De todos los involucrados en el dramático Argentina-México, quien está en la peor posición antes del duelo es Tata Martino: juega contra Argentina, su país, con México en contra. Una tragicomedia si no fuera porque en ambos países el fútbol es el epicentro de la vida. Máxime en un Mundial. Máxime cuando el panorama es tan sombrío, con una Argentina enrojecida por la hiriente y ridícula derrota ante Arabia Saudí y un México que ni gusta ni genera confianza ras haber empatado con Polonia.
Y Tata Martino en medio, obligado a destruir los sueños de su país de nacimiento mientras el que otro, el de su actual adscripción laboral, disconforme con él y la marcha del equipo, le repudiará si pierde. Otros elementos puramente accesorios contribuyen a elevar el grado de histrionismo en un duelo que puede desembocar “en la peor catástrofe de Argentina en la historia de los Mundiales”, expresión que se escuchó en la delegación albiceleste, tan cercana a la española en la Universidad de Qatar como lejana en la impresión causada en el debut. “No imaginábamos este escenario”; acertó a decir el entrenador rosarino.
Se cumplía este viernes el segundo aniversario del fallecimiento de Diego Maradona, seguramente la noticia de mayor impacto del siglo XXI en el país andino, y a su espíritu y a su recuerdo se invocaba para que Argentina evite el cataclismo que se otea en el horizonte si cae en la primera fase.
Inolvidable Maradona
La animadversión entre Messi y Martino surgida en la temporada que compartieron en Barcelona (2013-14) que fomentaría los deseos de venganza mutua es una ridiculez en la grandilocuencia del momento, confirmada en las calles de Qatar. Se han producido los primeros incidentes entre grupos de aficionados argentinos y mexicanos. De los de verdad, de los naturales, no de los impostados tras obtener una camiseta y una bandera de regalo.
“Parece mentira que ya no esté. Hoy es un día muy triste, y esperamos que mañana sea un día alegre y podamos brindarle una victoria si nos está mirando desde el cielo”, comentó Lionel Scaloni, invocando de nuevo al factor sobrenatural en un partido, situado ya en un ambiente de paroxismo.
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“Todos sabemos exactamente dónde estábamos cuando sucedió y eso será permanente porque ha sido muy importante para los argentinos y lo seguirá siendo”, corroboró Martino, inmerso en una espiral de casualidades y sentimientos que abordó con naturalidad y un punto de distancia. Porque, además de haber sido rival de Maradona, contemporáneo de generación, jugó con Scaloni en Newell’s Old Boys y fue entrenador de Messi.
“¿Si estuviera en mi lugar, qué haría? Se dónde nací, el nombre del sanatorio, conozco las calles de mi ciudad. Tengo que hacer lo imposible por que gane México”
Relacionado con Scaloni y Messi
“Si dijera que me acuerdo de algo cuando jugué con Scaloni, diría una mentira tan grande que prefiero no decir nada”, contestó sobre su rival técnico de hoy, antes de ser escueto al aludir a Messi: “El mejor jugador de los últimos 15 años, como mínimo”.
No era un día para sentimentalismos para Tata Martino, y menos cuando hay algo en juego tan trascendental como una clasificación o una eliminación mundialista. ¿Cómo iba a importarle que Messi, el moderno icono argentino, pueda perder la última posibilidad de coronarse campeón mundial? A esa pregunta respondió con otra pregunta: “¿Si estuviera en mi lugar, qué haría? Sé dónde nací, el nombre del sanatorio, conozco las calles de mi ciudad. Tengo que hacer lo imposible por que gane México”. Tata es de Rosario. Como Messi.
Scaloni nació en la ciudad de Santa Fe, capital de la provincia de Santa Fe a la que pertenece Rosario. El Argentina-México no es un duelo regional, sino de alcance terrestre, aunque no ha adquirido todavía la categoría de clásico sudamericano. El camino de ambas selecciones por el mundo son muy distintas, por más que confluyan este sábado en el estadio Lusail, el de mayor capacidad de Qatar (80.000 espectadores).
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“Un partido de fútbol se puede perder. Lo que cuenta es afrontar cada partido como si fuera el último y, aun así, se puede perder. Sé que se van a dejar la vida, hasta la última gota de sudor”
El seleccionador de Argentina pisó la raya del tremendismo al disculpar el nerviosismo de sus muchachos del debut, reconocido por Lautaro Martínez, insinuado por Messi, sin marginar los errores técnicos y tácticos cometidos.
“No es lo mismo la camiseta de esta selección que la de cualquier otra, porque detrás hay todo un país”, manifestó, como si eso no se repitiera con los internacionales saudís, los alemanes o los noruego. Seguramente pensaba en las consecuencias que desencadenan las derrotas. Una posibilidad que Scaloni no desdeña. Al contrario: quiso dejarla presente.
“Un partido de fútbol se puede perder. Lo raro era llevar una racha de 30 partidos (han sido 36) sin perder. Lo que cuenta es afrontar cada partido como si fuera el último y, aun así, se puede perder. Sé que se van a dejar la vida, hasta la última gota de sudor. Yo, que era un patadura, siempre me levanté y seguí hacia adelante. Es lo que necesito y quiero de mis jugadores. Y después, que pase lo que tenga que pasar”, recitó Scaloni en la mayor encrucijada de su carrera y de Argentina. Tal vez de su historia de los mundiales.