La cocaína salía a espuertas del puerto panameño de Manzanillo en contenedores que llegaban a Europa a través de sus principales muelles del viejo continente, incluidos los de Algeciras, Valencia y Barcelona. Las operaciones eran teledirigidas por un selecto club de señores de la droga asentados en Dubái, una de las ciudades del mundo más seguras para un capo.
Sobre todos ellos destacaba Ryan James Hale, un antiguo vecino de Marbella. Un británico de apenas cuarenta años que ha sorprendido a la Guardia Civil por la dimensión que logró darle al negocio en tan poco tiempo. Relacionado con los Kinahan, que también cambiaron hace años la Costa del Sol por Emiratos Árabes Unidos, los investigadores consideran que Hale está muy por encima de la mediática familia irlandesa. Creció tanto que se sintió demasiado expuesto respecto a las fuerzas de seguridad españolas y para sus rivales, que incluso intentaron secuestrarlo, según reconoció en una conversación telefónica privada. Se mudó a la ciudad emirato, pero la maquinaria para lavar el dinero de la cocaína se quedó en Marbella, donde nueve personas han sido detenidas por presuntamente participar en actividades financieras orientadas al blanqueo. Sólo en la Costa del Sol, la Guardia Civil estima que la organización había adquirido bienes muebles e inmuebles y participaciones en empresas por valor de unos 24 millones de euros para integrarlos en el circuito económico legal.
No se complicaban. “Compraban casas de 3, 4 o 5 millones de euros porque en la posterior venta sacaban un mayor margen de beneficios”, resume un investigador del Grupo Central Antidrogas de la Unidad Central Operativa (UCO) del instituto armado. Salvo uno de los detenidos, un narco búlgaro que finalmente fue capturado en Algeciras, el grupo marbellí, entre los que hay otro británico, un escandinavo y el resto españoles, destacaba por su perfil puramente técnico. Abogados, corredores de seguros y agentes inmobiliarios que sabían lo que hacían, pero que no eran precisamente discretos. Los registros en sus casoplones de Marbella dan una idea del dinero que movían y el tren de vida que llevaban. Coches de lujo entre los que había un Lamborghini de 300.000 euros, una colección de motos con un taller-museo, y todo tipo de artículos de alta gama, más allá de 500.000 euros en efectivo y tres armas cortas con cargadores municionados.
Además de los 13 arrestos que suman Marbella, Barcelona o Madrid, donde uno de los investigados está vinculado a más de 70 empresas, la operación suma otros 36 detenidos en Francia, Bélgica, Países Bajos y Dubái, capital donde además de Ryan han sido detenidos otros cinco señores de la droga. Al británico se han sumado el panameño Anthony A.M., al que atribuyen la logística transantlántica; los árabes Hoesny A., Zouhair B. y Rabhioui B.; y el bosnio Edin G., un hombre al que Países Bajos tenía muchas ganas.
Un tercio de la coca de Europa
Desde la ciudad emirato dirigían las actividades criminales de las distintas células repartidas al calor de los principales puertos de Europa. Durante la investigación, en la que ha participado Europol, la DEA norteamericana, la agencia británica NCA y la policía búlgara, se han intervenido más de 30 toneladas de cocaína. Los investigadores consideran a esta organización un ‘supercártel’ que podría abarcar un tercio del mercado total europeo de esta droga, “una verdadera ballena en el mundo del narcotráfico global”.
En España, la operación Faukas arrancó en Valencia en marzo de 2020, cuando la Guardia Civil frustró un alijo de 698 kilos de cocaína en el puerto. No hubo detenidos, pero el intercambio de información con otros países dio sus frutos al lograr la identificación de los responsables del contenedor y de su ‘contaminación’ en origen, Panamá. Esto permitió saber que la organización también introducía droga por esta vía a través de otros puertos como el de Barcelona y Algeciras y que contaban con un complejo entramado societario de inversiones inmobiliarias en la zona de la Costa del Sol. Posteriormente, se identificó al líder, Ryan, que tras abandonar la Costa del Sol hizo piña con otros grandes señores de la droga en Dubái. El instituto armado también puso cara al proveedor de la droga en origen, un ciudadano panameño también afincado en la ciudad emirato que sería responsable de la salida de la droga desde Panamá.
Una trabajadora del puerto de Barcelona ayudaba a la trama
La organización tenía dos estructuras en España. Una de ellas es la financiera, asentada en Marbella, mientras que una segunda pata, que oscilaba entre la Costa del Sol y Barcelona, se encargaba de extraer la droga en los puertos comerciales. Esta última rama tenía una influencia directa en el puerto catalán y estaba formada por dos ciudadanos búlgaros, uno de ellos considerado de alto interés por Europol, y tres españoles. Además, el grupo contaba con la colaboración de una pieza clave: una trabajadora del puerto de Barcelona que tenía acceso a la base de datos de Aduanas y facilitaba la entrada y salida de vehículos.