El monitor de esquí detenido por abusar de un grupo de niñas se metía en sus camas

La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Huesca continúa recopilando datos sobre los presuntos abusos sexuales realizados por un monitor de esquí a un grupo escolares de Zaragoza que había contratado a una empresa de aventuras el poder disfrutar de un pack de nieve en la estación de Candanchú, Huesca.

Los agentes encargados de tomar declaración a cada una de las menores, que fueron asistidas por una abogada del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), escucharon un relato de hechos uniforme en el que las jóvenes llegaron a sentir miedo al despertarse con el ahora detenido dentro de sus camas.

Era la forma en la que, presuntamente, M. R. G., de 25 años y de origen español, daba los buenos días a las chicas de 13 años que se alojaron en el edificio Collarada del albergue Villanúa (cuya dirección emitió ayer un comunicado asegurando que el sospechoso no tiene ninguna relación laboral con este establecimiento).

Hecho que les causó tal incomodidad que llegaron a programar sus alarmas con 15 minutos de antelación para evitar semejante sobresalto por parte del sospechoso, según pudo saber EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del grupo Prensa Ibérica. De esta forma evitaban que el joven se metiera debajo de las sábanas y las manoseara ya de paso con la excusa de que abrieran los ojos porque había que bajar a desayunar.

Habitación sin cierre

Curiosamente, las jóvenes afirmaron ante los agentes un detalle nada irrelevante: su habitación no tenía llave que la cerrara. Esta situación hacía que pudiera entrar cuando quisiera, más aún teniendo en cuenta que en el interior de la habitación hay un espacio de duchas.

Pero no fue el único episodio que las menores relataron a los agentes, pues todo comenzó desde el minuto uno cuando los escolares descendieron del autobús tras un largo viaje entre Zaragoza y este albergue situado a tan sólo 12 kilómetros de Jaca y a 16 de Astún y Candanchú. Al parecer, M. R. G. se mostró especialmente cercano con una de las chicas que físicamente estaba más desarrollada. Se llevó buena parte de los piropos, aunque no fue la única, tal y como relataron las propias denunciantes.

Juegos de la manta

El grupo escolar llegó el martes y tras recorrer tantos kilómetros, el arrestado propuso a los profesores que se fueran a descansar y que él asumía la vigilancia y el ocio tras acabar la cena. No podían imaginarse los docentes lo que en realidad iba a pasar, según relataron las jóvenes.

M. R. G. les propuso, supuestamente, jugar a la manta. Una adaptación del conocido como el juego de las prendas y poco apto para menores. Este trata de ir desnudándose ante las preguntas erróneas del resto de participantes. Su víctima fue, al parecer, un chico que llegó a quedarse en calzoncillos; llegando a insistir el arrestado, supuestamente, que continuara el juego hasta que se quedara completamente sin nada.

Unos episodios que no solo habrían tenido lugar en el interior del albergue, sino también en las pistas de esquí de Candanchú, que era el objetivo de esta excursión. Las menores afirmaron, asistidas por la letrada Cristina Martínez Bellido, que allí le fue al sospechoso más complicado determinadas actuaciones, pero que aprovechaba los momentos en los que alguna de sus alumnas se quedaba más sola o tenía que dirigirse a una de ellas para decirles determinadas expresiones y para tocarlas ante el desconcierto de ellas.

Hasta el momento son una docena las declaraciones tomadas por la Guardia Civil en el puesto de Casetas. Estas, junto al resto de diligencias, serán remitidas a la magistrada titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Jaca, en funciones de guardia esta semana, para su análisis y toma de declaración de M. R. G., quien en sede policial se acogió su derecho a no declarar pues su abogado defensor no ha podido acceder al atestado, pues todavía no se ha cerrado. Previsiblemente sea hoy.

El colegio al que pertenecían las denunciantes había contratado el pack completo de la semana de la nieve. Este versaba en que el grupo cuenta con un monitor las 24 horas. Está en pistas, esquía con el grupo, gestiona cuestiones de la semana y, además, realiza un programa de actividades de ocio y tiempo libre tras el esquí. La empresa contratada lo hacía en Candanchú. 

Lo que antes eran abusos, ahora es una agresión sexual

Con la entrada en vigor de la Ley de Garantía de la Libertad Sexual, conocida como del solo sí es sí, los hechos que está investigando la Guardia Civil dirigidos por la jueza de Jaca ya no se circunscriben en el delito de abusos sexuales, sino en el de agresión sexual.

El Código Penal señala que el que realice actos de carácter sexual con un menor de 16 años será castigado con la pena de prisión de dos a seis años.

En este caso se aplicaría la agravante de superioridad pues el joven era monitor de esquí de las niñas. Por el momento sería esa la imputación, si bien podría variar si en el estudio del teléfono móvil del detenido como de los ordenadores se hallara algún tipo de contenido sexual en el que los protagonistas fueran menores de edad.

 

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