Domingo estéril y sin pegada… ni de penalti

Solo hizo falta ver unos segundos del partido para intuir lo que iba a ser el análisis global del encuentro: España se adueñaba del balón mientras Marruecos se replegaba en una defensa numantina a la espera de aprovechar algún error y salir a la contra. Y, en el peor de los casos, forzar el paso de los minutos hasta llegar a la tanda de penaltis. Y no le salió nada mal el planteamiento a Regragui.

El balance de la primera parte tampoco dejó lugar a dudas: una sola ocasión de gol para cada equipo. España no podía romper el orden del repliegue bajo marroquí, el balón no circulaba con fluidez y el tiempo pasaba sin alterar el marcador. El rival, por contra, incluso se mostraba cómodo cediendo metros y el balón al conjunto de Luis Enrique. Con las líneas bien juntas tenía más que suficiente para capear los tímidos ataques de España.

Nico y poco más La entrada en acción de Nico y el desgaste lógico del transcurrir del encuentro aportaron algo de dinamismo al juego del partido. España disfrutó de algunas opciones en el uno contra uno. Además de las acciones de Nico, Dani Olmo también tuvo su opción en un lanzamiento directo al borde del minuto 90.

En la prórroga tampoco cambió el escenario: más de lo mismo. Unai Simón evitó una opción clara marroquí y Sarabia estrelló un remate al poste. En cuanto al resto, solo esperar al desenlace final en la tanda de penaltis.

Y allí, Bono marcó diferencias. España siguió negada de cara al gol y ni tan siquiera transformó una pena máxima. Marruecos no perdonó. 

 

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