Al ver las vitrinas rotas y las estanterías vacías de un museo de Jersón, una ciudad del sur de Ucrania arrebatada recientemente a los rusos, Olga Goncharova, una responsable del establecimiento, afirma que sintió “una puñalada en el corazón”.
Tras más de ocho meses de ocupación rusa, la mujer descubrió, consternada, el estado en que dejaron las dependencias del museo, que ella recorre desde 1978.
Dedicado a la historia local, el Museo Regional de Jersón albergaba alrededor de 180.000 objetos en sus colecciones antes de la invasión rusa, lanzada a finales de febrero.
“Todo lo que tenía valor material fue robado o trasladado a una lugar desconocido”, declaró a la AFP la directora interina del museo, durante una visita al centro.
“Todas las fotos, los documentos, todo lo que había… todo me era familiar”, explicó. “Es mi segunda o quizá mi primera casa”, agregó.
Pero el estado de desolación que encontró a su regreso la dejó enmudecida.
“Eran emociones incomparables. Como una puñalada en el corazón”, lamentó. “Fue un choque terrible”, puntualizó.
Desde la retirada forzada de los rusos de Jersón, expulsados por el ejército ucraniano durante una contraofensiva, Olga pasa revista de los daños y robos.
“En aquel momento me di cuenta directamente, al ver estos actos de vandalismo, que la ‘gran cultura rusa’ de la que hablan no existe”, denunció, preguntándose cómo pudieron los soldados rusos ser “tan crueles con el museo”.
El Museo Regional de Jersón es uno de los cuatro centros culturales de la ciudad que fueron saqueados salvajemente durante la ocupación, denunció el martes en un comunicado la oenegé Human Rights Watch (HRW), evocando “crímenes de guerra”.
“Los habitantes de Jersón estuvieron meses sufriendo torturas y otros abusos durante la ocupación rusa y, luego, vieron cómo empaquetaban y se llevaban su patrimonio cultural e histórico”, lamentó Belkis Wille, directora adjunta del Departamento de “Crisis y Conflictos” de HRW.
“El pueblo ucraniano tiene derecho a la restitución de todos los objetos robados y a la justicia”, abundó.
– “Todo estaba destruido” –
Goncharova se había encargado personalmente de proteger numerosos objetos. “Todas las obras expuestas pasaron por mis manos”, recordó.
Estos últimos días, su trabajo ha cambiado dramáticamente. Registra lo que se robó: objetos de oro, piezas inéditas, armas, medallas militares, etc.
Según los medios ucranianos, los rusos han trasladado algunos de los objetos desaparecidos de este establecimiento y del Museo Regional de Bellas Artes de Jersón a museos de Crimea, península ucraniana anexada por Moscú en 2014.
La fiscalía ucraniana sospecha que la predecesora de Goncharova al frente del museo, Tetiana Brachenko, habría colaborado con los ocupantes. Incluso, se habría fugado a Rusia cuando el ejército ucraniano tomó el control de la ciudad.
De acuerdo a un empleado de seguridad del museo, citado por HRW, los rusos vestidos de civiles ocuparon el museo “en numerosas ocasiones”, especialmente para celebrar el Día de la Bandera Nacional Rusa, en agosto.
Esa oenegé indicó que, en octubre, unas 70 personas fueron al museo, que entonces estaba custodiado por el ejército ruso, para recoger objetos y llevárselos en tres camiones.
Según la ONG, “al menos 450 objetos” desaparecieron. Entre estos, habría “oro de los escitas, medallas imperiales rusas y monedas”, pero también cuadros, muebles o uniformes militares de la época soviética.
Un tesoro local, heredado de cientos de años de historia. “Es un acto bárbaro”, afirmó Goncharova, disgustada. “Todo está roto y destruido”.
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