Cusco, la capital de los incas, protesta contra Lima, la ciudad de los reyes

“Lima se llama a sí misma la ciudad de los reyes. Nunca serán los nuestros”, arenga José Carlos Sekori. Es uno de los cientos que protestaron el martes contra la nueva presidenta peruana Dina Boluarte y el Parlamento, en la plaza de Armas de Cusco, la antigua capital del Imperio inca.

“¿De quién somos descendientes?”, preguntaba. “¡De Túpac Amaru!”, respondía una multitud reivindicando al mítico cacique indio que luchó contra los españoles en el siglo XVIII.

Las regiones andinas de Perú han sido las más activas en las protestas que han sacudido al país después de la destitución del presidente Pedro Castillo el 7 de diciembre.

La represión de las manifestaciones dejó 21 muertos y más de 650 heridos, según la Defensoría del Pueblo.

El 7 de diciembre, ante el tercer intento del parlamento de someterlo a juicio político, Pedro Castillo quiso disolver el Parlamento y gobernar por decreto.

Tras ser destituido Castillo, un maestro rural de izquierda y de origen humilde, fue detenido cuando quería refugiarse en la embajada de México.

Su elección como presidente en 2021 reflejaba la oposición de las provincias indígenas con Lima y sus élites.

– Bailando con un ataúd –

Los manifestantes exigen la disolución del Congreso y la renuncia de la nueva mandataria Dina Boluarte, vicepresidenta de Castillo y a quien consideran como una “traidora”.

“Ella debe renunciar, no puede usurpar así. ¡Los cusqueños queremos el cierre del Congreso porque todos, todos [los legisladores] son ratas!”, decía Luz Bertha Huaycho, comerciante de 40 años.

“Si no lo hacen, seguiremos en la lucha porque el pueblo unido no puede ser derrotado”, agregó.

El martes los manifestantes cargaron un ataúd negro coronado con una cruz. Pegaron fotos de la presidenta Boluarte y de dos parlamentarios de extrema derecha. También fotos de ratas.

El ataúd se colocó sobre caballetes inestables, que se caían cada vez que el viento soplaba. A cada caída, los manifestantes aplaudían o gritaban de alegría, mientras otros se divertían pateando la caja de cartón.

Acompañados por un grupo de música tradicional, con dos quenas y enormes tambores, los manifestantes tomaron el féretro y bailaron al ritmo de un huayno (danza tradicional andina) con el sarcófago de cartón sobre sus cabezas.

Dora Quispe, de 51 años, Manuela Quispe y Sebastiana Alcca, ambas de 50, reían viendo el espectáculo.

Visten a la usanza tradicional: mantones de colores vivos, faldas con medias altas y sombrero en la cabeza. Las tres “trabajan mucho”, pero se hicieron un espacio para venir a protestar desde un pueblo vecino, dijo una de ellas.

Se comunican entre ellas en quechua, lengua indígena ancestral. Un ciudadano ayuda con la traducción: “Nosotros no hemos elegido a la señora Boluarte. Elegimos a Castillo. Que Boluarte se vaya a la cárcel”, comentó Dora.

“Boluarte está en el ataúd… Cuántos peruanos murieron sin que nadie dijera nada. Que cierren el Parlamento y se vayan los corruptos”, agregó.

En la calle, los organizadores arrojaron alcohol sobre el ataúd para prenderle fuego, provocando el aplauso de la multitud.

Cuando la protesta acabó, aún se desconocía la decisión del Parlamento de adelantar las elecciones para abril de 2024, adoptada en la noche del martes, como un intento para atenuar la crisis.

Pero manifestantes como Oscar Lonasco, un comerciante de 42 años, querían elecciones “lo antes posible”, eventualmente a fines de 2023 una idea planteada por la presidenta.

“¡Está demasiado lejos! No podemos esperar tanto tiempo. Se han enquistado en el poder. Queremos elecciones anticipadas (…) inmediatamente”, defendió.

“Nosotros, el pueblo, no vamos a rendirnos. Lucharemos hasta el final por nuestros derechos. Daremos la vida”, afirmó.

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