Algunas de las sustancias básicas que componen la materia, las cuales denominamos elementos, se conocen desde tiempos remotos. Por ejemplo, sabemos que en la Antigüedad eran de uso común y en distintas culturas el oro, la plata, el cobre, el estaño o el mercurio.
El primer descubrimiento científico de un elemento, no obstante, se remonta a 1669, año en que el alquimista alemán Henning Brandt descubrió una sustancia blanca que irradiaba luz en la oscuridad y que hoy conocemos como fósforo, palabra procedente las voces griegas “phos” y “pherein” que juntas se traducen como “portador de luz”.
Desde entonces la lista de elementos conocidos no hizo más que crecer, lo cual dio lugar a la necesidad de clasificar y comprender el orden que cada uno de ellos ocupaba en la naturaleza. Esta ordenación de la materia ha sido objeto de estudio de numerosos científicos, quienes a través de sus propiedades han intentado en distintas ocasiones establecer una clasificación de los mismos que atendiera a un orden lógico. La culminación de estos intentos, sin embargo, se hizo esperar hasta que un científico ruso diera con el sistema adecuado: su nombre era Dmitri Mendeléyev.
Dmitri Ivánovich Mendeléyev nació un 8 de febrero de 1834 en un pueblo remoto de la Siberia rusa llamado Tobolsk. Se dice que era el menor de una familia de entre 13 y 17 hermanos, según diversas fuentes. Lo que si parece más claro es que su infancia estuvo marcada por la pérdida de su padre a los 13 años, tras la cual a su familia solo le quedó el único sustento de la fabrica de vidrío regentada por su madre.
El incendio de esta solo un año después de quedarse huérfano motivó que la familia del joven Mendeléyev se mudara a la ciudad de San Petersburgo, tras, por su origen siberiano, ser rechazado por la Universidad de Moscú. En San Petersburgo se matricularía en el llamado Instituto Pedagógico. Se graduaría en el año 1855, y tras un breve periodo de tiempo trabajando como docente en Crimea y Odessa, en 1856 regresó a San Petersburgo para comenzar una maestría y sus primeras investigaciones en el campo de la química orgánica. Al poco tiempo, no obstante, aceptaría una beca del gobierno para marchar a la Universidad de Heilderberg, en Alemania, donde estableció contacto con algunos de los químicos más relevantes de la época.
En 1861 Mendeléyev regresó a San Petersburgo, donde obtuvo una cátedra en el Instituto Tecnológico en 1864. Tras la defensa de su tesis doctoral, en 1865, fue nombrado profesor de tecnología química en la Universidad de San Petersburgo, en la que ejerció hasta el año 1890 a la vez que desarrollaba su actividad investigadora.
Una tabla periódica para gobernar a todos los elementos
De entre todos los trabajos realizados por Mendeléyev, el más importante es sin duda el publicado en 1869, su obra Principios de Química, en la que dio a conocer su famosa versión de la tabla periódica de los elementos.
La idea de Mendeléyev supuso una revolución y todo un éxito ante la difícil tarea de ordenar la materia en la que otros químicos de renombre como Antoine Lavoisier, John Dalton, Johann Wolfgang Döbereiner, Jean-Baptiste Dumas o Lothar Meyer habían fracasado. Su virtud radicó en ordenarlos en una tabla dividida en filas y columnas, es decir, períodos y grupos, en base al orden creciente de su número atómico.
Sin embargo, Mendeléyev ideó su tabla periódica cuando apenas se conocían 60 o 70 elementos, no los 118 de los que se tiene constancia en la actualidad. Más que elaborar una tabla periódica, el químico había dado con una forma objetiva de ordenar los elementos que, de hecho, se demostraría acertada al predecir y dejar los huecos para los elementos que aún quedaban por descubrir. También al determinar que algunos de los pesos atómicos de algunos de los elementos ya conocidos habían sido calculados erróneamente.
Es más, con su tabla, Mendeléyev no solo descubrió que el número atómico podía emplearse para ordenar los elementos de cada grupo, si no también para ordenar los propios grupos. Con ello había descubierto la llamada Ley Periódica, de la que su tabla heredaría el nombre, la cual postula, como indicábamos unas líneas atrás, que las propiedades físicas y químicas de los elementos dependen de su número atómico, y no, como se había planteado con anterioridad, de variables como el peso atómico o la valencia.
Pese a levantar suspicacias en un primer momento, la tabla y ley periódica de Mendeléyev poco a poco comenzó a ganar aceptación, sobre todo con el descubrimiento de los elementos predichos por la misma: el galio en 1875, el escandio en 1879 o el germanio en 1886. Tanto que el momento de su fallecimiento, en 1907, gozaba de un reconocimiento internacional que le valieron al químico numerosos reconocimientos y distinciones en el campo de la química, pero también como una figura indispensable en el desarrollo de Rusia.
Así, como gran maestro que fue, a Mendeléyev se le atribuye el mérito de haber educado a miles de estudiantes de la época. Más allá de la ciencia elemental, su ingenio abarcó los más diversos campos, desde la agricultura a la industria petroquímica, pasando por la investigación con fines bélicos.
Por todo ello, en 1905 Dmitri Mendeléyev fue premiado con la Medalla Copley, de Real Sociedad de Londres. También un elemento, el mendelevio, una ciudad, Mendeleyezsk, un cráter lunar y un asteroide conmemoran su nombre. Fue propuesto en dos años consecutivos, 1906 y 1907, para el premio Nobel de Química, el cual se especula que no recibió debido a la oposición del químico sueco Svante Arrhenius, cuyas teorías había criticado con anterioridad: una música que suena parecida a la que bailaron Robert Hooke e Isaac Newton.