Ha convertido el Real Madrid la Champions en una anomalía. Una competición más integrada en el calendario como si fuera una jornada regular que completa el abono. En los puestos aledaños al Bernabéu, las bufandas conmemorativas del partido contra el Chelsea se vendían con el resultado: “Compren un recuerdo del 2-0”, anticipaban los comerciantes, ofreciendo abrigo a la hinchada blanca en una tarde primaveral, con gotas punteando la calle y un sol rojizo. Acertaron.
Tiempo caótico, el clima que mejor le viene al Carlo Ancelotti gestor y entrenador, dualidad reivindicada en una semana marcada, fuera de lo deportivo, por el puñetazo de Valverde a Baena. “Tiene grandes cualidades humanas”, aseguró el italiano antes del duelo, anticipando además su titularidad. “Ha sido el mejor del partido”, le elogió después. Un triunfo más del Carletto administrador, quien sin meterse a fondo en el problema creó una coraza para el uruguayo, que el madridismo abrazó.
Muchas camisetas de Valverde
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— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) 12 de abril de 2023
Se palpó en el ambiente. Entre las camisetas de Benzema o Vinicius crecieron las de que llevaban el dorsal ’15’ de Valverde, alguna incluso con la etiqueta recién quitada, respondiendo a un efecto llamada. El Bernabéu respaldó a su jugador en la presentación de los equipos y le dio empuje en cada una de las jugadas que intentó. El mediocampista, que formó al lado de Kroos -de quien Carletto volvió a alabar su “lucidez”- para beneficiar la salida de balón, respondió con varias cabalgadas que limpiaron su mente, aunque el recuerdo del incidente vaya a ser recurrente.
El Real Madrid puede ser una trituradora de jóvenes, pero si logran adaptarse y crecer entre viejos y seguros valores, acabarán como ilustres. Es la condición que se hereda en un vestuario tan sumamente ganador. Eso es algo que se gana con el tiempo, no a base de locas inversiones como las acometidas por un Chelsea, que ni confía ni deja crecer a sus apuestas de largo plazo. “Ha sido un partido de once contra once que hemos manejado bien. Después, con uno más, hemos marcado otro gol. El partido ha sido bueno y el resultado también“, dijo Ancelotti, quien le ganó la partida a uno de tantos discípulos que ha tenido.
Lampard planteó un partido para minimizar riesgos, dejando en el banquillo a Mudryk, Mount o Ziyech, pólvora para dejar paso a la austeridad, en contra de la opulencia que proclama el modelo de Boehly. El magnate fanfarroneaba en la previa con un 0-3 inimaginable para un equipo al que ni sus hinchas reconocen. Muy tranquilo el sector inglés, esperando la hora y algún remate de hombres como Joao Félix, quien les hizo perder la paciencia en más de un momento.
Asensio busca la renovación
El portugués sigue dándole la razón a Simeone, aunque haya escogido el peor contexto para desarrollarse. La misma sensación le recorre a Enzo Fernández, un campeón del mundo al que tuvo que rescatar en más de una ocasión Kanté, prácticamente inédito esta temporada, pero imprescindible dentro de ese cubículo del fútbol moderno mal entendido.
La americanización de un deporte que no se deja manipular tan fácilmente gracias, precisamente, a equipos como el Real Madrid, cargados de emoción y talento. Porque como defendía Ancelotti en la previa, el suyo es proyecto trabajado para alcanzar la Decimoquinta, salvo que al City y a Haaland se les ocurra negar eso de que “Madrid solo hay uno”, como dibujó el tifo de un estadio que al que su equipo regala cada año una nueva forma de ganar.
Esta edición toca disfrutar primero en casa y después armar las maletas para certificar eliminatorias. Aunque Vinicius aplicó la cautela que evita ser presuntuoso al campeón: “Tuvimos muchos espacios y queríamos meter más goles, pero jugamos contra un gran equipo y sabemos lo difícil que es jugar el segundo fuera. Por eso queríamos anotar más. Ahora, la cabeza tranquila“. Por si hubiera pocos soldados en el frente, contra el Chelsea fue llamado a filas, entre otros, Asensio, que, como tantos en este tramo, quiere ganarse su renovación. Un salvoconducto para ganar y ser feliz, un estado temporal que este equipo ha hecho eterno.