El traspaso generacional en la conducción de cualquier empresa siempre tiene sus bemoles. Y cuando se trata de una firma de servicios en la que los socios fundadores deciden dar un paso atrás para ceder la conducción a los sucesores, más aún. El estudio jurídico Pérez Alati, Grondona, Benites & Arntsen (Pagbam, como es conocido en el mundo de los abogados de empresas) encaró ese cambio hace unos años y hoy ya no es dirigido por los apellidos que dieron origen a su marca, sino por la “segunda generación” de socios, que entraron recién recibidos a la firma, hicieron carrera y se formaron bajo la tutela de los iniciadores.
Nacido en 1991, Pérez Alati, Grondona, Benites, Arntsen & Martínez de Hoz (h) (el nombre original, que sufrió en 2018 la escisión de un grupo de abogados liderados por José Martínez de Hoz) cumplió 31 años en el mercado. Fue una de las firmas principales que aparecieron por aquel momento, cuando la actividad de los abogados corporativos vivió un florecimiento al calor de la apertura económica, las privatizaciones y las inversiones que empezaban a fluir luego del plan de Convertibilidad. Sus fundadores habían trabajado juntos en Klein & Mairal, el gran estudio de asesoramiento a empresas de mediados de los años 80 que dio el pie al nacimiento de varias firmas nuevas. Entre ellas, Pagbam.
Hoy, los socios a cargo de la conducción rescatan como definición que es un estudio de clientes más que de asuntos eventuales (una diferenciación común en el universo de los abogados) y subrayan que mantienen en su cartera empresas desde el primer día, como Cencosud, Pirelli, HP (Hewlett Packard), Softys, Louis Dreyfus y el Santander, entre otros. Con 28 socios, 14 consejeros y 120 abogados en total (número que crece a 150 personas al sumar al personal administrativo), Pagbam compite en la liga de las grandes firmas de Buenos Aires que ofrecen servicios full service en todas las materias a las empresas. Es un segmento muy peleado que se disputa el asesoramiento a multinacionales e inversores del exterior, principalmente, y en el que las firmas con más de 100 abogados en total no llegan a 10.
“Todos ingresamos al estudio como juniors, con 25 años o menos. Y nos formamos con los socios fundadores como mentores. Apuntamos a que esto nos trascienda también a nosotros y que la siguiente generación tome la posta”, señala Guillermo Quiñoa, socio de Pagbam que integra el comité ejecutivo junto a sus colegas Eugenio Aramburu y Luis Barry. Los tres asumieron la conducción a mitad de 2018 y dicen que desde que están al frente de la firma mantuvieron la línea histórica y profundizaron en nuevos ejes como la diversidad y la inversión en tecnología. Los socios fundadores -con Jorge Pérez Alati a la cabeza- siguen activos en la firma y son fuente de consulta, pero sin la gestión del día a día.
Pérez Alati, Grondona, Benites & Arntsen cumplió 31 años en el mercado (Mauro Alfieri/)
A diferencia de la conducción tradicional de los estudios, en la que uno de los socios ejerce la función de administrador (managing partner), en Pagbam esa tarea se la reparten entre los tres miembros del comité. Cada uno se ocupa de un área que le es más afín por interés, como Recursos Humanos o Marketing. De todas formas, los abogados explican que toman las decisiones por consenso y que es un aprendizaje diario el intercambio de puntos de vista antes de definir. “Tenemos una sociedad muy abierta, todos los socios opinan, no queremos que tengan un rol pasivo. Queremos que todos sean líderes y tengan autonomía para organizar su equipo de trabajo”, dice Quiñoa.
Los integrantes del comité, además, se nutren de las propuestas que les elevan las comisiones (cada una con un área de seguimiento específico, desde tecnología y marketing a recursos humanos). Las comisiones están integradas por abogados de todos los niveles, desde socios hasta recién ingresados, y la participación en ellas es voluntaria.
Efervescencia cambiaria
Como estudio de clientes principalmente extranjeros, el principal volumen de facturación corresponde a las transacciones. Entre las operaciones recientes en las que intervino Pagbam y que puede dar a conocer, asesoró al Santander en la apertura de su banco digital Open Bank en la Argentina, y en el inicio de las operaciones de Getnet, el proveedor de servicios de pago de la entidad española; a la química Dow en la compra de activos inmobiliarios y la construcción de un parque logístico de energía renovable; y al grupo brasileño CVC Turismo cuando adquirió las agencias locales Almundo, Avantrip y Biblos y Ola.
Pero si bien ese tipo de trabajo es el que los abogados de negocios suelen preferir (la transacción al conflicto), también le tocó al estudio en los últimos años defender a sus clientes mediante la apelación de resoluciones administrativas o el cuestionamiento al avance del Estado en sectores como el aeronáutico, donde el estudio consiguió un peso específico importante.
“Temporariamente, hay una efervescencia de normas cambiarias que cruzan a todas las actividades. Es un tema de preocupación diaria para las empresas: con tantos tipos de dólar tienen que saber por dónde canalizan cada transacción”, describe el momento actual Diego Serrano Redonnet, uno de los socios principales de la firma, a cargo del área de bancos y mercado de capitales. “Cada vez hay más necesidad de abogados porque la actividad empresaria se vuelve más compleja desde el punto de vista jurídico”, señala y recita las nuevas normas que impactan en todo el mundo en materia de compliance, datos personales, defensa del consumidor y la agenda de la sostenibilidad, cada vez más presente en la actividad de las empresas. “Incluso la transformación tecnológica de los negocios tradicionales demanda un asesoramiento jurídico creciente”, agrega.
En momentos de sequía de grandes inversiones por la crisis económica y la incertidumbre, los sectores activos pese al contexto son el energético (por las renovables), la minería (litio, principalmente) y los negocios digitales (las fintech), detallan los abogados. También se produce el fenómeno ya visto durante la anterior etapa del cepo cambiario y potenciado hoy por la montaña de pesos que circula en la economía: empresas con gran liquidez que no pueden girar utilidades al exterior y buscan refugio en activos dolarizados, como inmuebles o la compra misma de una empresa. “Dependiendo del tipo de cambio con el que se lo mida, las cosas pueden estar muy baratas o muy caras en la Argentina”, justifican.
Quiñoa complementa que esa liquidez también está llevando a empresas de distintos sectores a acelerar algunas decisiones de inversión, con la expectativa de que el ciclo cambie de tendencia. Y siguiendo con las restricciones que impone el cepo cambiario, concluye que el nivel de conflictividad con el Estado bajó en comparación con los años 2011-2015: “Años atrás, hubo un sesgo más anti empresa. Hoy hay mucha regulación, pero no se advierte ese sesgo. El clima de negocios no es el mejor, pero no tenemos que salir corriendo a presentar un amparo todos los días”.