David Madí: “Tras el 1-O me implicaron en un proceso de negociación con la Casa del Rey y Puigdemont”

David Madí ocupó varios cargos en los gobiernos de Jordi Pujol y fue mano derecha de Artur Mas en Convergència. En los últimos años ha desplegado su faceta empresarial y ha tenido que hacer frente a varios procesos judiciales abiertos contra él. Considera que es víctima de un “abuso judicial y policial” y apunta a que el CNI está detrás de algunas investigaciones, como el ‘caso Voloh’. En esta entrevista desvela que intermedió entre la Casa del Rey y Carles Puigdemont para que se celebrara un encuentro “secreto” tras el 1-O. Reunión que, al final, no se llevó a cabo.

-Hace pocos días, el juez archivó la pieza separada por presunto tráfico de influencias en su intermediación en dos negocios sobre la VTC y Aigües de València. En el auto, el magistrado asegura que usted no tiene tanta influencia política.

-Esta resolución no he llegado a leerla. Visto lo vivido en este proceso, el abuso permanente y la intoxicación, al final me dicen una cosa que yo ya sabía: que soy inocente. Que no soy influyente es una excusa. Forma parte de los problemas del juez para justificar un abuso en toda regla. No solo fui detenido durante 48 horas, sino que también se filtraron mis conversaciones personales y me siento víctima de un abuso policial y judicial.

-Aparte de este procedimiento, está usted implicado en otros.

-Me quieren implicar. Desde hace tiempo, tengo evidencias de por dónde salen las cosas. Por ejemplo, en el ‘caso Voloh’ fui a declarar voluntariamente en el primer momento que pude tras haber leído el sumario. Solo hubo un momento de una cierta tensión cuando puse en evidencia que dentro del sumario había un informe ‘fake’ del CNI que me relacionaba con un millonario ruso. Una cosa que me habían explicado tres años antes.

-¿Eso quiere decir que el CNI está detrás?

-Es una cacería por mis posiciones empresariales y porque opinaba sobre el ‘procés’. Si se va tirando del hilo, en estos casos siempre está el CNI.

-La investigación de Voloh se inició a raíz de una conversación que se encontró en el teléfono de Víctor Terradellas, exsecretario de relaciones internacionales de CDC, en la que este aludía a una supuesta trama rusa del ‘procés’ y a una presunta ayuda de Rusia a una Cataluña independiente.

-En esa propia conversación dejo claro que está fantaseando. El fiscal no vio nada en aquello. Ahora ha salido un libro de Pilar Urbano que habla de las tesis de los rusos de Soros, unas cosas alucinantes. Creo que todo esto tiene que ver que el ridículo del Estado al no poder evitar el 1-O, por lo que han tenido que inventar algo para protegerse las espaldas de su fracaso. Es decir, estos catalanes no pudieron organizar esto, los tenían que ayudar una fuerza oculta.

-Pero Carles Puigdemont se reunió antes de la DUI con personas que decían que eran unos enviados de Putin.

-Lo desconozco, pero sí le puedo decir que en ese periodo Barcelona se convirtió en Casa Blanca, la ciudad de los espías. Y aparecía mucha gente rara. Pero de ahí a que hubiera una conspiración para que vinieran soldados rusos, eso es Walt Disney puro.

-¿El ‘caso Voloh’ fue una operación política?

-No tengo la más mínima duda. Porque lo de los rusos no se aguanta. Y entre las personas implicadas no había ninguna relación económica ni personal. Tenían que buscar un satélite externo para unirnos: la supuesta creencia de que éramos gente no institucional que habíamos participado en el ‘procés’.

-¿Su paso por la política le ha granjeado enemigos?

-Por mi paso por la política no, sino por el hecho de que en aquel entonces, como mucha otra gente, intenté ayudar. A mí, por ejemplo, se me mete en el estado mayor, pero nadie ha contado que parte de la burguesía barcelonesa, al final de esos días de tensión [después del 1-O, a partir del 10 de octubre del 2017], me implica en un proceso de negociación con la Casa del Rey y el presidente de la Generalitat. Ese grupo me vino a buscar. Tenían una finalidad última y es que hubiera una reunión secreta entre el Rey, Mariano Rajoy y Carles Puigdemont.

-¿Qué contactos se hicieron?

-Hubo unos contactos con la Casa del Rey. A alto nivel. No tengo ninguna duda de que el Rey estaba puntualmente informado. Es el papel que después asumieron Iñigo Urkullu y el PNV como intermediarios. Pero la voluntad de que se celebrara una reunión a tres bandas fue impulsada por gente de la burguesía catalana y por mí.

-¿Por qué acudieron a usted?

-Porque había una preocupación general en el mundo empresarial por cómo se estaban desarrollando las cosas y yo podía plantear una intermediación entre la Generalitat y en la Casa del Rey.

-¿Ha tenido contactos con la Casa del Rey?

-Siempre he tenido contactos con la Casa del Rey, y se quedaría la gente muy sorprendida. Pero en este caso, no era yo el interlocutor con la Casa del Rey, sino un empresario muy conocido de Barcelona.

-¿Podría ser que esta intermediación provocase su investigación?

-No, no. A mí me etiquetaron porque se produjeron muchas filtraciones que venían siempre del mismo sitio y en los mismos medios, como situarme como una especie infiltrado en el Ibex 35. Soraya Sáenz de Santamaría pidió mi cabeza en varias empresas.

-Ha acusado a los Mossos de usar “técnicas de cloaca” y la existencia de “mini-Villarejos”. ¿A quién se refería?

-No era una crítica al cuerpo de Mossos, entre otras cosas porque yo formé parte, cuando estaba en Interior, del equipo que diseñó su crecimiento y despliegue. Nos preocupaba especialmente tener una policía democrática. Es evidente, pero no solo en mi caso, que una de las técnicas básicas consiste en hacer informes intoxicados que se filtran para generar un determinado ambiente. Es una técnica de cloaca. Es necesario que haya una ley de abuso del funcionario público, un mecanismo de sanción.

-En un informe policial en el ‘caso Triacom’ aparece como intermediario en algunas operaciones.

-No tengo constancia de este informe, solo sé lo filtrado en la prensa. El intento de construir cualquier financiación ilegal de CDC a través de mí es literalmente imposible. Además, lo saben, porque desde hace 10 años me investiga Hacienda y saben dónde me he tomado mi último café. Es la técnica de la intoxicación.

-De ahí sale la investigación sobre Ambulancias Egara.

Este es un negocio que se planteó en 2012 en un intento de crecimiento de la compañía y nos pidieron buscar inversores. Esta operación no acabó interesando a nadie. Punto y final. No tengo más relación con esta empresa.

-Hay otro caso, el Tsunami Democràtic.

En esa fiesta no estuve ni por activa ni por pasiva. Pero formo parte a partir de unas conversaciones que se recogen en mi coche con mi hijo de 15 años que me pregunta: ‘¿Papá, quién manda en Tsunami?’. Y yo le digo: ‘Dios nuestro señor’. Luego se ha hecho una teoría sobre ‘Dios nuestro señor’. Me pusieron micrófonos en mi coche y el grado de invasión que se hizo sobre mi vida privada, en un caso [Voloh] que no tiene ni pies ni cabeza, es asombroso.

-Muchos casos en poco tiempo.

-¿Me lo dice o me lo cuenta? Archivados en algún caso. La ‘operación Cataluña’ no es Villarejo. Es un diseño mucho más amplio que en su momento se pactó en las más altas instancias y se hicieron listas negras de gente a quien atacar por diferentes frentes. Y tiene dos fases: la primera, pararlos; y después, que nadie levante cabeza. Y estamos ahí.

 

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