En una cooperativa del suroeste de Marruecos, un grupo de mujeres despulpa los frutos para producir el aceite de argán, muy apreciado en el mundo, un conocimiento ancestral que, despreciado por las jóvenes generaciones, podría desaparecer.
En la cooperativa “Marjana” a unos 15 km de la ciudad portuaria de Esauira, las artesanas trabajan bajo la mirada de turistas.
Con movimientos lentos, estas mujeres en su mayoría sexagenarias trituran los duros granos con guijarros o con un martillo, para extraer las almendras antes de clasificarlas, tostarlas, molerlas y luego prensarlas.
“Es un trabajo duro que exige experiencia y mucha paciencia”, cuenta a la AFP Samira Chari, de 42 años, la más joven de esta cooperativa que produce unos 1.000 litros anuales de aceite.
“Este oficio actualmente es despreciado por la generación nueva”, deplora Amel El Hantatti, fundadora de la cooperativa creada en 2005 y que emplea a 80 mujeres en la fabricación y comercialización del aceite.
Amel El Hantatti dice a la AFO que tiene “miedo de que este trabajo artesanal desaparezca un día”.
Esta actividad, junto al turismo, es la principal fuente de ingresos para los 78.000 habitantes de Esauira, famosa por sus extensiones de argán, una rara planta capaz de soportar el clima semiárido de la región.
Numerosas cooperativas instaladas a lo largo de una veintena de kilómetros que producen el preciado aceite, fueron catalogadas en 2010 como “indicación geográfica protegida” (IGP).
– “Especial y único” –
El conocimiento fue inscrito en 2014 como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Aún así, no atrae a los jóvenes.
Los recién llegados a Marjana generalmente prefieren vender el aceite de argán, utilizado en la cocina marroquí y con fines cosméticos.
“Yo intenté trabajar unos días con las artesanas pero no he podido continuar. Es un proceso difícil y muy agotador”, comenta Assia Chaker, de 25 años, vendedora desde hace tres años.
Tras años de desempleo, esta diplomada en ciencias islámicas se orientó “sin entusiasmo” a este sector.
Ella prefiere “estar en contacto con la gente y practicar otras lenguas porque nuestra tienda recibe turistas todos los días, más que pasar todo el día machacando nueces de argán”.
“De todos modos, un día solo las máquinas harán este trabajo”, asegura.
Pero su jefa, Amal El Hantatti, discrepa: “el aceita fabricado en máquina nunca tendrá el gusto particular del producido por las artesanas. Contiene sus ondas positivas, sus risas, sus historias compartidas durante el trabajo, una espiritualidad que lo hace especial y único”.
– “Otras ambiciones” –
“En mi vida solo conozco el aceite de argán. Para mí es tan indispensable como el oxígeno o el agua”, asegura Samira, mientras tuesta almendras en una gran estufa en el suelo.
Esta artesana, que trabaja 10 horas diarias, nunca fue a la escuela. Divorciada desde hace 10 años, mantiene sola a sus hijos con su trabajo.
Ella domina el arte de la confección del aceite de argán desde su juventud, un conocimiento legado de generación en generación.
Pero sus hijos no tomarán el relevo. “Ellos tienen otras ambiciones”, dice Samira, quien entiende su deseo de concluir sus estudios.
Pero este “oro líquido”, cuyos beneficios hidratantes y anti envejecimiento fueron comprobados en numerosos estudios, tiene una demanda creciente.
Según cifras oficiales, el reino produjo más de 5.600 toneladas de aceite de argán en 2020, del cual más de la mitad fue exportado.
La facturación del sector se triplicó entre 2012 y 2019 hasta alcanzar 108 millones de euros, según el ministerio de Agricultura.
Ante los riesgos ligados al cambio climático, las autoridades han acompañado al sector los últimos 10 años con la construcción de 13 reservorios para recoger agua pluvial.
La zona de Agadir-Esauira, que abarca más de 830.000 hectáreas donde operan 686 cooperativas, fue declarada en 1989 “reserva de la biosfera” por la Unesco.
Para transformar esta cultura tradicional en un sector “moderno, rentable y de alto valor agregado”, Marruecos incluyó el argán en su estrategia agrícola para 2030.
Prevé duplicar la producción para propiciar “la emergencia de una nueva generación de clase media campesina”.
kl/fka/sbh/mlb/mas/zm