Charles Messier, el cazacometas que catalogó el firmamento

Como sucede en el caso de muchos de los más ilustres científicos de tiempos pasados, el hecho de nacer en una familia acomodada permitió a Charles Messier desarrollar su pasión por la ciencia.

Messier nació el 26 de junio de 1730 en la pequeña localidad de Badonviller, en la Lorena francesa, y dícese que su afición por la astronomía nació de la observación de dos eventos astronómicos que tuvieron lugar durante su juventud: la aparición del llamado cometa de 6 colas de 1744, y el eclipse solar anular del 25 de julio de 1748, el cual fue observable desde su propia ciudad natal. 

Dos años más tarde de ocurrido este segundo suceso se trasladó a vivir a París, a la edad de 20 años, para un año después, en 1951, comenzar a trabajar al servicio del astrónomo de la armada francesa, Joseph Nicolas Delisle, quien le encargó a Messier llevar un registro riguroso de sus observaciones. Esto fomentó más si cabe las dotes para el dibujo de las que el joven astrónomo parecía hacer gala, y despertó en él una fiebre incontrolable por la búsqueda de cometas en el cielo. 

Los primeros trabajos de Messier para Delisle pasaron por la elaboración de un mapa de China, algunos dibujos sobre el tránsito del planeta Mercurio y la realización de cálculos sobre la posición de algunos de los astros del sistema solar. 

A lo largo de su carrera Messier descubriría un total de 13 cometas y contribuiría a la localización de otros tantos. De entre todos ellos se obsesionaría especialmente con el regreso del cometa Halley, el cual logró localizar el 21 de enero de 1759.

Pero si Messier es hoy mundialmente conocido, más que por su habilidad para la localización de cometas es por el catálogo que lleva su nombre: el catálogo Messier. Se trata de una lista de 110 objetos astronómicos que publicada originalmente entre 1774 y 1781 recibió el nombre de Catálogo de Nebulosas y Cúmulos de Estrellas, que se observan entre las estrellas fijas sobre el horizonte de París. 

En la época de Messier, una nebulosa era un término usado para denotar cualquier fuente de luz celestial borrosa, todo un inconveniente para los que como él, se dedicaban a la búsqueda de cometas en el cielo. Fue de este modo que el astrónomo se propuso elaborar, junto con la ayuda de su amigo y asistente Pierre Méchain, una lista con todos aquellos objetos que entorpecían tanto su trabajo como el de sus colegas, dando lugar a su famoso catálogo, cuyo primer objeto, conocido como la nebulosa del cangrejo, denominó “M1” o “Messier 1”.

Entre cúmulos estelares, nebulosas, regiones de formación estelar o galaxias, hoy el catálogo Messier cuenta con una colección de objetos astronómicos aportados por diferentes observadores de lo más hermoso y variopinto que sigue gozando de gran popularidad entre astrónomos aficionados y profesionales. Fue de hecho este catálogo el que algunos años más tarde, en 1783, inspiró al astrónomo William Herschel a comenzar un proyecto que se extendería durante los 20 años siguientes de búsqueda y catalogación de un gran número de nebulosas y cúmulos en el hemisferio norte.

Por sus grandes contribuciones a la astronomía, Messier se convirtió en un personaje distinguido entre la comunidad científica de su época, pasando a formar parte de la Royal Society de Londres en 1764, siendo elegido miembro de la Academia Sueca de las Ciencias en 1769 y también de su análoga francesa en 1770. En su honor también han sido bautizados con su nombre uno de los cráteres de la Luna y el asteroide 7359.

 

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