Cuando las redes son una burbuja en la que todos piensan como tú

En las redes sociales es habitual que los usuarios se rodeen de aquellos que piensan igual que ellos, lo que permite sentirse más cómodo porque uno tiene la falsa sensación que los otros piensan igual. Esto se explica por el ‘filtro burbuja’. El término lo acuñó en 2017 el ciberactivista Eli Parisier y se refiere al fenómeno según el cual cuando navegamos por internet e interactuamos en las redes sociales en realidad lo estamos haciendo dentro de una burbuja comunitaria donde la mayor parte de nuestros contactos se sienten identificados con nuestras ideas. Una burbuja, pues, en la que las opiniones personales se retroalimentan. Unido a ello hay la ‘cámara eco’, que es cuando ciertas informaciones o ideas se difunden una vez tras otra, amplificando así, mediante esta transmisión y repetición, el mensaje en cuestión. 

“Las ‘cámaras de eco’ y los ‘filtros burbuja’ son efectos que se dan en las redes sociales –aunque no únicamente– que refuerzan y legitiman los posicionamientos propios al facilitar la relación con otros usuarios que crean o consumen contenidos similares y se capa en cierta medida el acceso a otros contenidos. Esto es un efecto potenciado por los algoritmos, pero también por el comportamiento personal de los usuarios y que también se da en la esfera física cuando solo consumo un canal de televisión o solo hablo de política con amigos afines”, explica Andrea Castro-Martínez, profesora de la Universidad de Málaga. Otro docente en este centro, Pablo Díaz-Morilla, apunta en el mismo sentido: “A veces acudimos a los amigos, a la familia, a contarles cosas simplemente para que legitimen nuestra opinión. En las redes sociales pasa algo similar, tienen unas posibilidades comunicativas, divulgativas y de fomento del debate enormes, pero la mayoría de sus mensajes suelen ser simples, mostrando en muchas ocasiones solo irritación y no soluciones. Por este motivo, las ventajas para ciertos partidos políticos en las redes sociales son notables”. 

En los últimos tiempos han aparecido expertos y estudios que aseguran que el ‘filtro burbuja’ no es para tanto y que las redes sociales invitan a encontrar información con la que uno no está de acuerdo. Sin ir más lejos, el pasado año un estudio de la Universidad de Oxford concluía que las ‘cámaras eco’ en las redes sociales son más pequeñas de lo que pensamos. Sin embargo, hay datos todavía preocupantes. Tres meses después del asalto al Capitolio por parte de fervientes seguidores de Donald Trump, Media Matters for America –organismo que analiza la desinformación de los conservadores en los medios de comunicación– concluyó, tras una investigación, que el algoritmo de TikTok favorece y expande los contenidos de la extrema derecha en Estados Unidos. “Los usuarios pueden ser fácilmente expuestos a cuentas y contenido de extremistas de ultraderecha”, advirtieron.

Lo que sí está claro es que las redes sociales jugaron un papel clave en la pandemia. El aislamiento al que se enfrentaron muchos ciudadanos provocó que se volcaran en las redes y consumieran contenidos sin plantearse, a menudo, una visión crítica de los que leían y oían. La falta de cultura política, los algoritmos y la proliferación de contenidos falsos hicieron el resto. “La combinación de aislamiento social y del tiempo dedicado a internet durante la pandemia ha agravado los riesgos de encontrarse con ideologías extremistas violentas, propaganda y contenido terrorista, especialmente publicada o difundida para menores“, señala la Europol en su ‘Informe sobre la situación y tendencias del terrorismo de la Unión Europea 2022’.

“Quizás el riesgo de radicalización política estaba ya ahí, pero la pandemia, por los factores descritos en el informe de Europol, lo han acentuado. Sin duda, el aumento del consumo de ‘fake news -otro elemento que siempre ha estado presente, pero que las redes sociales de algún modo han acrecentado- también ha ejercido una enorme influencia en esta radicalización”, afirma Díaz-Morilla.

 

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