Vender a un cliente, como si fuese nuevo, el audífono devuelto por los familiares de una mujer fallecida es solo una de las múltiples irregularidades que una óptica de Vigo detectó en uno de sus empleados. Ante la “deslealtad y el abuso de confianza” del trabajador se decidió su despido, que ahora acaba de validar, por segunda vez, el Juzgado de lo Social Nº 6 la ciudad.
Y es que el hombre recurrió a los tribunales para que lo readmitiesen o lo indemnizasen por despido improcedente. En una primera sentencia, un juzgado de Vigo rechazó sus pretensiones, pero el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia estimó su recurso de suplicación y obligó al órgano judicial a emitir una nueva resolución, firmada el 8 de marzo y que mantiene la decisión inicial de darle la razón a General Óptica.
La magistrada encargada de redactar el fallo entiende que el empleado, que llevaba en la empresa desde 1998 y tenía un salario mensual bruto superior a 3.000 euros, quebró “la buena fe contractual que debe presidir toda relación de trabajo”. La sentencia da por probadas las irregularidades recogidas en una auditoría interna de la cadena de ópticas y rechaza el argumento del de defensa del trabajador, que esgrimía que esas faltas “estarían prescritas”.
En total, son siete las acciones que vulneraron el código de conducta de la empresa y que están recogidas como faltas muy graves en su convenio colectivo.
Irregularidades
Quizás lo más llamativo es la venta, por 1.400 euros, de un aparato de audición que la familia de una clienta fallecida había entregado a la tienda. La irregularidad se descubrió cuando el comprador acudió a una revisión y se comprobó que el número de serie del audífono se correspondía con un artículo vendido en 2016, y no en 2020, cuando él lo adquirió.
También se le achaca al trabajador que un día, estando de baja y sin avisar a la directora de la tienda, realizó 17 operaciones de venta de audífonos para clientes que ya disponían de sus aparatos. Esos pedidos estaban valorados en 70.000 euros. Una empleada declaró que su compañero los guardó en el almacén y cuando ella volvió a revisar “ya no estaban y nadie sabe dónde pueden estar”.
Otra de las irregularidades observadas fue el uso en beneficio propio y de sus familiares de descuentos y ventajas económicas que le correspondían a los clientes. La triquiñuela se destapó cuando una usuaria fue a utilizar un cheque de ahorro y le comunicaron que ya había sido usado en otra tienda de la ciudad. También se demostró que el trabajador utilizaba, sin permiso, las claves de acceso de otros compañeros para hacer ciertas operaciones.