Corales: plástico en el menú

Los diminutos trozos de plástico flotante del mar pueden parecer presas. Es por ello que los científicos han sabido durante mucho tiempo que los animales marinos comen erróneamente desechos plásticos.

Sin embargo, científicos de la Universidad Duke descubrieron hace años que la ingestión de plástico por parte de los corales sugiere que puede haber una razón adicional para este comportamiento potencialmente dañino: los investigadores observaron que las señales visuales, como la semejanza con una presa, por ejemplo, no son un factor en el atractivo que los corales pueden tener por el plástico porque los corales no tienen ojos.

El plástico simplemente sabe bien

“En nuestros experimentos, los corales comían todo tipo de plásticos, pero preferían los microplásticos no espumados por una triple diferencia sobre los microplásticos cubiertos por bacterias”, afirma Austin S. Allen, estudiante de doctorado en la Nicholas School of the Environment de Duke. “Esto sugiere que el plástico en sí contiene algo que lo hace sabroso”.

“El plástico en sí contiene algo que lo hace sabroso para los corales”

“Cuando el plástico proviene de la fábrica, tiene cientos de aditivos químicos. Cualquiera de estos químicos o una combinación de ellos podría actuar como un estimulante que hace que el plástico sea atractivo para los corales”, explica Alexander C. Seymour, analista de sistemas en el Centro de Robótica Marina y Teleobservación de Duke, quien dirigió el estudio junto con Allen.

Los resultados del estudio titulado Chemoreception drives plastic consumption in a hard coral se publicaron en la revista especializada Marine Pollution Bulletin. Por el momento, se necesitarán más investigaciones para identificar los aditivos específicos que hacen que el plástico sea tan sabroso para los corales y determinar si los mismos químicos actúan como estimulantes de alimentación para otras especies marinas.

El problema de los microplásticos en los océanos

Los microplásticos, diminutos trozos de plástico degradado de menos de 5 milímetros de diámetro, comenzaron a acumularse en los océanos hace cuatro décadas y ahora son omnipresentes. Estos representan una gran amenaza para todo tipo de animales marinos, entre los que incluyen muchas especies de aves, tortugas, peces, mamíferos marinos e invertebrados.

El plástico es en gran parte indigesto: puede provocar obstrucciones intestinales, crear una sensación falsa de plenitud o reducir las reservas de energía en los animales que lo consumen. “Aproximadamente el 8% del plástico que ingirieron los pólipos de coral en nuestro estudio todavía seguía en su organismo tras 24 horas”, dijo Allen.

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Además, ciertos corales también puede filtrar cientos de compuestos químicos procedentes del ambiente circundante. Los efectos biológicos de la mayoría de estos compuestos aún se desconocen, pero algunos, como los ftalatos, se confirman como estrógenos y andrógenos ambientales, es decir, hormonas que afectan la determinación del sexo en muchas especies, no solo de coral.

Plástico en el menú

Allen y Seymour realizaron su estudio utilizando corales de aguas de la costa de Carolina del Norte, Estados Unidos. En su primer experimento, ofrecieron pequeñas cantidades de 8 tipos diferentes de microplásticos a los corales para ver si los animales comían trocitos del tamaño de un bocado frente a otros artículos de tamaño similar que se les ofrecía, como arena limpia. “Descubrimos que los corales se comían todos los tipos de plástico que ofrecíamos y en su mayoría ignoraban la arena”, dijo Allen.

En el segundo experimento, colocaron varios grupos de coral en cámaras de alimentación separadas. A cada grupo se le ofreció la misma cantidad de “alimentos plásticos” durante un período de 30 minutos. Algunos grupos recibieron partículas de microplásticos sin apenas degradación, mientras que otros solo recibieron partículas de microplásticos degradados con una biopelícula bacteriana. Este experimento verificó que los corales comían ambos tipos de plástico, pero prefirieron el tipo limpio por un margen de tres a uno.

Los investigadores esperan que sus hallazgos animen a los científicos a explorar el papel que juega el gusto en determinar por qué los organismos marinos ingieren microplásticos.

“En última instancia, la esperanza se encuentra en que si podemos fabricar plástico para que tenga un buen sabor involuntario para estos animales,quizá también podamos fabricarlo para que intencionalmente tenga un mal sabor”, dijo Seymour. “Eso podría ayudar significativamente a reducir la amenaza que representan estos microplásticos para los corales y demás seres vivos”, concluye.

 

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