David Stirling estudiaba, no se interesaba por el polo y dejó pasar el tren Cambiaso, pero hoy es el extranjero más ganador de Palermo

“La primera final de Palermo que vi fue la del 2006″, recuerda David Stirling. Tenía entonces ya 25 años. Luego conquistó diez veces, en doce años, el Campeonato Argentino Abierto. “Es que yo era un estudiante. Si salía alguna oportunidad, iba y jugaba”, explica sobre sus inicios en el más alto handicap el extranjero más ganador del Abierto de Palermo, que salió de un pueblo de Uruguay para dar una vuelta por el globo, con escalas en España, Inglaterra y Australia, hasta aterrizar en la tierra del mejor polo del mundo. “Yo lo hice al revés que cualquier chico argentino. Llegué acá muy tarde. La verdad es que al principio ni miraba polo”, apunta quien hace pocos días festejó por décima vez en sus 13 finales del máximo torneo. Una eficiencia (76,9%) superior a la del propio Adolfo Cambiaso (72%, por 18 en 25), compañero en La Dolfina.

David nació en Young, este de Uruguay, cuando el censo aún no contaba 10.000 vecinos allí. El segundo hijo de Marcela y David Stirling fue bautizado de niño “Pelón” porque su cabello, muy tímido, se demoró varios meses en asomar en su cabeza. “De chiquito era muy calentón, no le gustaba perder a nada, así fuera jugando al futbol en el patio. Se ponía colorado de la bronca”, cuenta su madre. Y del patio de Young la familia emigró a Sotogrande, España, para que David, el padre, desarrollara el polo local, cuando David, el hijo, tenía seis años y soñaba ser el 10 de Nacional, el club de fútbol del que es fanático.

Diez años más tarde se estudiaba en un internado en Inglaterra. “Estaba a una hora de Cowdray”, refiere a la sede del Abierto Británico por la Copa de Oro, lo más importante de Europa. “Y yo ni sabía que ahí había tanto polo. Por otro lado, todos mis amigos eran españoles y ninguno jugaba. No me divertía mucho el polo”, revela. Pero la sangre tira. Y al polo “fue recibiéndolo por ósmosis”, metaforiza su mamá, ya que la familia seguía abocada a ello en Sotogrande. Pelón jugaba en agosto en España y fue entusiasmándose. Después empezó la facultad y el avance del deporte le dejó una cuenta pendiente.

De no estar muy interesado en el polo, a pesar de tenerlo tan a mano, a poseer mayor eficacia que el propio Adolfo Cambiaso en finales de Palermo: Stirling ganó 10 sobre 13; un jugador que llegó como “defensor con garra” y ahora es un virtuoso integral. (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)

Ya metido de lleno en la carrera de administración de empresas con orientación en marketing, comenzó a viajar más para jugar al polo. Se fue a Ellerston, Australia, donde armó su lote de caballos, y cada año surgían más oportunidades. Cuando le faltaba menos de un año de universidad, la demanda para el Pelón polista ya era demasiado alta. “Sí, un poco me quedó la espina. Me habría gustado recibirme”, reconoce ahora, en La Dolfina Polo Ranch, donde vive.

“Creo que hoy en día está muy bueno que estudien los chicos”, se extiende Stirling. “Esto [el polo] es muy lindo, pero no es tan fácil como parece. Yo creo que siempre hay tiempo para todo. Lo que pasa es que hoy en día van profesionalizándose cada vez más jóvenes. Y los chicos están cada vez más apurados por subir de handicap”.

“Los chicos están cada vez más apurados por subir de handicap”, piensa Pelón Stirling, pero no ha de tener ese concepto sobre Poroto Cambiaso, que a los 17 jugó realmente 10 goles en 2022; en el podio de Palermo, el número 2 sacudió la copa antes de pasarla al 3 y de felicitarlo con este particular abrazo al vientre. (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)

Una vez que empezó, siguió las directivas de su padre. No tanto en la cancha, sino antes de entrar al campo de juego. “Mi viejo no me dijo tanto cómo jugar, pero sí que si iba a hacerlo, que fuera serio”, subraya. Entonces, si tenía una práctica el fin de semana, Pelón debía volver temprano a su casa. “Él siempre me dijo: «si vas a ser polista, metele con todo, porque hasta en las prácticas la gente anda mirando»”.

Y le metió, nomás. Fue cuatro, cinco años a Australia. “Y ahí es donde aprendí lo que es un buen caballo, lo que es una buena organización”, destaca. En Ellerston estaba Kerry Packer, el multimillonario aficionado al polo cofundador de Ellerstina, club que en el futuro se volvería archirrival de La Dolfina. “Ahí había de los mejores caballos –te diría– del mundo”, precisa Stirling, para quien un punto de crecimiento en la carrera de todo polista es ése: “Terminar de entender bien lo que es un buen caballo en el polo”.

Pelón Stirling, el polista más divertido de la Triple Corona, le hace alguna broma a Gonzalo Pieres (h.) en la presentación del Abierto de Palermo; el uruguayo es el único integrante del dream team 2011-2020 que nunca vistió la camiseta de Ellerstina, pero en parte construyó su carrera en Ellerston, donde Kerry Packer le pagaba con yeguas. (Ricardo Pristupluk/)

Claro que se trata no sólo de saber cuáles son los buenos, sino también de conseguirlos. “En vez de traerme plata, siempre le hacía el canje de llevarme una o dos yeguas por año para mi lote en Inglaterra”, revela David. Y en medio de ese crecimiento llegó una invitación, para jugar juntos en Sotogrande, de Cambiaso, que ya había puesto el ojo en ese pibe que estaba apareciendo. Pero Pelón le dijo que no a uno de los polistas más grandes de la historia.

“Me acuerdo patente. Me apretaron contra una baranda y me decían «¿cómo no vas a jugar con nosotros?»”, ríe ahora Stirling, que cree que tenía 17 años. “Andaba por los tres goles de handicap. Muy chiquito era. Y yo les decía «lo que pasa es que estoy comprometido con esta gente y no puedo volverme atrás»”. Él ya tenía acordado para esa temporada jugar con uno de los Mora Figueroa, integrantes de la familia que regía Santa María, el club sede del polo de Sotogrande. “Y hasta me acuerdo de que me dijeron «pero mirá que el tren pasa una sola vez…»”.

Pero el tren volvió a detenerse en la estación Stirling y David se subió. En 2007 ganó el Abierto de Estados Unidos con Cambiaso y Matías Magrini, por Crab Orchard. Ya se proyectaba inevitable su desembarco a lo grande en la Argentina. Y en 2009 el uruguayo debutó en la Triple Corona, por Indios Chapaleufú II. “Fue un año espectacular, en el que nos fue impresionante”, recuerda. Con los Heguy obtuvo el Abierto de Jockey, y ya en la Triple Corona el equipo negro le ganó a La Dolfina en Tortugas. “Está bien que no jugó Adolfito ese partido”, aclara Pelón. Era la época de La Dolfina y Ellerstina con 40 goles de valorización cada uno. Y en Palermo Chapa II dio batacazo: le cortó un invicto de un año y medio a Ellerstina. “Fue un partidazo, en la cancha 1. Lo recuerdo como si fuera hoy”, expresa la figura de aquel encuentro, que empezó 7-0 para su equipo y pudo estar 8-0, pero Alberto Heguy (h.) se perdió llamativamente un gol.

Nueve años seguidos, y diez en total, lleva David Stirling (h.) con 10 tantos de valorización, otra de las marcas inusuales para un extranjero en el polo argentino, el mejor del mundo. (Rodrigo Nespolo/)

En ese año impresionante que recuerda Stirling, Chapaleufú II quedó fuera de la final de Palermo por un tanto de diferencia en su grupo. Si ese gol de Pepe Heguy se hubiese dado, hoy Stirling sumaría 14 definiciones del Abierto, es decir, 100% de presencias en el partido más importante del planeta en cada año desde su debut.

Ya en 2010 pasó a La Dolfina, para formar equipo con Cambiaso, Lucas Monteverde y Bartolomé Castagnola. Entonces sí, Stirling alcanzó su primera final del Argentino. La perdió, contra Ellerstina, por un gol. Al año siguiente, en cambio, ganó por primera vez el Abierto y lo subieron a 10 goles de handicap, en un dream team que completaban los recién llegados Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero. “Pero en el 2012 perdimos la final, y de vuelta a 9″, ríe Pelón por el subibaja. Como para compensar, luego conquistó Palermo… ocho años seguidos. Una etapa satisfacción constante… ¿o no tanto? “Más o menos… Cuando uno está en la ola, en la que todavía, gracias a Dios, estamos, no vive tanto los triunfos. Al día siguiente de ganar está pensando en cómo mejorar, en qué faceta trabajar. Y más ahora, cuando con la edad que tenemos, cuesta cada vez más”.

David, operado en el hombro derecho en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, de Buenos Aires; la lesión tuvo lugar en 2021, pero parece no tener secuelas y el uruguayo, a sus 41 años, sigue rindiendo 10 goles de handicap. (Instagram /)

Pero tiene una ventaja Pelón: el líder del equipo lo contagia. “Adolfito es así. Es un enfermo. Entonces uno, estando tanto tiempo al lado de él… No voy a decirte que estoy en el mismo nivel de hambre que ese loco, pero… El loco, por ser así, lleva no sé cuántos años en un nivel altísimo, que es admirable e inigualable”, admira a Cambiaso, con quien lleva 15 años de alto handicap como compañero. Pero a pesar de eso, tardó un buen tiempo en llegar a tener un vínculo muy profundo con él, con el crack que lo había convocado. “A mí me cuesta entrarle, porque es un flaco que en su deporte es el número 1. Me costó muchos años decirle lo que yo pienso… pero creo que desde hace ya tres o cuatro añitos tenemos esa relación, en la que puedo decirle algo y él ya me escucha o me pregunta. Esta relación con él me parece espectacular”.

Pero así como el Barcelona de Messi se terminó y el Chicago Bulls de Michael Jordan tuvo su último baile, el cuarteto imparable Cambiaso-Stirling-Mac Donough-Nero jugó su último Abierto, en 2020. “Sí, estaba por entrar Poroto [Cambiaso, hijo de Adolfo]… Pero creo también que todos buscaban nuevos desafíos”, advierte el número 2. Y en 2021, tras nueve años, el club de Cañuelas perdió una definición del Argentino. Contra un vecino, La Natividad. “En el deporte se aprende mucho más cuando se pierde, y acá, en La Dolfina, el segundo puesto nunca está bien visto. Lo único que sirve es ganar”, enfatiza el uruguayo.

Festejo de La Dolfina el día después

“Eso nos hizo apretar un poquito. Volvió Juanma [Nero], que es un gran amigo, así que eso motivaba también. Y la entrada de Poroto le dio a Adolfito un plus impresionante, y a nosotros, mucha frescura”, explica Pelón el recambio. Pero admite que el equipo sintió presión con la llegada del chico de 16 años, ahora 17. “Yo conozco a Adolfito y lo vi diferente, tenso, en las últimas dos semanas”, revela. Eso terminó de aclararse cuando, dos mediodías después de la última final y de los largos festejos, se reunieron Juan Martín, David y Dolfi para definir su 2023. Abajo de un árbol, en la propia cancha 1 del Campo Argentino de Polo, tras un amistoso con unos australianos. Cambiaso fue sincero ese domingo: “Peor que este año yo no voy a jugar”.

Siempre jocoso, Stirling señala mordaz el apellido “Nero” en la camiseta que en una práctica usó Poroto Cambiaso cuando iba a ser suplente del back de Trenque Lauquen, en 2020; ríen Adolito y Pablo Mac Donough. (@ESPNPolo/)

Él mismo entendía que perdía mucho tiempo mirando lo que hacía su hijo en la cancha y se olvidaba de su propio juego. “¿La verdad? A la final no la disfruté”, reconoció Adolfito. Pero en el momento del cónclave con Stirling y Nero ya se había sacado la mochila y logrado su 18º cetro en el certamen máximo. Salieron caminando los tres, de los palenques de Libertador hacia la otra cabecera, se sentaron a la sombra y charlaron. Juanma, Pelón y Adolfito. Como tantas tardes en las caballerizas de Cañuelas, como en tantos encuentros con el director técnico Milo Fernández Araujo durante aquellos diez años. “Muchachos, yo no quiero perjudicarlos. Ustedes hagan lo que quieran”, les dijo Cambiaso. Fue rápido el tema, asegura David: “Si tenemos Adolfito para rato, porque muestra que está en un nivel espectacular, uno dice «¿a quién va a meter?». Al mismo tiempo la pasamos impresionantemente, nos llevamos todos re bien”. Fue rápida la decisión de que los cuatro siguieran en la próxima temporada. ¿Para un último baile?

Pelón sobre la familia, el polo y Cambiaso

“Pelón es una persona muy de piel, que siempre está para todo”, describe a su marido, María José. Se conocieron hace quince años en Chile, donde ella vivía, y hoy comparten el crecimiento de cinco hijos. “Tiene mucha cabeza para todas las situaciones, y es extremadamente solidario: siempre está pensando en los demás, quizás antes que en él”, lo halaga su esposa.

Que a su vez es elogiada por su suegra. “Pelón es un privilegiado por la persona que tiene al lado”, acota Marcela. La mamá de David tiene elogios para su hijo, claro. “Más que humilde, Pelón es muy guerrero. Está convencido de que puede ser mejor deportista, pero no más que nadie… Nosotros somos de mirar más la calidad de la persona que sus logros”, afirma la señora a quien se vio como parte de la banda de 250 uruguayos que alentaron en el último partido de Palermo. “Yo le digo a Adolfito que el día en que me echen se les achica mucho la hinchada”, ríe Pelón, que siempre está de buen humor. Es, tal vez, el tipo más gracioso y jocoso del polo. Por lo menos, de la Triple Corona. Eso, seguro.

“Unas copas, unas copas menos que salen en la foto… Que sean nueve o diez los abiertos no va a cambiarme la vida”, comenta Pelón, pero muchos darían mucho por tener al menos una de ésas con las que posa en su casa, en La Dolfina Polo Ranch. (Fabian Marelli/)

Buen tipo fuera de la cancha, y muy exitoso en ella. Ya dobla en conquistas del Argentino al foráneo que más trofeos de Palermo tenía antes de él, el mexicano Carlos Gracida, dueño de cuatro en La Espadaña más una en Ellerstina junto a… Cambiaso. “Lo que más agradezco de los viejos es la educación y los códigos. Los triunfos son muy lindos, pero a mí me quedarán unos poquitos años y siempre prefiero tener amigos para salir a cenar que tantas copas… Unas copas, unas copas menos que salen en la foto… Que sean nueve o diez los abiertos no va a cambiarme la vida”, sostiene David Stirling (hijo), Pelón, a unos días de cumplir cuarenta y dos años, empezando a cerrar un circuló que lo conecta con ese chico al que de Young se llevaron a Sotogrande, y al que no le importaba tanto el polo.

 

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