del Gobierno para presentarse a las elecciones madrileñas del mayo pasado, en las que acabó en un muy discreto quinto lugar.
Las relaciones entre la ministra de Trabajo y Podemos no han sido nada fáciles desde entonces, pero ahora pasan por uno de sus peores momentos. El lanzamiento de Sumar, la plataforma con la que la también ministra de Trabajo pretende concurrir a las elecciones -algo que aún no ha confirmado- ha generado recelos en los morados, que temen perder importantes cuotas de poder.
“La unidad es importante, creo que aún es posible conseguir un acuerdo de coalición con Sumar“, dijo hace unos días la ministra de Igualdad, Irene Montero. El adverbio no pasó desapercibido en el PSOE. Ese “aún es posible”, señalaron varios diputados, implica que actualmente hay más posibilidades de que ese hipotético pacto fracase. En el mismo sentido, los socialistas interpretan que la acusación de Montero al PP sobre la “cultura de la violación” de hace unos días, a raíz de dos polémicas campañas contra la violencia de género por parte de los gobiernos de Madrid y Galicia, ambos en manos conservadoras, obedece a un intento de la ministra de Igualdad de construirse un perfil como futura aspirante a la Moncloa.
Responsabilizar a las víctimas y no a los agresores en las campañas institucionales tiene un nombre pic.twitter.com/bODhtpI7p6
— Irene Montero (@IreneMontero) 30 de noviembre de 2022
La apuesta
El descontento con Díaz es cada vez más profundo en la dirección de Podemos. Fuentes de la dirección del partido morado critican que Díaz “no da seguridad ni lidera el espacio”. Sin embargo, explican que siguen apostando por Díaz como su candidata, pero que debe ser ella quien se pronuncie sobre que tiene pensado hacer. Además, las mismas fuentes recalcan que buscan una “coalición” con Díaz. Es decir, una negociación de igual a igual para conformar una candidatura conjunta.
Los planes de la vicepresidenta parecen ser otros, aunque no termina de explicar qué hará en un futuro. Por lo pronto, Díaz está inmersa en su “proceso de escucha”, recorriendo los distintos territorios. Se prevé que esta dinámica termine a principios del año que viene. Será entonces cuando presente las conclusiones de estos encuentros en forma de programa político y comunique si quiere ser la candidata para las próximas elecciones generales. Sobre el papel de Podemos, la vicepresidenta ha sido escueta. Tan solo señala que los partidos tendrán un papel secundario, algo que molesta a los morados, porque se consideran la “nave nodriza” a la izquierda del PSOE. Esta tirante relación hace augurar, por lo pronto, una aún más bronca negociación cara a las elecciones generales y, quién sabe, si una ruptura difícil de digerir para este espacio. Los socialistas cruzan los dedos.