Se encendieron los focos del teatro Campoamor, en Oviedo, y de repente Simón Orfila sentía que el escenario se movía. Cantante de ópera, el menorquín recalaba en Asturias a finales del año pasado como integrante del elenco de “Hamlet”. Su personaje es Claudio, el gran antagonista del príncipe shakesperiano, por lo que su presencia en la obra era ineludible. Pero Orfila venía de actuar Madrid con una sensación extraña de mareos repentinos que no sabía controlar.
Sobre las tablas del odeón ovetense, aunque ahora presume por haber podido disimularlo lo suficiente como para que el público no se percatase, vivió uno de sus peores momentos de su carrera. Orfila tenía vértigo, un síntoma de sobra conocido pero, a la vez, poco comprendido por afectados y familiares y vinculado a todo tipo de dolencias. En su caso, el mareo estaba causado por una migraña vesicular, una de las causas más frecuentes de vértigo, que le detectó y trató la otorrinolaringóloga Vanessa Suárez Fente, lo que le ha permitido retomar su carrera. Cuando la gira le traiga de regreso a la región, tiene previsto enviar invitaciones a los sanitarios asturianos que le atendieron en aquel episodio tan angustioso: “Cuando vives algo así en público, te asustas”.
El vértigo no es una enfermedad, sino un síntoma, una ilusión sensorial. La doctora Suárez Fente, quien ejerce en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y en su consulta privada, lo define como “una alucinación por la que el paciente siente que se mueve o que su entorno se mueve sin que eso sea real”. Lo más frecuente es que se deba a dolencias como el vértigo posicional –el paciente percibe que gira a cada cambio de posición o si mueve la cabeza– y a la enfermedad de Ménière –que surge por acumulación de líquido en el oído interno–, así como por la migraña vestibular que resultó padecer el cantante.
Los expertos alertan: “Suele ser benigno, pero puede ser incapacitante”
El vértigo suele ser, por tanto, un síntoma que responde a una dolencia benigna, pero puede llegar a ser incapacitante. Suárez Fente se remite a la Asociación Americana del Tinnitus, que asegura que el vértigo es, tras el dolor y los acúfenos, el síntoma más debilitante para el paciente. El neurólogo del HUCA Germán Morís, por su experiencia atendiendo a pacientes con vértigo que acuden a Urgencias en un momento de crisis aguda, sostiene que solo quienes visitan el hospital por un cólico de riñón podrán entender el sufrimiento de estos pacientes. “No pueden ni levantar la cabeza, no se mueven lo más mínimo. En ese tipo de crisis, realmente siente que se están muriendo. Es muy debilitante”, asegura.
Otorrinos y neurólogos cubren un síntoma que se presenta con un amplio abanico de diagnósticos asociados. En general, podrían distinguirse dos grupos: el vértigo causado por dolencias en el oído y el que surge por problemas en el cerebro. En el primer grupo entran la enfermedad de Ménière y el vértigo postural, pero también inflamaciones o infecciones en el oído y cualquier tipo de lesión en la zona. Todas tratables. “No se van a morir de ello, pero puede alterar gravemente la rutina del paciente, sobre todo si los episodios son recurrentes”, aclara Suárez Fente.
Si el origen es neurológico, Morís explica que el vértigo no aparece con tanta frecuencia ni con tanta intensidad, pero su origen tiende a ser más peligroso. Algunos diagnósticos asociados son la esclerosis múltiple, ciertos tipos de tumores cerebrales y los ictus. La variedad de los posibles diagnósticos impide extraer un perfil claro del paciente.
El vértigo de Orfila era por migrañas, una de las causas más comunes
A juicio de Adela González, otorrina del Hospital Covadonga (Gijón), su detección es especialmente compleja en el ámbito pediátrico. “Es más difícil identificar este síntoma en un niño porque no sabe cómo explicar esa sensación de dar vueltas”, razona. Su evolución es también variada. “Hay pacientes que se recuperan por completo, en algunos casos el síntoma remite con la menopausia, pero en otros la persona pasa mucho tiempo sin poder hacer nada“, completa Paz Pérez, otorrina del HUCA.
Con todo esto, Orfila se asustó bastante al principio. Tumbado se encontraba bien, pero su trabajo le exige viajar constantemente y, entre ensayos y funciones, su agenda es frenética. Si el escenario del teatro estaba inclinado o a una altura más alta de lo normal, solo estar de pie se volvía una pesadilla. La migraña vestibular que le diagnosticaron –y que tenía sentido, porque el menorquín se define como cantante “y migrañoso”– es la causa más frecuente del vértigo recurrente y espontáneo. Según Vanessa Suárez Fente, sin embargo, es también una patología muy “infradiagnosticada” porque los episodios de vértigo no siempre coinciden con las cefaleas. Señala que es habitual que ambas condiciones, migraña y vértigo, se manifiesten a la vez, pero también que formen parte de un “solapamiento de síntomas” por una enfermedad de Ménière no diagnosticada.
El diagnóstico en niños, más complejo: “No saben explicar lo que sienten”
En casos como el del cantante, el vértigo vinculado a migrañas, vigilar la dieta (la cafeína y el abuso de dulces se vuelven enemigos) y cuidar una higiene del sueño reduce las crisis. El tratamiento, recuerda González, depende de la enfermedad que lleve asociada estos mareos –no se tratará de la misma manera un vértigo vinculado a una dolencia neurológica que a una infección de oído–, pero los sedantes vestibulares, que reducen la sensación de mareo, se han probado efectivos para todo tipo de crisis agudas. Las maniobras concretas para tratar este síntoma, sin embargo, deben abordarse con cautela. “Es importante que esto se deje en manos de expertos en otorrinolaringología”, advierte Suárez Fente, quien recomienda no acudir sin asesoramiento a fisioterapeutas y quiroprácticos para estos cuadros en concreto.
Identificada la dolencia, su gravedad es también muy variable. Los “ataques” pueden durar desde unos minutos hasta varios días, y pueden hacer que el paciente sea especialmente sensible a los ruidos o a puntos intensos de luz. “Imagínate esta situación en un escenario con un coro detrás”, revive Orfila.