DOHA (Enviado especial).- Si cada duelo mundialista necesita ser alimentado con algún contrapunto, la historia reciente entre Robert Lewandowski y Lionel Messi podría ser el elemento que nutra la “venta publicitaria” del match de este miércoles, a las 16. Pero más allá de aquel entredicho, en la historia de ambos seleccionados ningún relato será más llamativo que aquel en el que se vieron envueltos en 1974.
Las diferencias entre los capitanes de ambos seleccionados que jugarán el encuentro del tercer y decisivo encuentro del Grupo C, curiosamente, empezó con un elogio del argentino al recibir el Balón de Oro en 2021. Dijo que el polaco, por entonces en Bayern Munich, merecía que la revista France Football le reconociera su supremacía en 2020, año en el que el premio quedó vacante por la pandemia de coronavirus.
Robert Lewandowski y Lionel Messi, en la gala del Balón de Oro (Twitter /)
Sin embargo, el atacante entendió que la frase de su adversario no era genuina. “Pidió un Balón de Oro para mí, pero ni siquiera me votó en el premio The Best”, expresó con distancia de cualquier gesto de simpatía. Luego, en un entredicho con un periodista argentino, lo desmintió. La sensación de enfrentamiento creció luego de que tras la salida de Messi a PSG fuera Lewandoswki el que tomara (y con mucho éxito), su espacio en Barcelona.
Vista general del Estadio 974 en Doha (Dean Mouhtaropoulos/)
Esa podría ser la historia que con el tiempo se recuerde de este tercer cruce entre ambos en la Copa del Mundo. Eso está por verse. Pero los dos antecedentes que construyeron polacos y argentinos fueron muy intensos. El primero de ellos, se dijo, en 1974. Una curiosidad más… el partido se jugará en el estadio 974. ¿Por qué se llama así? Ese es el código telefónico que le corresponde a Doha, pero además, la estructura está construida con 974 contenedores que hace que sea uno de los estadios más pintorescos del Mundial.
Alemania 74
A la luz de los resúmenes con las mejores jugadas de aquel partido, el resultado pareció quedar corto. La Argentina podía haber sufrido una goleada ante Polonia, pero el resultado quedó edulcorado con una derrota por 3 a 2 final en el debut del 15 de julio en Stuttgart, en la Copa del Mundo de Alemania 74. Lo más interesante, lo que se desprendió de aquel primer duelo mundialista entre ambos ocurrió más adelante y fuera de la cancha.
Tras el empate en la segunda fecha ante Italia (1-1 con un gol de Houseman), la clasificación no dependía de la selección. Los jugadores resolvieron que lo mejor para asegurar el pase a la siguiente rueda era sobornar a su verdugo de la fecha inicial, para que le gane a los italianos en la fecha final. Se habló de eso en la época. Los jugadores lo negaron durante varios años. Pero con el tiempo, uno de ellos lo confesó.
Tras aquel empate en la segunda fecha, la situación empeoró. El ánimo argentino estaba por el subsuelo. Se sentían eliminados. Los pasajeros que ocupaban el cuarto piso del Holiday Inn de Sindelfingen, a unos 15 kilómetros de Stuttgart, habrán notado por esos días que había una habitación sin numerar. O, mejor dicho, que tenía papeles y cintas que tapaban el lugar donde debía estar. Cada tanto, los empleados del alojamiento, que no entendían la razón del asunto, quitaban la cobertura que impedía ver el 413.
Quebrado espiritualmente, Roberto Perfumo no salía de la cama. Por la habitación desfilaban compañeros para darle aliento. Había marcado el gol en contra en el empate. Los periodistas César Volco y Hernán Ceres, y el fotógrafo Oscar Conesa, de la revista Goles, se metieron en la intimidad realmente ese 19 de junio de 1974. Apenas horas después del partido. La nota que hicieron se ilustró con fotos de Houseman y Yazalde recostados al lado de Perfumo. Otra época… Le preguntaron por la falta de número en la puerta. El desdichado futbolista se descargó: “La mala suerte tiene mi nombre y apellido. Soy el único responsable de esto. Cuando la pelota pasó al lado mío la quise reventar con un zapatazo y mandarla afuera del estadio. Traía un poco de efecto y le pegué con el empeine y se la desvié a Daniel (Carnevali, el arquero). ¿Lo del número? No creo mucho en esas cosas… pero el 413 lo tapé un par de veces y me lo destapan. Lo que pasa es que tanto sacrificio y regalé todo… Ya me había pasado con Polonia”. ¿Qué le había pasado? A los 8 minutos del partido del debut también un error suyo terminó con el segundo tanto de los polacos.
El plantel argentino atravesó por varios contratiempos. Rafael Aragón Cabrera, que comandaba la delegación, tuvo que oficiar de diplomático para conseguir que no se inicie una causa contra Roberto Telch. Había sido denunciado por una supuesta agresión a una camarera del hotel y el tema tuvo enorme repercusión en Alemania tras la publicación de la historia en el periódico Bild. Al final, la policía investigó, la fiscalía desestimó los cargos y el dirigente de River consiguió que le devuelvan el pasaporte del futbolista que por entonces jugaba en San Lorenzo.
En la primera imagen, Perfumo marca el gol en contra frente a Italia; en las otras imágenes, el defensor en la concentración, junto con Yazalde, y una imagen de Quique Wolf, el hombre que confesó el soborno (AP/)
Tras el partido con Polonia y en la antesala del encuentro con Italia, el DT Vladislao Cap le había confesado a Ernesto Muñiz, el cronista de LA NACION, que estaba destruido por los nervios. Estaba abriendo su cuarto paquete de cigarrillos del día y caminaba de un lado para otro. “¿Qué quiere que le diga? Usted vio lo que pasó: le regalamos el partido”. Y ante la consulta de hacer algún cambio para mejorar contra los italianos, se despachó: “¿A usted le parece que con sacar a uno y poner a otro soluciono algo? Atrás somos un desastre, no paramos a nadie. Lato se paseó por donde se le dio la gana”. Ni siquiera el minirecital que hicieron Ariel Ramírez y Jaime Torres para entretener a los jugadores en una visita levantó el ánimo del entrenador.
Aunque el equipo había jugado mejor contra Italia y Houseman había convertido un golazo, la selección estaba casi eliminada. Y esa idea se apoderó de todos los futbolistas el jueves 21 de junio. Poco antes de subir al ómnibus para viajar de Sindelfingen a Munich, donde se jugaría la última fecha del Grupo 4, los jugadores se enteraron de la postura polaca. El periodista de El Gráfico Héctor Vega Onesime le preguntó al delantero polaco Roberto Gadocha si íban a jugar los titulares contra Italia. “Depende de los argentinos”, le contestó. No fue el único aviso. El entrenador Casimir Gorski declaró: “Ese partido no lo va a ganar nadie”. El empate clasificaba a Polonia e Italia.
Quique Wolff confesaría años más tarde que los jugadores decidieron entonces reunir 25.000 dólares para incentivar a Polonia. “Reunimos la plata de nuestros bolsillos y se la ofrecimos. Con un agravante: si nosotros no ganábamos por tres goles contra Haití y ellos cumplían y le ganaban a Italia, teníamos que poner la platita igual y volvernos a casa”.
El resto de la historia se conoce: Polonia ganó 2 a 1, Argentina venció por 4 a 1 a Haití y avanzó por la diferencia de gol. Aunque en la siguiente rueda la realidad volvió a golpearlo: 0-4 con Holanda, 1-2 con Brasil y 1-1 con la República Democratica Alemana.
Argentina 1978
Kempes vuela y ataja el cabezazo de Lato; luego, Fillol le atajaría el penal a Deyna y la Argentina lograría un triunfo fundamental ante Polonia en 1978 (Archivo LA NACION/)
Otra historia formidable de la historia de los Mundiales. Mucho más grata y conocida para los argentinos. Fue un momento que pudo cambiar todo el recorrido de la Argentina en esa Copa. Tras la caída ante Italia en el Monumental, el seleccionado debió trasladarse a Rosario para jugar la segunda rueda.
En el debut ante Polonia, Mario Kempes había hecho su primer gol en el torneo. Se había afeitado el bigote por sugerencia de sus compañeros. Llevaba tres encuentros sin marcar en la rueda inicial. Y su suerte cambió. Con el partido 1 a 0, en una mala salida de Fillol, Grzegorz Lato tuvo la oportunidad de abrir el marcador con un cabezazo con el arco a su merced. En la línea, Kempes se lanzó como un arquero y le metió un manotazo a la pelota.
La acción que hoy hubiera significado la expulsión del atacante, algo devastador para el equipo de Menotti. En ese entonces el goleador pudo seguir en la cancha y marcó el segundo tanto. Luego seguiría el empate con Brasil, la goleada y la sospecha ante Perú y el título ante Holanda.