Emilio Pérsico, el líder del Movimiento Evita, fue recibido el pasado martes por Cristina Kirchner en el Senado. Para el peronismo es un encuentro de lo más inesperado. La vicepresidenta siempre deslizó que la agrupación de Pérsico la traicionó después de 2015 -estuvieron en listas rivales en 2017- y, en el último invierno, ella fue muy dura con el líder piquetero cuando lanzó bombazos a la política de planes sociales. “Si Evita los viera…”, fue la frase que inmortalizó en una de sus apariciones.
Pero la necesidad de mantener unido al peronismo de cara al 2023 es imperiosa y hoy lleva a esta sorpresiva tregua entre el kirchnerismo y los movimientos sociales. En la reunión del Senado, Cristina y Pérsico buscaron terminar con el fuego amigo. Coincidieron en trabajar juntos para la elección del año próximo y hablaron del problema de la inseguridad en el conurbano. Saben que el PJ tiene una deuda en esa materia, sobre todo en el conurbano. A Pérsico lo acompañaron otras figuras del Evita: la intendenta de Moreno, Mariel Fernández; el diputado Leonardo Grosso y Alejandro “Peluca” Gramajo, un referente que trabaja con el líder piquetero en el Ministerio de Desarrollo Social.
Alberto Fernández y Sergio Massa redefinen sus objetivos
Los movimientos sociales de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) en 2019 se integraron al Frente de Todos encolumnados detrás de la figura de Alberto Fernández. Pero hoy quieren renegociar su lugar en el armado oficialista. Junto con el Evita actúan en tándem Somos-Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa (CCC).
Tan solo 24 horas después de visitar a la vicepresidenta, Pérsico, junto con la otra cabeza del Evita, Fernando “Chino” Navarro, almorzaron con Fernández en la Casa Rosada. Al Presidente ya no le deben la incondicionalidad de otro tiempo. “La relación con Cristina ahora la tenemos nosotros sin que esté mediada por Alberto”, dijo a LA NACION un referente de la UTEP.
Emilio Pérsico y Alberto Fernández (Presidencia/)
Otro peso pesado de los movimientos sociales acotó: “Estamos más cerca, con más sintonía con el kirchnerismo. Tenemos discusiones y las vamos a seguir teniendo, lo que importa es que las tengamos hacia adentro. No hay que militar las diferencias sino lo que tenemos en común. Y en 2023 vamos a ir juntos”.
Llamado a Máximo
A diferencia de su madre, Máximo Kirchner viene acercándose a Pérsico desde hace tiempo. Hay ahí un condimento extra, por la puja entre el Movimiento Evita y La Cámpora que se da por abajo, en el conurbano profundo. Tal como reveló LA NACION, Máximo Kirchner visitó a Pérsico a principios de septiembre en su casa de Isidro Casanova. Y luego el hijo de la vicepresidenta invitó al Movimiento Evita a participar del acto que Cristina protagonizó en La Plata, hace diez días. La organización respondió a la gentileza y envió a un grupo de militantes.
Máximo y Pérsico comparten inquietudes por el futuro del PJ en La Matanza, que tiene como amo y señor al intendente Fernando Espinoza. El Movimiento Evita, con Patricia “Colo” Cubría -esposa del líder piquetero- como candidata, quiere desafiar a Espinoza con una PASO local. Si bien el líder de La Cámpora no se desmarca del intendente matancero, hace un doble juego con guiños a Cubría. Llegó a bromear con anotarse en su lista.
El viernes a la madrugada ocho militantes del Movimiento Evita fueron atacados a tiros y golpes de puño en La Matanza, donde realizaban pintadas para promocionar a Cubría. Apenas Pérsico recibió las primeras fotos de los hechos, telefoneó a Máximo Kirchner. El Movimiento Evita, que sabe que desafiar al poder de Espinoza en La Matanza es una completa osadía, apuntó a una facción de la barrabrava de Almirante Brown. Mañana, la agrupación hará una misa por la paz en San Justo y no se descarta alguna presencia de La Cámpora.
La alianza que los movimientos sociales están trenzando con el kirchnerismo es puramente electoralista, aunque las desconfianzas todavía persisten. Los grupos piqueteros están convencidos de que la filtración de la auditoría de la AFIP sobre los Planes Potenciar Trabajo fue un trabajo sucio para estigmatizarlos. Es que, primero se puso la lupa sobre 250.000 beneficiarios que habían comprado dólares o tenían bienes y luego se determinó que solo 2243 habían cometido irregularidades.
Máximo Kirchner; La Cámpora; La Matanza; Fernando Espinoza (NA/)
El informe -solicitado a la AFIP por el Ministerio de Desarrollo Social durante la gestión de Juan Zabaleta- buscaba anticiparse a un eventual problema judicial y era para uso interno. Pero la pregunta que el ministerio le hizo al organismo recaudador estuvo mal formulada porque se pidió por beneficiarios que habían comprado moneda extranjera, o tenían una propiedad o un rodado, o pagaban Bienes Personales. Así se mezcló en una misma bolsa a casos irregulares con personas que solo tenían una moto a su nombre o habían contratado Netflix. También hay casos de personas que compraron un dólar para probar si el banco los habilitaba.
“La pregunta a la AFIP fue mal formulada. No solo no le sirvió al ministerio sino que terminaron los movimientos en la picota de los medios”, se ofuscó un líder piquetero. En la UTEP hay quienes creen que la auditoría fue filtrada por el kirchnerismo “a través de la AFIP de (Carlos) Castagneto para empiojar la situación” y quienes desconfían de la actual ministra, Victoria Tolosa Paz. “Ella se quiere posicionar a costa de los movimientos sociales, diciendo que pone orden”, soltó un colaborador de la UTEP.
En medio de las nuevas alianzas, en la UTEP también miran con desconfianza a la ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos, por la presión de los gremios para desindexar a los planes sociales del salario mínimo vital y móvil (SMVM). Los sindicatos se quejan porque la negociación del SMVM se transformó en un problema de costo fiscal para el Estado, dado que cada Potenciar Trabajo es equivalente al 50% de ese indicador.
“No lo van a desenganchar, no sin discutirlo con las organizaciones sociales primero”, aseguró un referente al tanto de lo que conversaron los líderes piqueteros con Fernández el jueves. Con el reacomodamiento de las alianzas, todo está por verse.