Guardamar, presente en un curso de socorrismo en Gambia. Cruz Roja está realizando una colaboración con el país africano para una formación de socorrismo acuático. Además de un programa destinado a la generación de unas infraestructuras que permitan prevenir las muertes por ahogamiento, personal de la institución humanitaria ha acudido a Gambia para impartir una formación de socorrismo y salvamento marítimo.
Representando a la organización han asistido el coordinador de playas de Guardamar, Jose Luis Oliva; la coordinadora de playas y directora de preventivos de Valencia, Macarena Lozano; un voluntario de Cruz Roja Vizcaya y un formador del País Vasco.
Gambia es uno de los países en los que más ahogamientos se producen, en parte porque no tienen formación de natación de ningún tipo y no disponen de un dispositivo de socorrismo profesional que permita prevenir o reducir los numerosos casos de muerte por ahogamiento que suceden en el país africano.
El proyecto que plantea Cruz Roja cuenta con un programa en el que van a construir cuatro sillas de vigilancia en playas de la zona y se envía desde España material de rescate para que se realice un servicio de socorrismo profesional. Según la propia organización, van a contratar durante los tres meses de temporada alta a un equipo de 16 socorristas para que cubran las playas del país y demostrar al gobierno que ese servicio, realizado de manera segura, es un servicio digno y con garantías de seguridad para la comunidad.
Esos tres meses que durará la implementación de este equipo correrá a cargo de Cooperación Internacional y, a partir de ahí, la idea es que ellos busquen una financiación que les permita mantener esos servicios para el resto del año. Según Cruz Roja, este proyecto es muy interesante “porque permite apostar por una formación de calidad que ayude a reducir el número de muertes en el país”.
Jose Luis Oliva, coordinador de playas de Cruz Roja en Guardamar, comenta que todo comenzó el pasado año “cuando se hizo un primer viaje a Gambia, un país con muchos problemas de ahogamiento” y del cual se tenía constancia de su precariedad en este sentido debido a que cada año “un gran número de personas fallece en el mar“.
Según explica Oliva, “allí no existe ningún tipo de servicio de socorrismo profesional, lo que hay es una asociación de carácter voluntario que no tiene horario ni material suficiente”. Esto, sumado a que la mayoría de gente no sabe nadar, provocaba lo que se considera algo “habitual” en este sentido. “Un día fallecieron cinco niños en una playa en la que estuvimos nosotros”, señala el coordinador.
La cooperativa que fue a Gambia hizo un análisis e intentó instruir a varias personas que se apuntaron a las formaciones, pero se toparon con el problema de que gran parte de esas personas no tenían ninguna noción de nadar. El compromiso, según Oliva, “fue de ir formando a la población de allí, a los que mejor nadaban y a los que ya habían ejercido de socorristas como voluntarios”.
De esa forma, el segundo viaje al país africano consistió en formar a esas personas en cuanto a las capacidades de socorristas y en base al sistema de trabajo que hay que realizar en las playas. Fue, pues, una formación exprés para una puesta en marcha del servicio que comenzará una vez termine el ramadán.