Un hombre correcto, educado, inteligente, “encantador”. También, un asesino de cinco mujeres, condenado por violar a otra y que lo intentó con dos más. Carmen Balfagón, decana del Colegio de Criminólogos de Madrid, recuerda así para CASO ABIERTO, el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, su encuentro en prisión con Joaquín Ferrándiz Ventura, que ya disfruta de permisos penitenciarios y recuperará la libertad el próximo verano.
Balfagón acudió a la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) para entrevistarse con Joaquín Ferrándiz como parte de un estudio sobre los principales asesinos y psicópatas españoles que había puesto en marcha la Universidad Camilo José Cela de Madrid. Chimo Ferrándiz ya cumplía la condena de 69 años de cárcel por matar a Sonia Rubio, Natalia Archelós, Mercedes Vélez, Francisca Salas y Amelia Sandra García cuando aceptó entrevistarse con la abogada y criminóloga.
Sus motivos para matar
“Bajo mi punto de vista, -recuerda Balfagón- no se había trabajado lo suficiente con él. Se comportó como una persona correcta, educada. Es inteligente, me comentó que no se estaba haciendo una intervención adecuada con él de cara a que no volviera a reincidir cuando saliera de prisión”. De hecho, Ferrándiz mató a cinco mujeres después de cumplir seis años de cárcel por violar a una joven.
En su encuentro con la criminóloga, Ferrándiz parecía frustrado porque nadie había tratado de adentrarse en su mente, de conocer sus motivos para matar, algo que ni siquiera él sabía con certeza. “Él quería que yo le dijera por qué había cometido esos hechos, decía que en la cárcel no le habían estudiado, que no sabía por qué había hecho lo que había hecho”.
El ‘Ted Bundy’ español
Balfagón define a Ferrándiz como “el Ted Bundy español”, en alusión al asesino en serie norteamericano que fue condenado a la pena de muerte y ejecutado por el asesinato de 38 mujeres en los años setenta del siglo pasado. Como Ferrándiz, Bundy, un tipo atractivo y encantador, salía a cazar mujeres en su coche. Se colocaba un brazo en cabestrillo y les pedía ayuda para cargar algo en el vehículo. Entonces, las secuestraba.
Ferrándiz, que lleva en prisión desde 1998 y saldrá el próximo verano, no había participado en ninguna terapia para violadores ni tampoco había sido examinado para analizar sus motivaciones para matar. Balfagón cree que debería haber sido examinado por expertos: “Esta persona que ha asesinado a cinco mujeres no puede ir a una terapia generalista. No tenemos tantos asesinos en serie en España y habría que estudiarlo de forma individual. Primero, su motivación, por qué mataba. Luego, aplicar terapias específicas”.
La veterana criminóloga, que fue pionera en tratamiento de menores delincuentes, recuerda que Ferrándiz se mostró “encantador” en el cara a cara que tuvo con ella. “Era un tipo atractivo, una persona formada, correcta, estaba estudiando en la cárcel. Estaba tranquilo en prisión, había aceptado que lo que había hecho tenía un reproche social”.
Riesgo de reincidencia bajo
La pasada semana, el diario Mediterráneo, del Grupo Prensa Ibérica, reveló que Joaquín Ferrándiz ya disfrutaba de permisos de salida de prisión de cuatro y seis días. Chimo, como le llamaban sus amigos, participaba de un programa de reinserción de una orden religiosa a la que pertenece el párroco de la cárcel de Herrera de la Mancha.
Los expertos de la prisión han determinado que el riesgo de que reincida cuando recupere la libertad es bajo. Lo describen como un hombre responsable y tranquilo, educado, obediente y pacífico.
En ese sentido, Carmen Balfagón considera que “con la edad, ya va a cumplir 60 años, quizás se haya diluido la motivación que tenía para atacar a las mujeres. En mi criterio, Ferrándiz odiaba a una antigua novia y cada vez que atacaba a una mujer la atacaba a ella. Quizá ese odio, esa motivación para matar, se haya diluido con el paso del tiempo y los años de cárcel”, confía.