Comas, espíritu de superación

La historia azulgrana de Ismael Comas Solanot (Mequinenza, 1 de diciembre de 1942) nos remite a la década de los sesenta, cuando el Barça sobrevivía rodeado de deudas y, ocasionalmente, brindaba a su afición alguna copa. Tiempos duros para los futbolistas y durísimos para los canteranos, que apenas contaban con oportunidades ante la exigencia deportiva a la que estaban sometidos los cuerpos técnicos.

Comas, que recientemente cumplió 80 años, aterrizó en el fútbol formativo barcelonista con 16 procedente del CD Mequinenza. El equipo aragonés disputó un amistoso en Seròs (Lleida) en 1957 y el entrenador, Muñiz, no pudo contar con el meta Agné, padre de Raúl Agné, exjugador del Girona y Figueres, entre otros equipos, y exentrenador del Girona, Cádiz, Tenerife y Nàstic, también entre otros equipos. Muñiz alineó al imberbe Comas y la actuación del chaval (entonces tenía 15 años) sorprendió al propio técnico, que lo recomendó al cazatalentos barcelonista Josep Boter.

Así llegó Comas al Barça. Por la vía rápida. Vivió un tiempo con una tía −hermana de su madre Teresa− que residía en la Ciudad Condal y, posteriormente, se mudó a una pensión del club barcelonista en la calle Diputació. Juvenil, Amateur, Condal, FC Barcelona y nuevamente Condal fueron los marcos que Comas defendió en su etapa en el Camp Nou (1958-1967). 

Al alza

Sus buenas actuaciones en el fútbol base (se caracterizaba por su elasticidad y colocación) lo llevaron a la selección juvenil y amateur catalana y a la selección militar española. Perteneció a la primera plantilla barcelonista las temporadas 1963-64 (llegó junto a Vidal y Montesinos), 1964-65 y 1965-66, pero no pudo jugar ningún partido oficial. Solo se alineó en amistosos (19) y en encuentros de la Copa Presidente, jugando algunos junto a primeras espadas como Gensana, Gràcia, Rexach, Kocsis, Pujol o Seminario.

El primer partido que jugó con el primer equipo fue el de las Bodas de Oro del Sant Andreu, el 21 de abril de 1963 (4-9). Sustituyó a Celdrán. Tenía 20 años. Su presentación mereció este comentario en el semanario ‘Vida Deportiva’: “Sus formas fueron buenas, su figura también y su juventud promete, o permite creer en esas promesas, un deportista de cuerpo entero. Esperemos que no se malogre, pues su historial barcelonista, dilatado ya, se remonta a los juveniles, aficionados y ahora al Condal”.

Ramallets, Pesudo y Sadurní le cerraron las puertas del primer equipo y cuando fichó Reina, en el verano de 1965, vio que su tiempo en el Barça había finalizado. Los entrenadores que tuvo, César, Sasot y Roque Olsen nunca le dieron la alternativa. Comas, pese a aprender de verdaderos especialistas, anhelaba jugar y pidió hacerlo regresando al Condal. De todas formas, con 24 años, casi 25, dijo basta.

Había jugado en calidad de cedido algunos partidos de la Copa Presidente con el Sabadell y la temporada 1967-68 fichó por el equipo lanero. Uno de sus primeros partidos con el Sabadell, curiosamente, fue contra el Barça el día que el equipo azulgrana inauguró la Nova Creu Alta (20 de agosto de 1967). Comas salió en el segundo tiempo. El duelo también pasó a la historia por la insólita llegada del balón: en un helicóptero que se posó en el círculo central.

Comas, de todas formas, volvió a encontrarse con el mismo problema, aunque nunca perdió la sonrisa y almacenó siempre lo positivo. La confianza en sí mismo, la perseverancia y la ilusión por triunfar lo mantuvieron a flote. Unos valores que le ayudaron años más tarde en su vida laboral. En el marco sabadellense destacaban Martínez y Echavarría y, las dos primeras campañas, tuvo que conformarse con sumar minutos solo en partidos amistosos… Hasta que llegó su momento. Inició el curso 1969-70 como titular y, de esta forma, fue el primer portero del Sabadell en jugar competición europea (Copa de Ferias) contra el Brujas.

Constante

Sin embargo, el equipo encadenó una serie de resultados negativos y volvió al banquillo. Aguantó un curso más y en el verano de 1971 recaló en las filas del Sant Andreu, reclamado por Lluís Aloy. Pese a tener ofertas de otros equipos, priorizó el quedarse en casa. Con el equipo cuatribarrado jugó seis temporadas (hasta junio de 1977) y fue de más a menos. Vivió sus mejores momentos junto a Vidal, Cortés, Martí Filosia, Pujol, Mur o Francesc Puig, hijo del mítico Curta, defensa azulgrana de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta.

Con 34 años colgó los guantes. “No tenía ganas de seguir jugando”, apunta Comas, que mantiene que “la portería es una demarcación muy específica y el portero debe jugar, estar activo, adquirir experiencia… No es como el resto de jugadores, que pueden tener más oportunidades a lo largo de la temporada”. 

Abrió una empresa de material eléctrico (enchufes) que todavía conserva y quedó vinculado a la Agrupació de Jugadors del FC Barcelona desde la celebración del Centenario del Barça, en 1999. La saga de los Comas pudo tener recorrido con Carlos (central) y Álex (jugó en el Júpiter) pero la vida los llevó por otros rumbos, como a sus otros dos hijos, Xavier y Emma. Comas, que suele pasar momentos de retiro en la encantadora y acogedora localidad de Llanars, cerca de Camprodon, tiene siete nietos “de todas las edades y medidas”.

 

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