Con la ultraderecha al alza en Europa, en su momento más dulce en las últimas décadas, tras la victoria máxima de haber conquistado el Gobierno italiano, la posibilidad de que Vox sea decisivo en las próximas elecciones en España, comienza a “inquietar” en Bruselas. Miembros del Ejecutivo aseguran que cada vez más ministros de otros países de la UE “preguntan” por el partido de Santiago Abascal, sobre todo porque los sondeos les sitúan como el aliado imprescindible del PP para llegar a La Moncloa. “¿Cómo está Vox?”. “¿Qué tal las encuestas?”, señalan como las cuestiones que cada vez les formulan con mayor interés en la UE, ante la proximidad de las elecciones generales el próximo mes de diciembre. Otra fuente del Gobierno corrobora también estos desvelos porque, remarca, “la ultraderecha en Europa no se blanquea”.
Este periódico ha confirmado esta preocupación en fuentes diplomáticas, que apuntan al ascenso de Vox al poder como uno de los principales focos de interés político en sus capitales. Hay preocupación y sorpresa por la posibilidad de que en España haya ministros de la ultraderecha como parte de un Gobierno de coalición con el PP, dice una de las cancillerías consultadas. Las preguntas en sus Ministerios de Exteriores son habituales, y los telegramas que redactan los Consejeros Políticos incluyen análisis detallados sobre la evolución política española, en particular sobre esa posible novedad y el impacto incierto que tendría en la política exterior española.
Creen poco probable se le concediera en todo caso a Vox una cartera de las consideradas “duras”, como es el Ministerio de Exteriores. Eso mitigaría el impacto en las relaciones bilaterales. Y, en cuanto a las europeas, los márgenes de acción están ya bastante marcados.
En este sentido, el caso del nuevo Gobierno de Giorgia Meloni en Italia está siendo paradigmático. A pesar de tener dentro dos partidos de ultraderecha, que hicieron carrera política con discursos en ocasiones antieuropeístas, de momento Roma no ha dado volantazo alguno en los asuntos prioritarios de la política exterior, especialmente en la cuestión del apoyo internacional a la guerra de Ucrania, prioritaria para Bruselas en estos momentos.
Preocupación e interés en las capitales
Otra de las delegaciones diplomáticas consultadas dice que, más que preocupación, hay interés ante ese posible giro en la política nacional. Ven, en todo caso, las elecciones generales como algo aún demasiado lejano. Trabajan con la idea de que efectivamente serán en diciembre. Son muchos meses, especialmente en un escenario tan cambiante como el actual, donde la invasión rusa de Ucrania, un hecho disruptivo en continua evolución, puede marcar el ritmo de la agenda internacional de los países de la UE.
Desde el Ejecutivo se insiste en que la influencia de Vox y no los constantes choques en la coalición entre el PSOE y Unidas Podemos (el flanco de ataque del PP) es lo que, verdaderamente, intranquiliza a Bruselas. La posibilidad de un acuerdo entre el PP y Vox, con ministros de los dos partidos, que ya se ha ensayado en Castilla y León, es uno de los principales argumentos de erosión contra Alberto Núñez Feijóo. Por el momento, los socialistas no han elevado ese debate a nivel europeo y se ha limitado sólo a la discusión nacional.
Sintonía con Scholz y Macron
Pero es habitual, tanto en sus discursos nacionales como internacionales, que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aluda al fortalecimiento de la ultraderecha como una de las mayores amenazas para Europa. Lo hizo recientemente en su participación en el foro de Davos (Suiza), donde defendió que no se puede ser “complaciente” con los movimientos populistas. “El principal riesgo es que los que partidos conservadores abran las puerta de los gobiernos a partidos de extrema derecha y esto es algo que va diametralmente en contra de la UE”, subrayó pero sin citar ni al PP ni a Vox.
Hace menos de un año, en medio de la campaña de las presidenciales francesas, en las que Emmanuel Macron se jugaba la reelección, Sánchez, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro de Portugal, António Costa, publicaron en El País y en Le Monde, una carta en la que advertían de la repercusión que podría tener en Europa, una Francia de extrema derecha, en manos de Marine Le Pen.
En el caso español no hay ninguna opción de que Abascal sea presidente pero sí que Vox resulte decisivo para que Feijóo tenga una mayoría parlamentaria suficiente. Y, a cambio de su respaldo, en esta formación no ocultan que pedirán sitio en el Gobierno. Una opción que Génova rechaza, centrados en lanzar el mensaje de que aspiran a una mayoría lo suficientemente sólida para no necesitar su apoyo.
No obstante, la primera prueba de esta fortaleza de dirimirá en las elecciones autonómicas de mayo, en las que los barones populares confían en los votos de Vox, aunque sea a costa de otorgarles consejerías, para hacerse con la presidencia de comunidades socialistas. El PSOE gobierna tanto en España como en varias autonomías gracias a los votos de Podemos pero en el Ejecutivo niegan que eso produzca recelo en Europa porque, esgrimen, a pesar de las constantes fricciones en la coalición en Europa “están acostumbrados” a este tipo de choques ya que en otros países, antes que en España, se han ensayado los gobiernos bicolor. Justo la semana que viene el Congreso acoge el debate de la moción de censura que Vox ha impulsado contra Sánchez y que tiene como candidato a la presidencia al economista Ramón Tamames.
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