El plan del Chelsea para esquivar el ‘fair-play’ financiero

Mykhaylo Mudryk, Benoît Badiashile, Noni Madueke, Andrey Santos, David Datro Fofana, la cesión de João Félix… Y ahora Malo Gusto, ya cerrado para la temporada 2023/2024 por unos 30 ‘kilos’, pasando el resto de esta temporada cedido al Olympique de Lyon. El Chelsea ha sido el protagonista de una ventana invernal de fichajes en la que se han dejado más de 200 millones de euros. Una cifra que se vuelve aún más loca si se tiene en cuenta el festival de incorporaciones de primer nivel que hicieron en verano, por las que pagaron cantidades muy superiores al valor de mercado.

En total, ya van más de 450 millones de euros en fichajes esta temporada. Sin embargo, parece ser que el equipo de Todd Boehly se mantiene dentro de los límites que establece el ‘fairplayfinanciero. Dejando la gestión deportiva al margen, el empresario estadounidense tiene un ‘modus operandi’ muy claro.

Contratos muy largos para amortizar el coste

El Chelsea está explotando al máximo la amortización de los fichajes para diferir su gasto. Los clubes dividen el coste de un traspaso entre los años de contrato firmados, es decir, si un futbolista cuesta 50 millones de euros y firma por 5 temporadas cada una tiene un impacto de 10 millones de euros (más el salario).

Prueba de ello son los contratos de los futbolistas que han llegado durante la ‘era Boehly. El más llamativo, el del ucraniano Mudryk. Costó 100 ‘kilazos’ (con variables incluidas) y firmó el contrato más largo de la historia de la Premier League: ocho años y medio (hasta verano de 2031). Sin embargo, el impacto real de este fichaje en las cuentas es de 11.7 millones de euros por temporada.

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Lo mismo sucede con las otras incorporaciones de invierno: Badiashile, Madueke y Santos hasta 2030 y D. Fofana hasta 2029. Los primeros fichajes con Boehly al mando también cumplen con esta estrategia: W. Fofana hasta 2029, Cucurella, Chukwuemeka, Casadei y Slonina hasta 2028 o Sterling hasta 2027, entre otros. No hay que olvidarse de Nkunku y Malo Gusto, atados para la temporada 2023/2024 y comprometidos hasta 2028 y 2030, respectivamente.

Quejas de los clubes y el papel de la UEFA

Tras las quejas de muchos clubes, la UEFA ha aprobado que no se puedan realizar amortizaciones de más de cinco años para poner fin al vacío legal del que se aprovecha el Chelsea. No obstante, no entrará en vigor hasta la próxima temporada.

Aunque sobre el papel todo parece de color rosa, el Chelsea está jugando con fuego. Indirectamente han hecho un ‘all-in’ para cosechar éxitos deportivos, que consigo traen grandes ingresos económicos imprescindibles para equilibrar los gastos. De no lograrlos, la situación financiera será insostenible. Los jugadores lo saben y todo ello puede repercutir en mucha presión a gestionar.

Unas ventas que no justifican el gasto neto

Las salidas del club londinense no justifican la gran inversión realizada. Es cierto que han recibido dinero por ventas, pero para nada se equiparan al desembolso efectuado. Mientras el Chelsea se ha dejado más de 460 ‘kilos’ en fichajes, tan solo ha ingresado 56.5 millones de euros por traspasos. Werner al Leipzig por 20 millones y Emerson al West Ham por 15 ‘kilos’ han sido las más elevadas. El resultado, un gasto neto en fichajes de más de 400 millones de euros.

 

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