El escritor ficticio más famoso del país “nació” en Pujato, la patria chica de Lionel Scaloni

Una “borgeóloga” marplatense, la investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Mariela Blanco, fue quien recordó en su cuenta de Facebook que el pueblo natal del director técnico de la triunfante selección nacional, Lionel Scaloni, era el mismo que el de uno de los autores ficticios más famosos del país: “Aguante Pujato, tierra de Bustos Domecq!!”. ¿Quién es ese misterioso escritor?

Mariela Blanco (Facebook/)

Honorio Bustos Domecq, creador del personaje de don Isidro Parodi, es a su vez producto de la imaginación literaria Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, que inventaron al autor de cuentos policiales protagonizados por Parodi (un apellido que lo dice todo sobre el recurso artístico privilegiado por los dos escritores: la parodia), en Seis problemas para dos Isidro Parodi. Scaloni fue recibido con honores en su tierra natal, ubicada a unos trescientos kilómetros al noroeste de Buenos Aires y a cuarenta de Rosario, y allí escuchó emocionado el tributo de su maestra, “Chiquita”, de 82 años. “Creí que había llorado todo, pero todavía me quedan emociones -dijo el DT-. Veo gente del pueblo y de alrededores. Esto es el triunfo de todos. Ni de un club ni de otro sino de todo el país. Esta selección jugó para la gente. Es muy emocionante y gratificante esto”.

Lionel Scaloni, prócer deportivo en Pujato

“Yo había inventado algo que pensamos podía convertirse en un buen argumento para una novela policial -señaló Borges-. Se lo comenté a Bioy y unos días después él me dijo que teníamos que intentar algo con ese material. Yo no estaba demasiado convencido, pero nos pusimos a trabajar, nos entusiasmamos, y casi en seguida hizo su aparición un tercer hombre, que pasó a dominar la situación; su nombre era Honorio Bustos Domecq. A la larga, este personaje terminó por no parecérsenos en nada y luego a dominarnos con mano firme, imponiéndonos su propio estilo literario. […] Domecq era el apellido de un bisabuelo de Bioy, y Bustos el de un bisabuelo mío en Córdoba. El primer libro de Bustos Domecq fue Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), y durante la confección de la obra nunca se nos fue de las manos. Max Carrados había logrado crear un detective ciego; Bioy y yo fuimos un poco más lejos y encerramos a nuestro detective en la celda de una prisión. El libro constituía al mismo tiempo una sátira de la Argentina. Por muchos años la doble identidad de Bustos Domecq no fue revelada. Cuando finalmente lo hicimos, la gente pensó que, puesto que Bustos era una broma, sus obras difícilmente podrían tomarse en serio”.

Portada de una edición de “Nuevos cuentos de Bustos Domecq”, de Borges y Bioy

En Borges-Bioy en contexto: una lectura guiada de H. Bustos Domecq y B. Suárez Lynch, el magnífico trabajo de la investigadora Cristina Parodi (que no es descendiente de don Isidro), se provee información detallada sobre este autor. “La vida y obra de Honorio Bustos Domecq, el autor ficticio creado por Borges y Bioy Casares en 1942, y las variadas actividades y facetas de su personalidad pueden reconstruirse a partir de testimonios aportados por Bustos, por su supuesto discípulo B. Suárez Lynch y por las voces de sus creaturas -escribe la autora-. Cronológicamente, los primeros testimonios son el de Adelma Badoglio, encargada de la presentación de la vida de Bustos desde 1893 hasta 1942, y el prólogo a Seis problemas para don Isidro Parodi, la ‘Palabra liminar’ escrita en 1942 por otro personaje ficticio, Gervasio Montenegro, quien, en 1966, prologa también las Crónicas de Bustos Domecq, publicadas un año después. Por su parte, tanto en las Crónicas como en los ulteriores Nuevos cuentos de Bustos Domecq, Bustos no se limita a la crónica y la narración, sino que con frecuencia incluye referencias a experiencias personales”.

En esos textos en los que Bustos es autor, narrador y personaje, se proporcionan datos que, señala Parodi, “permiten ir dando cuerpo a su biografía ficticia, identificando sus preferencias y rechazos artísticos, sus múltiples actividades dentro y fuera de la profesión, su relación con otros escritores, su vida privada, los textos que integrarían su obra”. Aunque la familia del autor se trasladó temprano a Rosario (”la Chicago argentina”, como grafica la maestra) y más tarde él residió en Buenos Aires, mantuvo su fidelidad a la patria chica: en Pujato están fechados cuatro de los “seis problemas” de don Isidro Parodi, las dos “fantasías memorables” y un prólogo.

Los dos trabajos académicos pioneros sobre Bustos Domecq y Suárez Lynch son El habla de la ideología, tesis doctoral de Andrés Avellaneda, donde dedica un extenso capítulo a los dos heterónimos, y Curiosos habitantes: la obra de Bustos Domecq y B. Suárez Lynch como discusión estética y cultural, de María del Carmen Marengo, la primera tesis doctoral dedicada enteramente a los dos autores ficticios. Este trabajo se defendió en la Universidad de Maryland en 2002 y fue publicado como ebook por la Universidad Nacional de Córdoba en 2014. Allí la investigadora sostiene que el experimento Bustos Domecq-Suárez Lynch constituye una forma a través de la que Borges y Bioy Casares discuten en clave paródica con la cultura literaria e ideológica de las primeras décadas del siglo XX, e incluso quedan atrapados ellos mismos en la parodia. Marengo, por otra parte, fue la primera en responder a la publicación en Facebook de su colega Mariela Blanco.

Si se les cree a Borges y Bioy, Bustos Domecq habría escrito más de veinte títulos, aunque la obra real (la publicada) se reduce a Seis problemas para Isidro Parodi (cuentos del género policial), Dos fantasías memorables (1946), Crónicas de Bustos Domecq (1967) y Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977), donde aparece el famoso cuento “La fiesta del monstruo”, relato antiperonista por antonomasia escrito en 1947, publicado en 1955 (el año de la llamada “Revolución Libertadora”) en el semanario Marcha de Montevideo y que muestra el modo en que una caravana de los suburbios del sur (de Tolosa, Fiorito y Villa Domínico) y de Ciudadela, Villa Luro y La Paternal, invade la ciudad de Buenos Aires el 17 de octubre de 1945. El “monstruo” no es otro que Juan Domingo Perón y en el cuento sus simpatizantes asesinan a un joven judío (”el rusovita”) que se niega a saludar al líder; ”pusimos el cadáver hecho una lástima”, refiere el engolado narrador. El cuento está fechado en Pujato, el 24 de noviembre de 1947.

Según el testimonio de Badoglio, la maestra ficticia del escritor ficticio de Pujato, hasta 1942 la obra de Bustos Domecq constaba de quince obras en verso y prosa, y de las que solo se conocen los delirantes y satíricos títulos: Vanitas, Los Adelantos del Progreso, La Patria Azul y Blanca, A Ella, Nocturnos, Oda a la “Elegía a la muerte de su padre”, ¡Ciudadano!, Fata Morgana, ¡Hablemos con más propiedad!, Entre libros y papeles, ¡Ya sé leer! (”aprobado por la Inspección de Enseñanza de la ciudad de Rosario”); El Congreso Eucarístico: órgano de la propaganda argentina; Vida y muerte de don Chicho Grande, El aporte santafecino a los Ejércitos de la Independencia y Astros nuevos: Azorín, Gabriel Miró, Bontempelli.

En las Crónicas se mencionan otras obras menores del escritor, nunca editadas. “Una nota sobre una exposición de escultura publicada en 1929 en la Revue de l’Amerique Latine; un ‘llamado al orden’ sobre una obra del crítico Hilario Lambkin Formento, en 1936; en 1945, Bustos declara estar preparando unos bocetos biográficos de un presidente de Brasil y en 1967 anuncia haber escrito un prólogo a la proyectada edición de la obra del poeta Vilaseco”, informa Parodi.

Bustos Domecq realizó tareas de edición (“a menudo frustradas”), participaba de veladas literarias y fue periodista cultural del Suplemento Literario de Última Hora, donde colaboró por más de treinta años.

“En varias ocasiones, Bustos no desdeñó combinar la escritura de cuentos o crónicas con la redacción de avisos publicitarios en los que insta a sus lectores a la compra de sus propios libros o de algún producto comercial -consigna Parodi-. Tampoco desdeñó matizar su actividad de escritor, editor y periodista con diversos proyectos no del todo lícitos, pero sí casi siempre vinculados con figuras del ambiente artístico y literario de su época; algunas de estas empresas aspiran a la obtención de grandes ganancias; otras, al beneficio módico pero que apunta a aliviar sus persistentes penurias económicas. Cobrar por adelantado suscripciones para la edición de obras que no llegarán a publicarse; hacerse cargo de la tesorería y del dinero de supuestas sociedades benéficas; oficiar de curador de un museo al que despoja de algunas obras; alzarse con la recaudación de la taquilla en una exposición artística, son algunas de las actividades más o menos culturales emprendidas por Bustos, rayanas con la estafa o el embuste”. También fue acusado de plagio (al publicar una obra entera de otro autor) y ocupó cargos públicos. Cualquier semejanza con la realidad -pasada y presente- debe achacarse al dúo de amigos escritores que fueron Borges y Bioy.

 

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