Balance 2022: más divisas y más producción, en un contexto global y local incierto

Aunque para el campo el año agropecuario no concluye el próximo sábado, el cambio de almanaque permite hacer un balance de lo sucedido en los últimos 12 meses y dar una perspectiva al escenario de 2023.

De acuerdo con los testimonios recogidos por LA NACION entre referentes destacados de la agroindustria, como aspectos positivos se encuentran el aumento de los volúmenes de producción, la reanudación de los encuentros presenciales tras la pandemia del Covid-19 y la voluntad por aprovechar las oportunidades que presenta un mundo que demanda alimentos. Como hechos que van a la columna de lo negativo, resaltan el factor climático, con los incendios en febrero pasado y la sequía que castiga a la actual campaña, la situación macroeconómica y las políticas oficiales.

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“La campaña 2021/22 tuvo un volumen de granos muy relevante, unos 137 millones de toneladas considerando seis cultivos principales”, dijo Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea. “Esto permitió mantener muy bien abastecido el mercado interno (la molienda de trigo fue muy alta) y a su vez generar un flujo de exportaciones récord, aprovechando un contexto de excelentes precios internacionales”, añadió.

Según sus estimaciones, los exportadores terminarán liquidando este año cerca de US$40.000 millones, “un 20% más de divisas que el año pasado”, dijo.

El crecimiento productivo, observó, también se dio en carne bovina y porcina”, esta última con nuevo récord histórico”, dijo.

Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea

Para Garzón, “de la mano de la mayor producción, el consumo interno de carnes se recuperará en un par de kilos por habitante luego de varios años de retroceso y/o estancamiento) y las exportaciones se mantienen en muy buen nivel, y quizás se logre récord de volúmenes en carne bovina, si los envíos de diciembre se sostienen como en los últimos meses”.

En tanto, José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, recordó que el año “presentó un escenario geopolítico complejo a partir del conflicto Rusia-Ucrania, con fuertes implicancias en la cadena comercial y logística, afectando a la economía mundial como consecuencia del alza de precios de las materias primas y energía”.

Ese escenario generó a nivel local una oportunidad para incrementar la producción agroindustrial y contar con un mayor flujo exportador. “Lamentablemente no hemos sido capaces de capturarlo debido, entre otras cosas, a una economía interna marcada por altas tasas de inflación, brecha cambiaria, elevada presión fiscal y una política agrícola errática que distorsiona constantemente la toma de decisiones en toda la cadena agroindustrial”, señaló.

José Martins

No obstante, Martins sostuvo que el aporte del agro para la economía fue uno de los mayores de los últimos años. “El Producto Bruto Agrícola se ubicaría en US$57.453 millones, lo que representa un crecimiento del 72% con relación al promedio de las últimas cinco campañas”.

A su vez, las “exportaciones y la recaudación fiscal también presentaron un fuerte incremento, situándose en US$45.091 millones y US$19.258 millones”, respectivamente.

Por su parte Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), hizo hincapié sobre el factor climático. “Empezamos un año con incendios y lo terminamos con seca”, señaló.

Además, destacó que para la ganadería fue un año “tremendamente raro” porque le ocurre algo que “no pasa en el país, sino que pasa justamente en este sector”, dijo ,y explicó: “el ganado gordo se vendía a mejor valor allá por Abril/Mayo que hoy”. También se lamentó por la situación de la ganadería ovina y de las economías regionales. “Más allá del clima también el doble tipo de cambio les pega y nos pega a todos los productores en la línea de flotación”, dijo.

El ruralista dijo que ve a un Gobierno “sin ánimo de discutir ni nada”, que “no ha tomado medidas acordes a la situación con respecto a los productores en general, más allá del dólar soja; no hay medidas concretas para colaborar con el productor”.

Como circunstancia positiva, Pino destacó: “seguimos trabajando y la Argentina sigue posicionada como uno de los grandes países del mundo en producción de alimentos”. Esto, para el ruralista, implica ponerse “a la altura de la circunstancia y empezar a responder como el mundo necesita”.

Nicolás Pino, presidente Sociedad Rural Argentina

Sustentable

En tanto, David Roggero, presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) el 2022 arroja como hecho favorable la reanudación de las actividades presenciales tras la pandemia. “Para una institución como Aapresid significa poder ir avanzando en esto de seguir avanzando en generar conocimiento compartido. En nuestro caso se basa en producir de manera sustentable en sus tres ejes, económico, ambiental y social”, dijo.

“Como institución estamos siendo invitados por organizaciones como la FAO o el IICA. Hemos estado cerca de los lugares de decisión, como la cumbre de Cambio Climático en Egipto. Tenemos esa herramienta que pueda permitirle al mundo revertir las consecuencias del cambio climático a través de una agricultura sustentable, basada en el menor uso de combustibles fósiles, de un mejor aprovechamiento del agua y de los recursos. Y, sobre todo, de nuestro principal recurso, que es el suelo”, observó.

La situación de la economía es uno de los factores más destacados como negativo por los referentes consultados. “Es muy inestable, con inflación en aceleración, mucha distorsión en los precios relativos, múltiples cepos y tipos de cambio, un precio oficial de la divisa que no refleja su verdadero valor en el mercado y restricciones crecientes sobre las importaciones”, dijo Garzón.

Para el economista, el Gobierno sigue siendo “muy agresivo en materia tributaria y regulatoria para con el agro, minimizando la importancia de la actividad en la economía, en la generación de ingresos y empleos (tan relevante en el interior productivo), y no permitiendo aprovechar todas las oportunidades de negocios que ofrece el escenario mundial”.

Garzón puso como ejemplo de cómo se trata al sector en materia tributaria el dato de la recaudación de los Derechos de Exportación (DEX). “Cerrará en una cifra cercana a los US$12.300 millones, la más alta de al menos los últimos siete años”.

Para el economista eso refleja “una extracción fenomenal de recursos que sufre el sector, considerando que más del 80% de estos fondos salen directamente del bolsillo de los productores agropecuarios”. Y se lamentó: ” Lo peor de todo es que son recursos que van a gastos corrientes, no hay una devolución en materia de obras de infraestructura productiva o programas de promoción, ni se tiene la previsión de guardar al menos una parte de estos fondos para enfrentar alguna contingencia futura que afecte al sector (baja de precios internacionales o una sequía)”.

A su vez, Martins, sostuvo que “el factor climático, que ha impactado negativamente en la producción de granos finos, hace prever que también tendrá impacto en la cosecha gruesa y en los flujos de ingreso de mercadería al circuito comercial”.

Sequía. Campos con cultivos de trigo en la zona sur de la provincia de Santa Fe. (Marcelo Manera/)

Para el directivo de la Bolsa de Cereales porteña “esta menor producción, sumada a altas tasas de inflación, brecha cambiaria, carga impositiva y constantes cambios en las reglas de juego, provocarán seguramente un menor aporte del sector agroindustrial a la economía nacional” para el próximo año. Y advirtió: “por tratarse de un año electoral, la falta de políticas claras puede generar un desincentivo aun mayor para la nueva campaña agrícola 22/23″. No obstante, según Martins, “con reglas de juego claras, sostenibles en el tiempo, una macroeconomía estable con tipo de cambio único, una reducción gradual del paquete impositivo y sin necesidad de subsidios, la agroindustria argentina está en condiciones de crecer fuerte en producción”.

Eso, dijo, se logrará “de manera sustentable, preservando el medio ambiente, agregando valor en origen y creciendo fuertemente en exportaciones, asegurando el abastecimiento interno. Esto dará fortaleza a nuestras economías regionales generando empleo de manera federal e inclusiva”, opinó.

David Roggero, presidente de Aapresid (Marcelo Manera/)

Para 2023

Para David Roggero, presidente de Aapresid, la expectativa para el próximo año es que se “empiece a revertir este fenómeno de La Niña y del clima, para recuperar los perfiles de humedad que ya no tenemos en nuestro suelo”.

En un sentido más amplio añadió: “también esperamos que de alguna manera nos entendamos todos como como Nación, que nos tiene que ir bien a todos porque si al campo argentino le va bien, al resto de la sociedad seguramente le va a ir bien”.

Además, Roggero destacó la importancia de sostener los principios de sostenibilidad como “la no remoción del suelo, la cobertura permanente con cultivos vivos o restos en descomposición, una adecuada e intensificada rotación de cultivos y una adecuada reposición de nutrientes y uso racional de insumos externos”. Para el presidente de Aapresid la clave pasa no solo por producir alimentos sino que se haga “de la mejor manera que la ciencia nos permite hacerlo; es uno de los mayores desafíos que tenemos para 2023″

 

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