“Se presentaba como su tutor legal: la llevaba en coche a los partidos y a los entrenos, ejercía como su representante legal y todo lo que afectaba a la niña tenía que pasar por él”. Así relatan cómo actuaba Francisco R. T -el entrenador acusado de violar de forma continuada durante tres años una menor- fuentes del Molins de Rei Club de Futbol, en el que el acusado y la víctima estuvieron dos temporadas. Diversos miembros de la entidad que tuvieron contacto con ambos durante la temporada 2012-2013 y 2013-2014, detallan una situación de aislamiento total que no supieron ver lo que escondía. La niña dejó el deporte en 2016, cuando entrenaba en el C.D. Fontsanta Fatjó, de Cornellà de Llobregat, y se atrevió a denunciarle. Él siguió entrenando a chicas en el Fontsanta hasta, al menos, este pasado mes de mayo.
Era una situación de aislamiento total. Una asfixia completamente controlada y premeditada que, presuntamente, permitió ejercer abusos y agresiones sexuales de forma continuada sin que saltara ni una sola alarma. Según el escrito de la fiscalía al que ha tenido acceso este diario, los abusos del entrenador empezaron en junio de 2013. En aquel momento ella jugaba en el Molins de Rei CF. En concreto, en uno de los dos equipos femeninos de la categoría juvenil. En el otro, Francisco R. T. ejercía como entrenador. “Pero él siempre estaba pendiente de ella, todo lo que le afectaba a ella tenía que pasar por él“, explican fuentes del club.
Ambos aparecieron por el club de Molins de Rei la misma temporada. En la anterior, él había sido su entrenador en el Levante Las Planas, de Sant Joan Despí. “Cuando le fichamos, se trajo algunas jugadoras”, explican fuentes del Molins, entre las cuales se encontraba su víctima. Para no levantar sospechas y poder perpetrar los supuestos abusos, usó la vulnerabilidad de la familia. Procedían de Marruecos y no sabían hablar español. Los padres le dieron poderes para que pudiera tramitar todas las fichas y la documentación de la pequeña futbolista. El aislamiento que ejerció, aprovechándose de su poder, era tal que la relación entre el club y la familia era nula. “Nos dijo que era su tutor legal, y dimos por hecho este trato diferenciado, jamás conocimos a los padres”, dicen desde el club de Molins.
Relación con una madre del club
Presuntamente, los primeros abusos se perpetraron en aquellas dos temporadas. En la primera, él no era su entrenador pero ya controlaba todo lo que hacía. En la segunda, los dos femeninos de la misma categoría se unificaron y ella pasó a depender directamente de él, junto a otro técnico. Al contar con la total confianza de la familia, y al ejercer este rol de falso tutor, los abusos jamás se produjeron dentro de las instalaciones del club, sino que ocurrían fuera: en el coche de él o incluso en su casa. Tan pocas sospechas levantó que llegó a tener una relación estable con la madre de dos niños que también entrenaban en el club. “Su hija tiene la edad de la víctima”, se estremecen hoy miembros de la junta.
Después de esas dos temporadas, el entrenador eligió una nueva destinación: el C. D. Fontsanta Fatjó. Se llevó a su nuevo equipo a varias jugadoras, entre ellas la víctima. El club de Molins le perdió la pista en cuanto pisaron el césped del equipo de Cornellà. Ella dejó de jugar en 2016, cuando se atrevió a denunciar todos los abusos. Él siguió entrenando en el Fontsanta hasta, al menos, el pasado mayo de 2022. Es lo que desvelan las actas de la federación catalana de fútbol.
Ha seguido entrenando
Nadie del Molins sabía lo ocurrido hasta que El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, se puso en contacto con el club. Tan siquiera los Mossos d’Esquadra, en la realización de sus pesquisas policiales, les pusieron sobre la pista. “¿Y en el Fontsanta? ¿Cómo puede ser que cuando la niña lo denunció le mantuvieran como entrenador?”, se preguntan muchos. Una pregunta que quedará en el aire, pues ha sido imposible ponerse en contacto con los directivos de este club deportivo.
Es cierto que a partir de 2015 los entrenadores, y todas las personas que trabajan con menores, deben presentar un certificado de antecedentes penales. Pero al no tener una condena firme, al menos por este caso, es probable que F. R. T. tuviera un expediente impoluto. Sin embargo, a día de hoy, el contrasentido es claro y evidente: este presunto violador ha seguido entrenando y, por lo tanto, teniendo estrecho contacto con equipos de niñas. O bien los Mossos d’Esquadra, conocedores de los delitos que se le podían imputar, no avisaron a los responsables del club de lo que había ocurrido, o bien el club de Cornellà hizo oídos sordos. El próximo martes se celebrará su juicio. La fiscalía le pide 15 años de cárcel.